jueves, 14 de junio de 2012

El menor Eved contra el Goliat militar



Radio Progreso

“Voy a ir donde tenga que ir, para que los criminales sean presentados ante la justicia”, es la decisión del padre de un joven que fue asesinado según él, por un comando del ejército hondureño. El involucramiento de las Fuerzas Armadas en la ejecución de un niño de 15 años, comienza a tener fuerza, debido a la determinación de su familia de no permitir que el caso quede en la impunidad. Esta denuncia se suma al supuesto involucramiento de los verdeolivos en un operativo antidroga conjunto con la DEA en la que mataron a 6 personas en la Moskitia hondureña.

Y es que con el destape de la vinculación precisa de la institución policial con la criminalidad organizada, todo apuntaba a que la imagen de las Fuerzas Armadas se despegada viento en popa. El Congreso que encabeza el activista político Juan Orlando Hernández, ya había hecho lo suyo al aprobar un decreto que faculta a los militares a ejecutar labores propias de la policía civil, en abierta confrontación con una de las recomendaciones de la Comisión oficial de la Verdad y Reconciliación que proponía justamente restringir las competencias, derechos y obligaciones de las Fuerzas Armadas.

Eved Yasiel Yanes Cáceres tomó sin permiso la motocicleta de su padre y se fue de parranda nocturna. Ese desliz lo pagó con su vida. Los militares estaban al acecho, y cuando el adolescente pasó el retén sin detenerse, los verdeolivos no dudaron en disparar a su humanidad, dejaron el cuerpo ensangrentado y se perdieron bajo la sombra de la noche. Ante las primeras preguntas, el jefe del alto mando de las Fuerzas Armadas respondió sin titubear: “todas las personas que andan a altas horas de la noche en motocicleta y no acatan la orden en un retén de seguridad, son delincuentes”.

Pasó más de una semana y la muerte de Eved Yasiel quedó guardada en el corazón adolorido y golpeado de sus padres y hermanos. Sin embargo, su padre, se levantó de su impotencia, lanzó su grito de denuncia, y ni la policía ni las Fuerzas Armadas expresaron tener conocimiento del hecho. Buscaron ocultar los datos en la oscura noche de la impunidad. Y la pereza de la fiscalía sigue avanzando con sus reumas. Solo la presión que brota del corazón herido del padre de Eved Yasiel está moviendo las parálisis de la institucionalidad enclenque que tenemos en nuestra Honduras.

A tres años del golpe de Estado, los militares no parecen retornar a sus barracas. Están con más fuerza e impunidad que nunca. En este caso el padre de Eved Yasiel actualiza en su vida aquella desigual historia del pequeño David. Y los militares no piensan dejar para nada la fuerza de Goliat. ¿Se repetirá la gesta y veremos que desde las víctimas, y con sus escasos recursos, caiga de un porrazo la fuerza verdeolivo de Goliát?

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