miércoles, 12 de abril de 2017

“Un medio de comunicación no siempre puede ser neutral o imparcial”



Por Paolo Moiola

En Nueva Loja, capital de la nororiental provincia de Sucumbíos, al lado de la entrada principal de Radio Sucumbíos, frente a un pequeño jardín, se encuentra un colorido gran mural con siete rostros, incluyendo cinco de las etnias nativas (kichwa, siekopai, cofán, shuar, siona), uno afro y otro que representa a los campesinos mestizos. El mural muestra el sentido de la filosofía y el objetivo de la emisora: “Trabajamos por la interculturalidad”.
La radio vio la luz en 1992 por impulso de Mons. Gonzalo López Marañón, en ese entonces vicario apostólico de esa provincia. Era una época en que Sucumbíos tenía pocas vías de comunicación y sus habitantes —indígenas y gentes venidas de fuera— escasas posibilidades de contacto.

A través de los años mucho ha cambiado. La economía petrolera ha transformado —a menudo para peor— toda la región amazónica. Hoy existen en la provincia unas 30 emisoras, pero Radio Sucumbíos cubre un territorio más amplio que las competidoras. Es parte de las redes de ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica) y CORAPE (Coordinadora de Medios Comunitarios Populares y Educativos del Ecuador), en las que confluyen muchas emisoras que comparten tres características: son comunitarias, son populares, son educativas. Este año la radio del Vicariato cumple 25 años de satisfacciones pero también de conflictos amargos.

Marilú Capa Galarza, periodista, coordinadora de información y conductora del radioperiódico “El Comunicador” es la guía en la visita al local de la emisora. En el área de prensa están apuntadas en una gran pizarra las tareas de la semana; en una habitación contigua otra pizarra muestra la lista de entrevistas. En Radio Sucumbíos trabajan en total 14 personas, pero hasta hace pocos años eran 23.

“Somos tres periodistas más otros dos colaboradores en los cantones vecinos de Shushufindi y Orellana”, cuenta.

La radio de la gente

  En una pared cuelgan decenas de fotos y Capa, con paciencia, menciona las más significativas.

“Esta radio no nos pertenece a nosotros: es una radio de la gente. Lo demuestra el hecho de que en todos los conflictos que hemos tenido la ciudadanía nos ha defendido”, comenta, mientras se dirige a los grandes archivos donde se guardan, en perfecto orden, discos de vinilo, CD, cintas VHS, casetes, instrumentos técnicos ya obsoletos.

En un estudio de grabación está trabajando Pilar Guarnizo, conductora de “Rostros y Rastros”, un programa sabatino.

“Hablamos de personajes de la historia y de personas de hoy que han realizado una importante labor en el campo de los derechos humanos y la defensa del medio ambiente. En esencia, es una transmisión educativa”, explica Guarnizo.

En otro estudio se está transmitiendo “La Trocha”, un programa de entretenimiento que conduce Miguel Ángel Rosero, quien desborda energía y entusiasmo.

Al lado de la consola se destaca un cartel en kichwa: “Alli Shamushka Kai Anki Sucumbiosma” o “Bienvenido a Radio Sucumbíos”. La investigación de la interculturalidad es sin duda un punto meritorio de esta emisora de Nueva Loja.

Germán Tapuy es un joven indígena que se ocupa del programa en kichwa llamado Jatarishunchik (Levantémonos) que se transmite de lunes a sábado de 4:00 am a 5:30 am. “Abordo las cuestiones más diversas”, explica. “Todo lo que interesa a las cinco nacionalidades indígenas que viven en esta provincia”.

El fin de semana hay también un programa destinado al pueblo afroecuatoriano titulado “Voces y Jolgorio”, conducido por Antonia Guerrero. “Aunque sólo hay unos pocos miles de afrodescendientes [en la provincia], decidimos que era importante darles espacio también a ellos”, explica Capa.

“Somos una radio inclusiva”, confirma Amado Chávez, director de programación, quien también menciona su programa, “Machetes y Garabatos” en el que “tratamos cuestiones muy prácticas: cultivos agrícolas, ganadería, piscicultura”.

Lucha política y económica

  En octubre del 2010, cuando Mons. López se retiró tras haber alcanzado el límite de edad, el Vaticano lo reemplazó con el sacerdote argentino Rafael Ibarguren Schindler, miembro de la congregación ultraconservadora Los Heraldos del Evangelio, nombramiento que trajo caos y fuertes divisiones entre el clero y la población de esta provincia amazónica. Esto tuvo graves consecuencias también para Radio Sucumbíos.

La situación estalló con la toma de Radio Sucumbíos por la policía en mayo del 2011, que cobró de inmediato relevancia internacional. Después de varios sucesos y giros dramáticos, en noviembre del 2013 el papa Francisco puso fin al incidente con el nombramiento de un nuevo vicario apostólico, Mons. Celmo Lazzari.

Los difíciles sucesos vividos por la emisora entre finales del 2010 y principios del 2012 han permanecido impresos en la mente de Víctor Gómez Barragán, director de Radio Sucumbíos desde junio del 2015.

“Los Heraldos querían una radio que en lugar de seguir las marchas campesinas, las protestas civiles, las manifestaciones populares, las problemáticas de género, siguieran solamente las misas y transmitieran solamente oraciones. Es decir, no hablar de un Dios vivo que está en el campo, al lado de los pobres y los indígenas. Querían despedir a todo el personal y hacer la radio con sólo tres voluntarios”, cuenta.

La emisora ha resistido, pero el precio pagado ha sido muy alto. La lucha religiosa entre los Carmelitas Descalzos—reunidos en la llamada Iglesia de San Miguel de Sucumbíos (ISAMIS)— y Los Heraldos pronto se convirtió en lucha política y económica. Con facciones y divisiones, incluso entre familiares y amigos.

“Muchas de esas heridas todavía hoy no se curan”, admite Gómez, quien ahora sin embargo tiene otras preocupaciones. “Siempre hemos tenido que luchar con las dificultades económicas. Pero ahora la situación se ha agravado a causa de la crisis que, desde el 2015, se ha abatido sobre el país. La primera consecuencia ha sido la reducción de la publicidad procedente de entidades gubernamentales y empresas privadas. Además, dado que estamos situados en una zona petrolera, debido a la caída de los precios del crudo, muchas empresas locales han cerrado, el comercio ha disminuido y con ello también las inversiones publicitarias”.

“Se ha hecho muy difícil sostener un proyecto de comunicación como el que ofrece Radio Sucumbíos”, dice. “Si no llega el apoyo de algunas entidades no gubernamentales, sólo podremos sobrevivir con la reducción de personal y de programas. No queremos que esto suceda, porque nos transformaremos en una de tantas radios que ofrecen sólo música y algún que otro programa, sin ningún interés por las problemáticas sociales y comunitarias”.

Y se socavaría el lema que ha guiado a Radio Sucumbíos en estos primeros 25 años de vida: hacer periodismo con responsabilidad social.

“Si hay una fuga de petróleo, la denunciamos de inmediato. No nos comprometemos con el poder, sea político o económico. Un medio de comunicación no siempre puede ser neutral o imparcial. Cuando hay una violación de un derecho humano, cuando hay un desastre ambiental, debemos tomar partido. Y Radio Sucumbíos siempre se ha puesto del lado de la gente, de los campesinos, de los indígenas”.

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