sábado, 2 de febrero de 2013
Perversidad política
“Los impulsores del proceso electoral saben que el Estado de Honduras es un edificio damnificado que se caerá, que aplastará a mucha gente, pero insisten en vivir ahí”.
El sacerdote jesuita, Ismael Moreno, director del consorcio ERIC- Radio Progreso, analiza la peligrosa tendencia a la concentración del poder nacional para entregar las riquezas naturales al capital transnacional.
También, detrás de esa tendencia el padre Melo denuncia las sutilezas interventoras del gobierno de Estados Unidos a través de la cooptación de organizaciones de base de la sociedad hondureña, sin descartar la vía militar.
Al mismo tiempo, el religioso devela la perversidad de las élites políticas hondureñas que venden a la población la falsa idea que las elecciones generales de noviembre de 2013 serán un factor de salida a la crisis actual.
La redacción de defensoresenlinea.com habló con el padre Melo sobre estos temas.
Para dónde nos llevan
Hay una tendencia que parece imparable hacia la concentración de decisiones en el gobierno, desde los políticos que encuentran en el CN la plataforma para ejercer control sobre otros políticos y negociar cuotas de poder, pactar con los grupos económicos, y el capital transnacional. Es, de algún modo, una reminiscencia de la concepción militar concentradora de poderes; lo estamos viendo en la figura de Juan Orlando Hernández, que está entendiendo que el poder se define a partir del control total de las estructuras del Estado y, desde ahí, negociar con los sectores, hacer pactos de cúpulas y, al final de cuentas, expresar el debilitamiento del Estado de Derecho y la subordinación de toda la institucionalidad a una idea concebida a partir de la absoluta concentración del poder en personas con cargos públicos.
En esta lógica, ¿qué significa renombrar a las ciudades modelo para favorecer a las transnacionales chinas con puertos en Trujillo y Amapala, junto con la nueva Ley de minería, más una ley de inteligencia?
Estamos, para usar una fórmula que parece etérea pero que tiene concreción en Honduras, ante la radicalización del modelo neoliberal. En Honduras se combinan varios factores a este respecto:
a) La necesidad de subordinación al capital multinacional, que tiene el mayor poder
b) El control. Los políticos y los militares estarán física y políticamente más unidos en esta concepción
c) Política y militarmente hablando Estados Unidos tiene la mayor injerencia en este momento en la sociedad hondureña, en la medida que está resquebrajado el Estado de Derecho y la institucionalidad ya no resulta funcional, entonces toman decisiones de una presencia interventora mucho más directa y muchas veces sutil, tratando de buscar alianzas internas con sectores sociales y políticos en Honduras, mientras afirman la alianza tradicional con la clase política, los militares, la policía y el empresariado. Pero como saben que esas alianzas ya no bastan, están buscando una intervención no necesariamente militar , que no se descarta, pero la intervención es mucho más sutil, están teniendo una presencia y buscando alianzas con sectores de base del nivel social, para incluso invertir tiempo, energía y dinero. Este es un factor que no hay que perder de vista
d) La inseguridad. Ante un factor de tanta inseguridad como la que vive Honduras, un control tan fuerte de los medios de comunicación de alcance nacional que la reflejan y reproducen, entonces la sociedad se siente cada vez más indefensa y cuando está así, ¿qué es lo que pide?: más seguridad, mayor fuerza.
En una última encuesta que nosotros elaboramos, más del 60% de la gente está de acuerdo en que los militares salgan a la calle. Ese dato es peligrosísimo, porque entre la gente que dice que está muy de acuerdo en que los militares salgan a la calle y la que está algo de acuerdo, suma un 89. 8% de la población que está de acuerdo con el tema. Esta percepción de buscar apoyo en quienes tienen fuerza y quienes ejercen autoritarismo para tener seguridad, refuerza las políticas interventoras de USA, la concentración de poderes en políticos como Juan Orlando y refuerza la subordinación de Honduras a las multinacionales, que son en última instancia las más gananciosas en esta situación de deterioro social de Honduras, país inmensamente rico en bienes naturales.
La salida a la crisis de rompimientos
Creo que lo que ha habido en términos figurados es un proceso de atolladero, no ha habido avance desde la ruptura constitucional de 2009; ha habido pactos entre las cúpulas, incluso un pacto de gobernabilidad -(el de Cartagena de Indias)- no sólo entre las cúpulas golpistas, sino con aquellos sectores (de resistencia) que creen en la disputa del poder desde el escenario electoral. Sin embargo, la ruptura está dada, no se ha soldado nada; esto significa que si hay ruptura, el edificio social, político y económico hondureño está damnificado, resquebrajado por el terremoto de 2009. En ese edificio no se puede vivir, hay que derrumbarlo para construir otro; pero lo que se ha hecho es ponerle un poquito de cemento a algunas columnas, sin entender que en ese edificio destruido no se puede vivir, quien lo haga se somete a morir aplastado. Así las cúpulas políticas han decidido vivir en ese edificio, levantando algunas paredes, poniendo algunos parales, reforzando techos con unas vigas, pero el edificio es irreparable. Hay que tirar ese edificio para levantar otro, porque lo que tenemos nosotros es una ruptura seria, no hemos avanzado y no lo haremos mientras no haya una decisión audaz: aceptar que esa edificación no tiene capacidad de reconstruirse, sino sólo de deshacerse.
Las elecciones, otro paral del edificio
Déjeme advertirle que en la encuesta que hicimos en diciembre 2009 al menos el 52% de los entrevistados cree que las elecciones generales serán fraudulentas. Las elecciones son parte del conflicto, son parte del edificio damnificado, pero no aceptamos que es bueno convertir el edificio en escombros; el proceso electoral es el instrumento que está buscando mantener en pie ese edificio, sabiendo los que conducen el proceso que ese edificio se va a caer y que no se puede sostener sino convirtiéndolo en escombros para construir otro. Es un erro político, una perversidad, esperar que el proceso electoral así como está planteado, sea una respuesta a la crisis política que vive el país. No, porque es parte del conflicto. Entonces, para darle respuesta a los graves problemas de la población, el desempleo, la inseguridad, la falta de salud y educación, tenemos que pasar por un planteamiento audaz, que no es lo que plantean los políticos conocidos, sino lo que ha sido una demanda profunda de la ciudadanía, una Asamblea Nacional Constituyente que produzca un pacto social auténtico, profundo, que rehaga el edificio, que nos haga avanzar a procesos electorales que canalicen no solamente demandas sino procesos políticos de profunda refundación del país, como es la consigna que no acabamos de llenar de contenido en Honduras.
Propuestas o consignas
Hay intuiciones, propuestas muy parciales, especialmente aisladas o dispersas, pero no tenemos una propuesta que recoja el andar de diversos sectores sociales que tienen intuiciones comunes y propuestas dispersas en una sola propuesta nacional. Por tanto, sí hay audacia, porque hay varios sectores que platean que no se puede hacer nada sin derrumbar el edificio. Pero la audacia se ha de completara cuando esas propuestas dispersas, aisladas y parciales se puedan conjuntar en una propuesta nacional y, desde ahí, podamos definir un rumbo que nos lleve a alcanzar los auténticos logros que necesitamos en el país.
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