martes, 22 de julio de 2014

Que EE.UU termine de financiar la Guerra contra las Drogas y al régimen corrupto de Honduras



Los desgarradores relatos que emanan de los centros de detención para inmigrantes ubicados en la frontera de EE.UU. han figurado en las noticias últimamente, con mucha razón. Sin embargo los medios masivos han ignorado en gran parte las verdaderas lecciones que se desprenden del número creciente de menores, no acompañados, detenidos en la misma frontera. 

Esta llamada “crisis humanitaria” no es causada por la naturaleza criminal de la población de América Central, o porque se trate de padres y madres irresponsables, o porque los menores busquen perseguir el estereotipo del  “sueño americano”. Los menores de edad y sus familias están llegando a los EE.UU. para poder sobrevivir. En el fondo, con demasiada frecuencia intentan huir de las devastadoras consecuencias de la política exterior de los EE.UU. en la región, tanto del pasado como del presente.

El número de menores de edad que ha intentado atravesar la frontera e ingresar en los EE.UU. ha aumentado de manera dramática en los últimos cinco años. Durante el año 2009, alrededor de 6.000 menores no acompañados fueron detenidos cerca de la frontera. Cálculos respetables estiman que el Departamento de Seguridad Interior (Department of Homeland Security DHS) habría detenido hasta 74.000 menores no acompañados a finales del año 2014.

Alrededor del 28% de los menores detenidos este año procedía de Honduras, 24% de Guatemala y 21% de El Salvador. Los aumentos  tan severos de la migración desde Honduras son un resultado directo del golpe dirigido por egresados de la Escuela de las Américas, sucedido el 28 de junio del 2009. Las abusivas políticas formuladas por los regímenes de Honduras, a partir de entonces, y el vergonzoso apoyo de los EE.UU. a estos gobiernos corruptos surgidos tras los cuestionados procesos electorales de 2009 y 2013.

Desde el 2008, los EE.UU. han desembolsado más de 800 millones de dolares en ayuda para la seguridad hacia Honduras, Guatemala y El Salvador, a través de la “Iniciativa para la seguridad regional de América Central” (Central American Regional Security Initiative CARSI), además de millones de dólares más en ayuda militar y policial a cada país individual.  

La actual crisis humanitaria en la frontera es el resultado directo de una drástica militarización de la guerra contra las drogas, liderada por los EE.UU., relaciones económicas desequilibradas (e.g. los Tratados de libre comercio que han devastado las comunidades campesinas) y el apoyo de los EE.UU. al gobierno de post-golpe de Honduras, infiltrado por los carteles de la droga.

Utilizando cualquier medida que se quiera utilizar –la disponibilidad de las drogas, las encarcelaciones masivas, la detención masiva de inmigrantes, y el uso eficaz del dinero de los impuestos en los EE.UU.; las tasas de homicidios y de violencia, la corrupción, el poder omnipresente de los carteles de la droga, y las tasas de migración en América Central– la "guerra contra las drogas" ha demostrado ser un fracaso.

Es tiempo ya de que el gobierno de los EE.UU. asuma su verdadera responsabilidad por el papel que ha representado en las causas profundas de la migración desde América Central. La región nunca será “curada” de los males que la aquejan sin una re-evaluación basada en los hechos, honesta, y como consecuencia de ello una re-implementación de la política exterior estadounidense.

Los patrones de violencia y migración forzosa establecidos durante las guerras sucias del Siglo 20 han persistido incólumes. No es sorprendente que los menores de edad centroamericanos emprendan solos el viaje a los EE.UU. para escapar de la violencia, sobre todo si uno de sus padres o ambos ya residen allí.

Una creciente militarización bajo el pretexto de ser una guerra contra las drogas ha dado como resultado violaciones masivas de los derechos humanos,  incluyendo la apropiación ilegal de tierras, y la persecución de líderes indígenas y comunitarios, con demasiada frecuencia a manos de militares y policías financiados y entrenados bajo programas de seguridad estadounidenses (muchas veces en la Escuela de las Américas).  

En Honduras en particular, la situación se ha ido deteriorando dramáticamente, y sin embargo los EE.UU. continúa financiando a las fuerzas de seguridad de Honduras, brutales y corruptas, cinco años después del golpe militar del 28 de junio de 2009, llevado a cabo por egresados de la Escuela de las Américas. ¿Por qué tiene que seguir sufriendo la población de Centromérica, y por qué tiene que seguir siendo utilizada como chivo expiatorio, cuando las causas profundas de la migración son creadas con demasiada frecuencia por las políticas exteriores de los EE.UU. tan perjudiciales?

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