sábado, 23 de febrero de 2013

Salario mínimo, una ilusión




Por Aníbal Delgado Fiallos

Año con año los empresarios, el Gobierno y los dirigentes obreros se enzarzan en una dura discusión sobre el salario mínimo; ¿cuál es el nivel adecuado en las realidades económicas y sociales del país?

Los dirigentes obreros siempre plantean cifras que hacen pegar el grito al cielo a los empresarios, y estos plantean niveles miserables que son inaceptables para aquellos, y así se produce un estira y encoge que al final el Gobierno se encarga de conciliar.

El único gobierno que rompió con la costumbre de fijar un salario aceptable por los empresarios fue el de Zelaya, y esto le granjeó enormes simpatías en el movimiento social; la experiencia vino a demostrar que tal salario mínimo ni desencajó a la empresa hondureña, ni desató una espiral inflacionaria, ni provocó desempleo y que la oposición de los empresarios no era más que la vieja manía de conspirar contra el salario justo.

Tiempo después me vine a dar cuenta que solo el 20% de las empresas pagan el salario mínimo, mientras tanto el Ministerio del Trabajo se arrellana en su vieja tolerancia frente a un tipo de empresario ausente de sus responsabilidades sociales; entonces, ¿para qué tanta alharaca?

Una joven perito mercantil me refería que su patrono tiene tres tiendas y que por llevar la contabilidad en las tres le pagan ¡cinco mil lempiras!, que además hay en proyecto una tienda adicional y que le han dicho que no habrá por ello incremento salarial; ¿qué pasó con el Ministerio del Trabajo?, le pregunté, si los denuncio pierdo mi trabajo, me respondió.

Lo cierto es que a la alta dirigencia obrera le importa un pito si se cumplen o no las disposiciones en cuanto a salario mínimo o seguridad laboral, aspecto este donde hay un descuido criminal, pues se cuentan por decenas los casos en que mueren obreros por falta de las previsiones mínimas; usted ve a trabajadores trabajando a alturas de vértigo, o en condiciones de alto peligro sin la protección adecuada frente al disimulo de la autoridad laboral.

Y es que la dirigencia obrera que representa a los trabajadores de Honduras pertenece a sindicatos con jugosos contratos colectivos, generalmente del sector púbico; mientras la mayoría de los trabajadores, desorganizados o con organizaciones débiles, van por allí cargando la cruz de la explotación.

Siempre me han dicho que la burocracia obrera, aparte de sus brincos en la política no sirve para otra cosa más que para justificar la tiranía de los empresarios que todavía viven la triste etapa de la revolución industrial.

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