sábado, 20 de abril de 2019

A los 222 años de presencia Garífuna, arrecia el racismo



En el marco de la conmemoración de los 222 años de la presencia en Honduras, el alcalde de la ciudad de San Pedro Sula, el Sr Armando Caledonio, denegó el derecho a utilizar el parque central de esa ciudad, como el escenario que ha sido habitualmente utilizado por nuestro pueblo el 12 de abril, situación que ha causado un enorme resquemor entre los Garinagu.

El desprecio demostrado por ese alcalde nacionalista, es una muestra más del evidente racismo instaurado en Honduras, el que es palpable en todas las esferas sociales y culturales del país. Siendo el despojo territorial y cultural un leit motiv del actual partido en el gobierno, el que no tuvo reparos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el ex procurador y actual magistrado de la Corte Suprema, el Sr Abilio Serrano, no tuvo reparos para denegar nuestra condición de Hondureños, ademas de desconocer el territorio ancestral que ocupamos, alegando su pertenencia  al pueblo Tolupan y Miskito.

A partir del golpe de estado en Honduras se recrudeció la ofensiva en contra del territorio del pueblo Garífuna, siendo las “ciudades modelo”, conocidas actualmente como ZEDE, una de las más agresivas estrategias de despojo del pueblo Garífuna. No obstante durante la funesta administración de Pepe Lobo, participaron de forma activa los afrodescendientes que configuraban el Concejo de Ministros del cuestionado. Bajo el lema de “calladitos se ven mas bonitos”, los afrodescendientes no musitaron palabra alguna en cuanto a defender el territorio Garífuna.

El precio de la inserción promovida por las organizaciones de afroderecha ha sido la entrega del territorio a cambio de la participación en los rituales de poder, donde usualmente los líderes progubernamentales terminan bailando punta con los gestores del desastre que sacude a Honduras.

Ciertamente el factor racial es acuciante, pero la discriminación social  hacia  los sectores más pobres de Honduras, sirve de catalizador en ese proceso de expulsión interna que agita a los países del triángulo de la muerte (norte). El éxodo masivo que asuela  a Hondura, no es nada nuevo para nuestro pueblo, el que desde hace décadas viene emigrando hacia los Estados Unidos en búsqueda de nuevos horizontes económicos, ante la ausencia de fuentes de trabajo en Honduras y la destrucción sistemática de los recursos marinos y terrestres a manos de la clase “empresarial”.

Es indudable que el racismo en la última de´cada se ha incrementado en todo el planeta, siendo alarmante como la derecha se ha quitado la máscara de la corrección política sacando a flote el fascismo, que ha aflorado en los movimientos populistas que sacuden tanto Europa, Estados Unidos y el resto del planeta. El fortalecimiento de los “libertarios” estadounidenses, con sus diversas manifestaciones: partido del te, alt right, ilustración oscura, etc; han logrado permear el imaginario colectivo de los blancos, demostrando que el Ku Klux Klan está más que activo.

El pueblo Garífuna ha sobrevivido a despojos, destierros y múltiples traiciones, que nos han dotado de una enorme resilencia. Sin embargo la actual crisis exige dotarnos de una enorme capacidad de análisis ante las múltiples agresiones, que muchas veces provienen de aquellos que se presentan como supuestos aliados pero que han sucumbido a la narrativa de dominación disfrazada de participación en la actual encrucijada.

La pérdida del territorio ancestral Garífuna y el implacable éxodo,  dejan entrever el racismo y la aporofobia, instauradas tanto en las estructuras del gobierno como entre  la elite dominante del país.

Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH

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