sábado, 16 de febrero de 2013
Magisterio y gobierno, manos a la obra
La educación es la preparación de una persona para afrontar los retos que la vida le presenta. Este reto sigue siendo muy lejano para la niñez hondureña, como muy lejana se mira la implementación de políticas públicas orientadas a dar respuestas a una educación digna. Y sin un sistema educativo efectivo e integral, el único horizonte que se avizora es la producción en el futuro del mismo modelo de políticos y funcionarios públicos que hoy pisotean la dignidad y la soberanía nacional.
Está comenzando el año lectivo, y esa debía ser una muy buena razón para pensar y debatir sobre la educación en nuestra Honduras. Este tema es nacional, no es asunto sectorial, no es incumbencia solo de gremios magisteriales, ni del gobierno. Es asunto que afecta a toda la sociedad. Lograr mínimos consensos en educación debía ser la más primordial de las prioridades de todos los sectores del país. Sin embargo, cada sector cada grupo sigue muy bien ubicado en su propia trinchera.
Los dirigentes magisteriales siguen en su trinchera gremial con frecuencia muy elitista, disparando contra el Ministro. El ministro se protege en su trinchera oficial cargándose cada día de mayores decisiones autoritarias. Los sectores empresariales privados haciendo más fuerte la trinchera de la privatización de la educación, campos en donde con frecuencia no pocos dirigentes magisteriales matriculan a sus hijos. Y muchísima gente se enrolla en la trinchera de su propia indiferencia y apatía.
El asunto de la educación no es tanto de buenos y malos, no se trata de calificar y descalificar a unos sectores. Marlon Escoto puede ser muy buen Ministro, como existen muy buenos dirigentes magisteriales. Pero por muy bueno que pudiera ser el Ministro, su actual postura ya no resulta factible, así como hay dirigentes magisteriales y docentes que honran con sus compromiso como también los hay salpicados o muy podridos de actos de corrupción. Y de lo que no parece existir duda es de la existencia de una administración pública irresponsable que no paga a tiempo los salarios y que no honra sus compromisos con los gremios magisteriales.
Educación está urgida de consensos mínimos. En honor a más de dos millones de alumnos y alumnas, sobre todo en nombre de la niñez y juventud más pobre, esa misma cuyos padres no tienen ninguna otra alternativa que cargar la cruz de lo que le ofrecen el gobierno y el magisterio hondureño. Consensos mínimos que garanticen que diputados y políticos no meten sus manos en plazas magisteriales. Que se acabe para siempre que seis de cada diez maestros y maestras entran al sistema educativo por la puerta trasera del ministerio de educación, como en su momento lo denunció su Ministro.
Hay necesidad de cambios profundos en el sistema educativo. Esos cambios están en manos del gobierno, las dirigencias de los gremios magisteriales y de sectores vinculados con las madres y padres de familia. Si apostamos por una educación pública de calidad al servicio de la construcción de lo público como bien común y buen vivir, las dirigencias de esto sectores están llamadas a ponerse manos a la obra.
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