martes, 1 de mayo de 2012
La cosa está jodida *
Si vemos con atención los hechos que van sucediéndose con mayor velocidad alrededor nuestro, nos daremos cuenta que avanzamos a escenarios de mayor conflictividad social y política.
La inseguridad pública y la violencia entraron en recesión cuando la ciudadanía confrontó a la policía criminal que la genera o estimula, pero la muerte se levantó de nuevo a niveles similares o superiores cuando echaron a la calle sin investigación ni juicio a los primeros uniformados implicados.
La intervención y la depuración son tan lentas, que ni siquiera se perciben; al paso de la burocracia del reformismo, sus conclusiones y recomendaciones llegarán cuando los cadáveres sumen centenares y sus propuestas de ley subirán al Congreso cuando los viejos policías sean otra vez, por arte de magia o artilugio de la política, la nueva policía hondureña (…)
La nueva política de seguridad pública estará lista cuando el crimen organizado haya pasado de la integración de su nuevo grupo económico dominante y el control de los territorios clave, a la política con acceso total al Estado.
Esta, que podría ser una ironía, puede ser ya una inocultable realidad. ¿Verdad que así es, señores de la embajada de los próceres?
En los campos, hacia donde se fueron a meter las industrias y el urbanismo, la situación arde. La gente tiene hambre. Las campesinas, sus maridos y sus descendientes, son mordidos por los colmillos de un sistema brutalmente desigual y perverso, que los desprecia y expulsa de sus labranzas.
Ese mercado de tierras que generaron Callejas y Maduro desde 1990, para concentrar la propiedad de las áreas fértiles en los bancos y en los grupos privados afines al capital transnacional, está generando una demanda creciente de los sin tierra, que gritan por un pedazo para sembrar siquiera su esperanza.
En las sierras y montañas, igual que en los litorales, a los indígenas, negros y campesinos, les toca enfrentarse solos a ejércitos privados y oficiales que acompañan la expropiación de sus territorios, a la caza de sus ríos, cuencas, plantas medicinales y saberes.
En todo el país las juventudes egresadas de colegios y universidades no encuentran un empleo que les provea ingresos siquiera para sus necesidades básicas, pues el país está en puras latas, administrado por una pandilla de pillos que asaltó el Estado en 2009 para robar y luego no saber qué hacer con él, más que prostituirlo para concentrar sus capitales.
El escenario político cruje hacia la fractura en la propia elite gobernante, que entró en bandos al frenesí de la campaña electoral con la cual pretenden unos, concluir el lavado del golpe de estado de 2009 y otros, construir la unidad general para la refundación nacional.
En medio de la crisis económica global que avanza devorando a los sectores más vulnerables, que en Honduras son el 87 por ciento de la población total, la política no es capaz de ofrecer respuestas. Y antes de las elecciones será embestida por una avalancha de descontento enorme, que rugirá.
En ese momento entrarán de nuevo en acción los uniformes que conservan el monopolio oficial de la violencia: el ejército y la policía, que el imperio estadunidense ha estado amamantando durante y después del golpe, para sacarlos a los escenarios que se avecinan.
Honduras pagará el precio de no haber sido capaz de consensuar una salida constitucional al quiebre democrático de 2009, sin intervenciones externas. Y pagará el precio de creer ingenuamente que el proceso electoral abrirá las puertas a un nuevo consenso social y político.
La crisis sigue calentándose irremediablemente desde abajo, por lo que el Departamento de Estado, de Estados Unidos, se prepara para tomar control total del país a través de Gracias a Dios, Islas de la Bahía, Palmerola y El Salvador.
Deseáramos que la tendencia nacional fuera otra y que tuviéramos tiempo y estrategias para evitar lo que vemos venir. Pero la distracción nacional es tal, que no hay tiempo para ver ni escuchar el enorme deslave social que se viene encima. Y con él, masivas violaciones a los derechos humanos.
Hagamos lo que podamos, ahora que podemos. Porque la cosa está, como dice Chema allá en La Junta… está jodida!
* Editoral Voces contra El Olvido sábado 28 de abril de 2012
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