viernes, 17 de mayo de 2013

El Estado parece que no funciona




Por Thelma Mejía

Entraron como turistas y salieron como turistas. Llegaron a una de las zonas en donde la institucionalidad no funciona, en los llamados territorios calientes de la inseguridad en el occidente de Honduras.

Se anunciaron por Youtube y pagaron una irrisoria cantidad de impuestos hasta que la denuncia salió en la prensa local y televisiva. Se trata del grupo mexicano de narcocorridos  “K-Paz de la Sierra”. Todo indica que hubo protección policial por aquello de la seguridad de los asistentes al concierto en el estadio municipal del alucinante municipio de El Paraíso, Copán.

Ése en donde se asegura existe un helipuerto y una réplica del capitolio de Washington. Ése en donde la comunidad ha prosperado, según sus autoridades, gracias al empuje en la producción lechera. Ése en donde en las elecciones internas y primarias de noviembre pasado lo votos habrían sido “cantados” para mayor solemnidad al fervor cívico electoral.

Desde hace un tiempo, el municipio de El Paraíso, Copán, se ha convertido en el sitio es donde se esconden grandes historias para la prensa, un lugar del que se saben cosas a medias, pero como él, existen otras zonas calientes en donde los “barones de la oscuridad” han hecho su hacienda de reposo, según un reciente informe del UNODOC de Naciones Unidas que cita varias alcaldías hondureñas al control de estos “señores”.

K-Paz de la Sierra como otros tantos grupos de  música norteña populachera, no es la primera vez que ingresa a Honduras. En tierra adentro, los lugareños reciben con frecuencia ese tipo de bandas, y en ciertas aldeas, dicen que hasta circulan carros con placas mexicanas de Sinaloa. Es el poder de la impunidad.

La llegada de este grupo hubiese pasado desapercibida sino es por la publicación del diario El Heraldo y luego una nota informativa de Telenoticias, Canal 5. Ambas, en el fondo, evidenciaron que la institucionalidad ahí no funciona, los responsables de dar la cara, se callaron, y los que quisieron hablar, lo hicieron tímidamente, mientras otros pidieron el anonimato.

Los reportes periodísticos dicen que los niños estuvieron en primera fila para degustar el espectáculo de K-Paz de la Sierra. ¿Y la salud mental, quién se las protegió? Me surge la inquietud por eso de que ahora nuestras autoridades están tan preocupadas por la infancia y la adolescencia que seguro habrán enviado de inmediato una nota de reclamo al alcalde de El Paraíso, Copán, cuyo nombre se me escapa en este instante.

¿Quién dijo miedo? Ahí el Estado parece que no funciona, ni siquiera lo intenta. Son las tierras de los duendes y las brujas que extienden sus anécdotas a otras partes de Honduras, rurales y urbanas, donde los poderes  paralelos buscan legitimarse para convertirse en elites.
Mientras, en el escenario político de la capital, nadie se refiere al tema del concierto mexicano y toda la impunidad que encierra. Nadie habla y ahora será peor, ante la nueva disposición de la autoridad de referirse al público solo por comunicados. ¿Habrá alguno sobre este caso? ¿Y la salud mental de la niñez y la adolescencia? ¡No entiendo! ¡Ah, claro, viene una ley!

Aquí la tenacidad de algunos es controlar el derecho a la palabra, armar distractores con la seguridad al grado tal que hoy ni el ministro de la Defensa sabe a quién obedece, si al Comandante en Jefe que recae en la titularidad de la Presidencia de la República o al nuevo Comisionado Nacional de Defensa y Seguridad que parece absorberá su cargo sin que se entere. Es Honduras.

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