jueves, 25 de abril de 2019
Reordenamiento estratégico en el Caribe
Por Aníbal García Fernández
El 22 de marzo, Donald Trump se reunió en Florida con los presidentes de Jamaica, Bahamas, Haití, República Dominicana y Santa Lucía. Hubo varios temas en la agenda: seguridad, energía, inversiones, presencia china en la región y Venezuela.[1] En la reunión estuvieron también funcionarios del Gobierno de EE. UU., entre ellos, el jefe de Gabinete Mick Mulvaney, John Bolton, asesor de seguridad de la Casa Blanca y Jessica Bedoya Hermann, directora para Asuntos de Centroamérica y el Caribe del Consejo Nacional de Seguridad.[2]
Inversiones de EE. UU. en el Caribe
En 2017 EE. UU., anunció que destinaría fondos por 4,3 millones de dólares para apoyar la diversificación energética en el Caribe. Las instituciones involucradas son la USAID, OPIC y la Oficina de Recursos Energéticos del Departamento de Estado. El financiamiento es parte de la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe y la Estrategia 2020 para el Caribe. Mediante estas iniciativas –que se establecen como contrapeso a Petrocaribe, instancia de cooperación petrolera encabezada por Venezuela[3]– se otorga asistencia técnica en temas energéticos, subvenciones para proyectos y “oportunidades para empresas y exportaciones energéticas estadounidenses”. [4]
En el caso de Haití, la ayuda venezolana en petróleo fue clave al permitir un suministro garantizado a precios estables y sentar las bases para la independencia energética respecto de EE. UU. Según cables filtrados por Wikileaks, empresas como ExxonMobil, Chevron y Texaco han saboteado el proyecto en Haití.[5] Hay que considerar que fueron justamente las denuncias de desfalcos de Petrocaribe lo que ha desatado el último episodio de profunda crisis en el país. En este marco, las protestas callejeras y el agrupamiento de los sectores progresistas exigen la renuncia del presidente Jovenel Moise y la apertura de un proceso constituyente que rompa los esquemas de política injerencista basado en la “ayuda humanitaria”. En 2010, después del terremoto en Haití, varias investigaciones apuntaron sobre la existencia de yacimientos petrolíferos en Port-au-Prince, en la región de Thomond y la llanura de Cul-de-sac.[6]
En cuanto a las inversiones, la Corporación para Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC por sus siglas en inglés) anunció que para este 2019 le dará un “status prioritario” a Bahamas, Jamaica, Santa Lucía, Haití y República Dominicana. Además, Trump se comprometió a que en 90 días una delegación de la OPIC viajará a cada uno de los países caribeños para darle seguimiento a distintos proyectos e inversiones.
En febrero pasado, la embajadora estadounidense en República Dominicana firmó un acuerdo que facilitaría las inversiones estadounidenses en el país mediante el financiamiento externo que realiza la OPIC.[7]
Para el caso cubano, se cumplen 23 años de la aprobación de la Ley Helms-Burton. Recientemente, Trump suspendió por seis meses la aplicación del Título III de esta ley. Este capítulo refiere a los derechos que otorgan las autoridades a empresas para demandar a quienes realicen negocios con propiedades estadounidenses confiscadas por el Gobierno cubano después de 1959. Todo indica que el lobby republicano (anticastrista) en Miami, muy cercano a Trump, está encontrando condiciones favorables para imponer su agenda, en un contexto de apuntalamiento del anticomunismo y antisocialismo de cara a la política hacia Venezuela, pero también en virtud de las próximas elecciones presidenciales en EE. UU[8].
China en el Caribe
En los últimos años, la presencia china en el Caribe se ha incrementado. Cinco países caribeños se inscribieron en el financiamiento de la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la seda de China: Trinidad y Tobago, Granada, Dominica, Antigua y Barbuda y República Dominicana, que recibieron en noviembre pasado un préstamo de 600 millones de dólares para ampliar la red eléctrica del país.
Según el Inter American Dialogue, las inversiones chinas en el Caribe se han incrementado en los últimos años, destacando las siguientes:
En Trinidad y Tobago están concentradas en el sector de infraestructura (2,6 mil millones de dólares).
En Jamaica, están concentradas en el sector de infraestructura y de 2005 a 2017 han invertido poco más de 2 mil millones de dólares.
En República Dominicana destaca el sector energético, con 600 millones de dólares. En 2018, el Gobierno dominicano cambió sus relaciones diplomáticas con Taiwán, para promover las relaciones con China.
En el caso de Cuba, las inversiones chinas se concentran en los sectores de energía e infraestructura, y de 2015 a 2017 han invertido 240 millones de dólares.
En Barbados se han invertido 170 millones de dólares desde 2015 en proyectos de infraestructura.
En Bahamas los proyectos se concentraron en el área de infraestructura, y desde 2011 han invertido 99 millones de dólares.[9]
Seguridad
En temas de seguridad se da continuidad a programas para desmantelar organizaciones criminales transnacionales, frenar el tráfico y el contrabando de bienes y personas ilícitos, fortalecer el estado de derecho y mejorar la ciudadanía. Está en vigencia el programa de capacitación y renovación de equipo para fuerzas policiales y de defensa contra organizaciones criminales. En cuanto a la lucha contra organizaciones terroristas, los programas son Gobierno, sistema de justicia y sociedad civil, que buscaría aumentar la capacidad de los gobiernos caribeños para investigar y procesar delitos nacionales e internacionales. También está operativo el programa de cooperación mutua en seguridad en donde se incluyen la lucha mutua contra el narcotráfico y la promoción del intercambio de información.[10]
Venezuela
Uno de los temas en la agenda Trump-Caribe, fue Venezuela y el llamado del presidente de EE. UU. a reconocer a Juan Guaidó, así como a promover “el retorno a la democracia en Venezuela”.[11] En enero algunos líderes del Caricom se reunieron en Nueva York con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y expresaron su optimismo en que dicha organización ayudará a establecer una hoja de ruta hacia la paz en Venezuela, pero dejaron claro que “están contra la interferencia e intervención extranjera en los asuntos internos de los estados”. Este grupo ha frenado en diversos momentos ataques en contra de Venezuela, como en la OEA y en la ONU. La delegación estuvo encabezada por el primer ministro de San Cristóbal y Nieves, Timothy Harris, y estuvo acompañado por su contraparte de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, y de Barbados, la primera ministra Mia Mottley.[12]
El Caribe está en disputa desde hace cinco siglos, y ese supuesto continúa válido para el siglo XXI. Históricamente, la región ha sido considerada la llave de entrada para América Latina y no será distinto en la disputa geopolítica actual. Las estrategias en materia de seguridad, de lucha contra el narcotráfico, así como la promoción de inversiones en infraestructura y energía renovable por parte de EE. UU., pretenden contrarrestar las inversiones y presencia china en la región. Pero también la influencia que estos años ha logrado la cooperación energética venezolana por la vía de Petrocaribe. Sin duda, el Caribe será una de las regiones que en el siglo XXI verán la disputa geopolítica de las principales potencias mundiales por el control de rutas comerciales, recursos estratégicos y control de territorios.
Notas:
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