sábado, 30 de junio de 2012

Cuando mueve la consciencia




Por Alex Darío Rivera M.

"La vanidad propia le dice al hombre qué es honor:

La conciencia le enseña qué es justicia."

Wálter Savage Landor

Es tradicional que en los lanzamientos políticos tradicionales, se muevan millones, no tanto de personas, sino de Lempiras. La gente se moviliza a las concentraciones, muchas veces, por el “modesto incentivo” que los dirigentes de los partidos políticos les adjudican al finalizar el evento. Al fin y al cabo, en estos tiempos donde no existen posibilidades concretas –para muchos- de generar ingresos económicos mínimos, ir a una actividad política vestidos de los colores insignes del partido y regresar con camiseta, gorra, bolsa, bandera y unos “pesos” en la bolsa, no deja de ser atractivo, aunque por omisión o ignorancia, no le preocupe el hecho de que esos recursos –de alguna manera- él debe devolverlos o ya los ha pagado, puesto que en múltiples ocasiones, el pago de dicho proselitismo está cargado al erario público.

Para nadie es desconocido que siempre el partido político en el “poder” financia e impulsa gran parte de sus campañas demagógicas con recursos del Estado. Pocos hondureños desconocen el hecho de que en ese activismo partidista, los vehículos, el papel de las oficinas, el presupuesto de diversas secretarías, los activistas mismos (funcionarios públicos), el combustible, el teléfono, el internet, el pago de las costosas campañas publicitarias en los medios de comunicación, entre otros insumos y/o recursos, son cargados a la cuenta del pueblo. De las y los que por su condición de “pega afiches”, “galilludos” (gritones), “serviles”, “mercachifles” o “reptiles” (con el perdón de los otros animalitos, la comparación, solo es por su condición de arrastrase), llegan optar a una “chamba” garantizada –exclusivamente- durante los cuatro años de gobierno, ellas(os), no solo por un asunto de lealtad al partido, sino por el hecho de que están más que “convencidos” de que el candidato del oficialismo es la única opción real para asegurar el “trabajito” durante otro período, por tanto, son “obligados” a quemarse y desgañotarse en las actividades donde el partido les “necesita”.

Al final, no es –siempre- la consciencia o la identidad con la institución partidista la que mueve a un “correligionario” tradicional, es, en muchos casos, la necesidad de sobrevivir. Conozco experiencias en que los presionados “correligionarios” de un partido político, asisten a las asambleas o concentraciones a “regañadientes” al tomar consciencia de esa visión utilitarista desde la que lo asume su “jefe”, el diputado, el alcalde o simplemente el candidato de su partido, puesto que muchos “seguidores” de los partidos tradicionales se enteran de los desmanes que estos personajes han realizado durante su “mandato” (corrupción, tráfico de influencias, hurto, monopolio en condición de proveedores de bienes y servicios al Estado, entre muchos más) y los comparan con su pírrica condición de mal asalariados.

El hecho de comentar esta realidad que ha caracterizado la dinámica proselitista de los partidos tradicionales, tiene como intención la de permitir comparar con lo que está sucediendo en la militancia del Partido Libre, institución política surgida como consecuencia de la resistencia popular hondureña ante el golpe de Estado del mes de junio del año 2009. En primer lugar, cada una de las personas que se movilizará hacia Santa Bárbara el primero de julio al lanzamiento oficial de su candidata Xiomara Castro de Zelaya, viene autofinanciándose los gastos de transporte, alimentación y hospedaje. Con la esperanza puesta no en los “incentivos” (como hacen los otros) sino en un mejor porvenir para nuestra maltrecha patria/matria hondureña.

Es la consciencia popular asumida como consecuencia del desencanto provocado por el tradicionalismo en casi 200 años de historia republicana que ahora genera la movilización del pueblo por cuenta propia, sin cargarle los gastos al Estado ni al mismo pueblo hondureño, así se ha hecho durante el largo proceso de resistencia. A estas alturas, los hoteles, hostales y pensiones en Santa Bárbara (lo he verificado por teléfono) no tienen habitaciones disponibles para el día sábado, la gente ha hecho sus reservaciones desde diversas partes del país. Nuestras casas se han convertido –nuevamente- en improvisados espacios comunes donde calentar la “burrita”, tostar las tortillas, colar el café, hervir los fríjoles, freír los huevos, colgar las hamacas, tender los petates o acomodar las colchonetas para que se alimenten y descansen aquellos hermanos visitantes con los cuales compartimos la misma utopía de un país todos(as), verdaderamente nuestro. Compañeros y compañeras que viajarán para ser testigos de un acontecimiento que sin lugar a dudas alberga las esperanzas y los sueños de un pueblo sufrido que ha comenzado a vislumbrar el alba.
* Catedrático y escritor.

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