jueves, 2 de mayo de 2013

Un infierno terrenal llamado San Pedro Sula




Eran las 10 de la noche del sábado cuando sonaron tres disparos en la calle El Paraíso número dos. Eran los que daban muerte a tres jóvenes con edades entre 19 y 22 años cuyo único crimen fue salir de casa una noche de fin de semana.

Horas más tarde, a las 7.30 de la mañana, en el barrio Cabañas, unos hombres armados se asomaron por las ventanillas de dos coches rojos y abrieron fuego contra una furgoneta gris que circulaba junto a ellos.

Mataron a dos de sus ocupantes. Una mujer resultó herida. Y esto es un fin de semana normal en San Pedro Sula, una ciudad al noroeste de Honduras en la que por normal se entiende muerte. Con 169 homicidios voluntarios por cada 100.000 habitantes al año -tres muertos al día-, es la ciudad más sangrienta del mundo.

Esto según un informe realizado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, un think thank mexicano que, eso sí, no incluye las metrópolis de Oriente Próximo pero que sí sitúa Acapulco (México) como segunda ciudad más violenta del mundo. En Estados Unidos es Nueva Orleans (Luisiana) la que se lleva la palma, en el número 17. El país con más ciudades violentas (15) es Brasil, seguido de México.

Pero, ¿qué tiene San Pedro Sula de especial para encabezar esta lista? Según los expertos, es el resultado de la ofensiva mexicana contra la violencia de los cárteles de la droga y la dureza con la que Estados Unidos deporta a los inmigrantes mexicanos que cometen crímenes en sus tierras: si el norte no es una opción, la actividad criminal se desplaza al sur, donde, como en otros tantos países centroamericanos, las autoridades tienen pocos recursos para combatirla.

Lo cual no impide que los habitantes de la ciudad lamenten las conclusiones del estudio. Muchos de ellos creen que no se merece y que está dañando los pequeños negocios locales. Explican que Honduras solo tiene tres morgues y una de ellas está en San Pedro Sula, con lo cual cualquier víctima de un asesinato en otra localidad es llevada allí, lo cual hincha las estadísticas.

“Todos los crímenes del norte de Honduras terminan pasando aquí, según los documentos oficiales”, se lamenta Luis Larach, un empresario local. “Lo que hacemos los hombres de negocios es una cuenta más precisa para determinar de dónde viene tanta muerte violenta para comprobar que la información es verdadera”.

No solo tendrían que enfrentarse al Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, también la universidad Nacional Autónoma de Honduras sostiene que el estudio solo tiene en cuenta los asesinatos perpetrados en San Pedro Sula y que, de hecho, el índice es incluso mayor. El grupo ha explicado en su página web:

“No es su lugar en el ranking lo que daña la imagen de la ciudad, sino la violencia y la incapacidad del gobierno para contenerla y reducirla. Esconder los problemas nunca sirve para solucionarlos”.

Para solucionar el problema, las autoridades hondureñas han lanzado la llamada Operación Trueno, consistente en saturar los enclaves más violentos de policías y soldados. Algunos residentes creen que es una medida que ya está dando resultados. “Ahora hay más seguridad”, anuncia Nicolle Valladares, una vecina. “Y eso nos da paz”. Los números, por ahora, le llevan la contraria.

Foto: Reuters

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