sábado, 19 de mayo de 2012
Alvaro Uribe y Mauricio Villeda, ¿Pregoneros de la muerte?
Rebelión
Por Roberto Quesada
"Iba hablando sola -me dijo Jaime-. Hombres de mala ley,
decía en voz muy baja,
animales de mierda que no son capaces de hacer nada
que no sean desgracias."
Crónica de una muerte anunciada,
Gabriel García Márquez, escritor colombiano.
El nuevo escándalo de sangre en Honduras es que unas horas antes de que fuera asesinado el periodista número 23, en lo que va del golpe de Estado del 28 de junio del 2009, un connotado golpista, Mauricio Villeda Bermúdez, candidato ultraradical de la oligarquía golpista, anunció que hechos así se darían en Honduras, e iría para peor, según se lo había dicho el propio Alvaro Uribe, en visita que él le hiciera a Colombia. Tal parece que, según Villeda, a Uribe no le basta con haber implado el terror en Colombia sino que lo exporta a otros países latinoamericanos que luchan por una vida mejor, por la justicia social. Dijo, además, que el Foro de Sao Paolo, era una especie de cueva de la izquierda latinoamericana que quiere apropiarse del poder en todos los países latinoamericanos.
Tanto este señor Villeda como Uribe –al deducir por lo que el propio Villeda dice- son también parte de quienes están cometiendo genocidio contra el pueblo hondureño.
¡Qué casualidad! ¿verdad? Que el señor Mauricio Villeda vociferara que habría más muertes, secuestro de personalidades por la participación de las Farc de Colombia, en Honduras. Tiene un documento, según él, extraído de una computadora de un guerrillero asesinado por el ejército colombiano en el Ecuador y que se lo entregara Alvaro Uribe, quien presidió Colombia antes de Santos, y que ahora está en el ojo de la justicia por diferentes actos como las chuzadas (escuchas telefónicas ilegales), vínculos con organizaciones que actúan al margen de la ley, y señalado por muchos periodistas de intromisión en los asuntos internos de otros países, como es el caso de Honduras.
La casualidad (¿o causalidad?), es que Mauricio Villeda “denuncia” esto unas horas antes de que apareciera asesinado el periodista Alfredo Villatoro. Y, para colmo de males, el asesinado aparece vestido con uniforme militar, al mejor estilo de los ‘falsos positivos’ en Colombia. Agreguémosle a ello que unas horas antes el presidente Porfirio Lobo Sosa había tenido información, al parecer fidedigna porque se habla de un video como prueba de vida, y solo esperaron que Lobo anunciara que Villatoro estaba con vida, para que horas después apareciera asesinado en un lugar visible como para que no hubiese demora en encontrarlo y que la noticia sacudiera el país.
Por supuesto, al sucederse los hechos así Lobo Sosa no solo queda ridiculizado sino que recibe un gran impacto de que las cosas van más en serio de lo que él pudiera suponer. Y queda claro para el resto de la población que no importa si es opositor al golpe de Estado o ha sido defensor del mismo, si esas fuerzas oscuras necesitan desestabilizar el gobierno de Lobo, no importará que algunos empresarios que han defendido a ultranza el golpe de Estado, pero carecen del mismo poder económico y ‘tradición’ que tiene la cima de la cúpula del poder, perfectamente podrían ser “sacrificados” con tal de lograr su objetivo primordial: desestabilizar, boicotear las futuras elecciones, aterrorizar al pueblo y sostenerse en el poder a costa de lo que sea.
No debe de olvidarse el escenario pre golpe, durante lo álgido del golpe y ya estando Lobo Sosa en la presidencia: los viajes de altos funcionarios y militares a Colombia se repetían una y otra vez, regresaban unos a Honduras y salían otros hacia Colombia. Es probable que en ese ínterin se formaron y fortalecieron las estructuras que estarían—y de hecho están—por encima de quien llegara a la presidencia en unas elecciones fabricadas a vapor.
Es probable que Lobo Sosa se haya salido, o haya intentado salirse, del guión que le dieron durante lo tuviesen allí como presidente, y de allí se derivan estos asesinatos que casualmente son a personas identificadas como amigas de él. Nos referimos a las que no han pertenecido al Frente Nacional de Resistencia Popular o al Partido libre, que son la gran mayoría de víctimas.
Al parecer las disputas dentro del Partido Nacional ya no son las mismas como cuando había elecciones antes del golpe de Estado, aquellas eran como de ‘compadre hablado’, ahora parece que la brecha se ha abierto entre un sector que maneja una concepción de ser nacionalista y otros de la ultraderecha, que incluye a miembros del Partido Liberal como los Villeda Bermúdez, que encuentran a quienes no son a su forma y semejanza como enemigos jurados. Con el agravante de que estos últimos están coludidos con una ultraderecha radical internacional que no escatima esfuerzos por derrocar las democracias emergentes en América Latina, en este sentido evitan por todos los medios que llegue a Honduras un gobierno popular que no les permita utilizar nuestro territorio como su centro de operaciones contra otros países y contra el propio pueblo hondureño.
Lo de Mauricio Villeda no es solo ‘cocora’ para aterrorizar al pueblo sino que es una justificación tempranera de hechos atroces que están por ejecutarse (y que se han estado ejecutando), queriendo implicar las Farc (quienes no están para actuar fuera de sus escenarios por las acorraladas que en los últimos tiempos le ha dado el ejército colombiano), intentan lavarse las manos sobre que ese producto del crimen y terror no es hecho en Honduras, aunque sí lo es, con entrenamiento y asesoría extranjera.
Ahora dice Mauricio Villeda que él no es golpista, pero me viene a la memoria esa escena transmitida por la televisión internacional, cuando en Costa Rica este señor babeaba de la rabia y del odio en defensa extrema del golpe de Estado. Y esta misma gente ha estado allí, estructurada, en total impunidad y algunos enquistados en el mismísimo gobierno de Lobo.
Tal parece que no hay voz humana, quizá ni divina, que les haga reflexionar de que el pueblo hondureño es amante de la paz, que quiere ir a elecciones transparentes y que incluso está dispuesto a aceptar al partido vencedor en una contienda limpia, que no hay necesidad de la barbarie.
Con todo este escenario, ¿habrá alguien que se trague el cuento de que el del periodista Alfredo Villatoro, al igual de tantos más no solo de periodistas que han caído desde el golpe de Estado, no es un asesinato político? Descansa en paz colega Villatoro, alias ‘Toronjita’.
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