jueves, 21 de febrero de 2013

La radio, instrumento de democracias




Por Julio Escoto

La radio no es solo un medio masivo de comunicación sino que puede y debe ser también un práctico instrumento democrático mediante el cual se expresan los pueblos. Y de allí que los buenos gobiernos procuren destruir los monopolios de radio y ampliar el espectro a fin de que todas las clases sociales hagan uso del sistema. Para ello seccionan la utilidad del medio y otorgan las frecuencias a un amplio arco de organizaciones representativas de la nacionalidad, obviamente bajo compromisos legales que aseguren su funcionamiento óptimo. La mayoría de naciones del orbe cuentan, por tanto, con radioemisoras privadas pero igual públicas a cargo de entes de emergencia, universidades, grupos culturales, municipalidades, etnias, villas o pueblos, estas tres últimas con alcances limitados de potencia, pues se dirigen a áreas demográficas menores.

En Surcorea la presencia de la radio comercial es mínima. La red de radiodifusión y televisión que transmite a todo el país es el Sistema de Emisión Educativa, encargado de apoyar la educación pública y motivar a la población para que adopte mejores calidades de vida. Para ello un canal (EBS-TV) difunde documentales y programas dirigidos a preescolar y escuelas; otro (EBS-FM) refuerza el aprendizaje de lenguas, mientras que tres más vehiculados por satélite desarrollan la currícula de secundaria (EBS-Plus1), temas científicos para jóvenes y ancianos (EBS-Plus2) y aprendizaje de inglés (EBS-Plus3) para alumnos desde kindergarten a decimosegundo grado.

En varios países el sistema radial permite a autoridades locales, regionales y nacionales contactar a su población en situaciones de emergencia, particularmente en casos de alarma ambiental (huracanes, tornados), desastres geológicos (terremotos, volcanes, tsunamis), industriales (gases tóxicos, contaminación), radiológicos (plantas nucleares), de salud (pestes, epidemias, terrorismo). Se usa en otros casos para alertar sobre fugas de prisioneros, niños raptados, teléfonos de emergencia, etcétera. ONU nomina Programa de Alerta Temprana Internacional a la estructura con que advierte a sus diez mil empleados sobre condiciones de peligro y riesgo.

Desde 2007 este tipo de labor la ejecuta en Canadá una compañía privada, Pelmorex, que administra allí las dos mayores vías de cable dedicadas a materia ambiental y la cual propuso al gobierno el sistema de “Alerta en todo canal”. En la provincia de Alberta ese sistema puede ser activado por bomberos, policía municipal, gobierno provincial, autoridades de condado o agencias tribales, la Policía Montada y Environment Canadá.

En Francia las crisis se dan a conocer mediante 4500 sirenas eléctricas o electrónicas callejeras, como durante las guerras mundiales. La gente es así avisada para que permanezca donde está y encienda la radio para escuchar noticias e instrucciones. En Japón el sistema de aviso de terremoto ingresa incluso en los celulares. En EE.UU la gente que vive cercana a instalaciones nucleares debe disponer de un radio exclusivamente dedicado a captar señal de emergencia nuclear, pero asimismo le deben llegar advertencias simultáneas por Internet, móviles, mensajes de texto y otros aparatos digitales.

Todo esto evidencia concepciones absolutamente divergentes de la nuestra en torno al uso de la radiodifusión. Mientras que acá su propósito casi exclusivo es el lucro, accionado por mentalidades en que imperan lo banal y la vulgaridad, allá es el servicio social lo notable. Por ello dan a la radio comunitaria o alternativa ancho protagonismo pues estas cohesionan a su pequeña sociedad, la motoran económicamente (“Juan vende una vaca”, “yo compro la vaca”) y contribuyen a asociarla al planeta. No menos vitales, las radios culturales fijan valores, encaminan a la persona hacia la estética, que es equivalente a bueno, a ético y a felicidad, y forma a pueblos cultos, que son tolerantes y por ende menos violentos ni supersticiosos.

Hay miles de ejemplos en la tierra acerca de Estados que invirtieron en la radio en cuanto agente educativo y cultural y que triunfaron. Frente a esos espejos solo un villano escogería lo contrario.

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