martes, 14 de mayo de 2013

¿Hacia dónde va la seguridad?




Por Juan Almendares

“Nosotros los Marines creemos que Dios  dio a América (Estados Unidos de América)  el mejor regalo que podría otorgar al hombre… la libertad…Tengan  la seguridad que en  nuestra América, este experimento en la democracia comenzó hace más de dos siglos, por siempre siendo la "tierra de los libres y el hogar de los valientes", siempre y cuando nunca se quede sin jóvenes estadounidenses duros que están dispuestos a mirar más allá de su propio el interés personal y la vida confortable, y entrar en los lugares más oscuros y peligrosos en la tierra para cazar y matar, aquellos  que quieren hacernos daño”.

John Kelly

Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos de América

Seis hechos y ejes debidamente articulados han puesto a Honduras en el escenario mundial:

·      Golpe de Estado  del 28 de junio del 2009

·      Más del ochenta  por ciento de la droga que entra a Estados Unidos de América pasa por Honduras

·      Existencia de la tasa de homicidios 86.5 por cien mil habitantes que corresponde a la más alta en el mundo.

·      Epicentro de las maniobras de la geopolítica militar y contra las drogas  de EUA en América Latina.

·      Uno de los países más pobres de América Latina donde prevalecen las políticas depredadoras multinacionales: minería, monocultivos, agrocombustibles, transgénicos, megaproyectos de represas, turismo y el sometimiento a la hegemonía capitalista de la globalización neoliberal

·      Alta tasa de inseguridad  y de violaciones a los derechos humanos

Para este trabajo nos centraremos sobre la situación de seguridad y violaciones a los derechos humanos, la soberanía y autodeterminación del pueblo hondureño:

En la última década se ha incrementado el número de bases militares estadounidenses, con fuertes controles aéreos, marítimos y terrestres. Se suman a la Base Soto Cano (Palmerola), en Comayagua, las siguientes: una en las Islas de la Bahía (Guanaja) , otra en la Mosquitia (cerca de la laguna de Caratasca), y en Puerto Castilla, se está desarrollando una fuerte infraestructura militar que está articulada a la Cuarta Flota del Comando Sur.

En la zona norte, oriental y central del país y en las cercanías del Caribe, existe la mayor militarización. En la Zona Sur e se desarrollan operaciones militares conjuntas que ejercen  el control del mar Pacifico, en donde la política del Pentágono además de militar, es tener mayor hegemonía  mediante la   privatización de  los mares.

Los mayores traumas, terrores, torturas  y asesinatos  se han concentrado, en las áreas del Valle del Aguán, territorios garífunas, misquitos, tawakas, y familias campesinas. Las comunidades son falsamente acusadas de ser grupos guerrilleros  y bajo el pretexto de la guerra contra las drogas  y defensa de las propiedades de los terratenientes y multinacionales (minería, petróleo, neocolonización británica/estadounidense)  y agrocombustibles  , se realizan experimentos de guerra que tienen como chivo expiatorio a las comunidades campesinas.   Participan en las operaciones : las Fuerzas Armadas y la Policía hondureñas ( Base Naval de Puerto Castilla, Batallón de Infantería, Operación Xatruch, Policía Local y cuerpos de Inteligencia Militar); miembros militares y de contrainsurgencia  estadounidenses,  Agentes de la DEA, y la policía colombiana, guardias privados de los terratenientes y cuerpos armados de los narcotraficantes.

La política intervencionista del Pentágono ha invadido todos los espacios militares, económicos, sociales, políticos, ideológicos religiosos y mediáticos del país; a tal grado que el objetivo central es la amenaza constante de otro golpe de Estado o consolidar la intervención total para considerar a Honduras un “Estado Fallido” e ingobernable y aplicar la receta de Haití, o convertirlo en un Estado de Excepción permanente o el Estado Libre Asociado como Puerto Rico.

Las líneas dominantes se han realizado en nombre de la Seguridad, desde luego la Seguridad de los Estados Unidos, para lo cual se ha pretendido (sin resultados) borrar la memoria de la Doctrina de Seguridad Nacional con sus crímenes (desaparición forzosa)  y establecer una Nueva Doctrina de la Seguridad.

El primer paso son amenazas o consumación de los Golpes de Estado en América Latina  y la militarización del Estado y la sociedad donde los ejércitos y cuerpos policiales sean obedientes y no deliberantes a las políticas del Pentágono. En el caso particular de Honduras se ha pretendido borrar la memoria de los actos violatorios y de tortura que ha realizado el ejercito entrenado en la Escuela de las Américas , y considerar el cuerpo castrense como el principal  garante de la seguridad

El segundo paso ha sido depurar los cuerpos policiales y dejar intacto los cuerpos militares (ambos han participado en actos de corrupción  y violación de los derechos humanos). La depuración ha sido desigual, los encargados de hacerla, los altos jefes  no se han depurados a sí mismos y lo hacen postfactum (después de los hechos).

En las pruebas de confianza han tenido un gran peso la tortura psicológica mediante utilización del polígrafo, el FBI, la policía colombiana y mexicana. El “Comisionismo“ ha proliferado y cuando presentan informes sobre la corrupción policial de la alta  jerarquía; no existe la debida información  al pueblo hondureño.

El tercer paso ha sido promover la intervención del Ministerio Público,  la Corte Suprema de Justicia  y desarrollar una política de despojo de la cultura y desnacionalización en el país. Financiar a cuadros intelectuales orgánicos y organizaciones sociales, religiosas y mediáticas afines  a la política imperialista  para que el pueblo acepte la intervención estadounidense y la militarización de la sociedad.

El cuarto paso es crear la confusión y el caos mediante la proliferación de problemas  o situaciones de violencia. Los recientes  cambios  en las políticas de ha sido  la sustitución del Ministro de Seguridad.  Estos cambios ocurren cuando se producen  las visitas  de altos funcionarios estadounidenses:  militares  y expertos  en la contrainsurgencia y la guerra contra las drogas y sobre todo en las políticas agresivas contra Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua; tales como los visiitantes: John Kelly, Jefe del Comando Sur, El Zar Antidrogas William Brownfield   y el senador Robert Menéndez.

No hay duda de que si existe intervención desde afuera es porque hay condiciones internas ya sea de la oligarquía financiera, agroindustriales, el Gobierno, los  partidos políticos; así como de las organizaciones del movimiento social y la denominada “sociedad civil”, quienes guardan silencio ante  las violaciones a la dignidad nacional. Lo que tenemos en Honduras es una guerra contra el pueblo, es un experimento bélico aterrorizante que nos despoja de los territorios, de la dignidad y de la cultura. Es la violencia neocolonizadora que se presenta como algo monstruoso  y difícil de vencer.  Es la guerra psicológica, la guerra de conflictos de baja intensidad, la guerra mediática y la guerra  irregular. Es la Nueva Doctrina de Seguridad que se manifiesta cada vez mas como la Seguridad más insegura.

Los siniestros planes  nos perforan el cerebro y la conciencia y nos hacen creer que nosotros y nosotras  somos los violentos y salvajes y que por lo tanto se requieren la limpieza social, femicido y el exterminio de los campesinos, garífunas, indígenas  y los pueblos originarios  y ser dóciles ante el envenenamiento de la Madre Tierra con industria extractiva minera, la explotación del petróleo, los bosque, el encarcelamiento de las aguas y la vulneración de la soberanía alimentaria: agrocombustibles; plaguicidas y transgenicos generados por la biotecnología de la Monsanto. 

Nuestro gran desafío es la unidad de  las fuerzas contrahegemónicas, defender la cultura y autodeterminación, la soberanía y la dignidad nacional. La verdadera Seguridad  no es militar ni policial; tiene su fundamento en la transformación de la desigualdad social y económica, la injusticia social, y lograr el buen vivir, el respeto a los derechos humanos y de la Madre Tierra.

La Política de Seguridad impuesta por Estados Unidos de América nos  lleva a la muerte programada del pueblo hondureño y a borrar la memoria histórica de nuestros mártires, héroes y heroínas: Lempira, José Cecilio del Valle, Francisco Morazán, Froylán Turcios,  Visitación Padilla y Lolita Caballero; así como las luchas de resistencia heróicas de las organizaciones indígenas, garífunas, obreras campesinas, pobladoras  y estudiantiles.

Con toda esta plataforma de agresión imperialista en Honduras la vida de un campesino, de una mujer o de un niño sólo vale un cintillo en los periódicos amarillistas, porque la mismísima Seguridad se ha vuelto insegura.

Tegucigalpa, mayo 2013

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