martes, 22 de mayo de 2012
Noam Chomsky asegura que las fallidas consecuencias de la lucha contra el narco son intencionales
Por David Brooks
La llamada guerra contras las drogas no está fracasando, sino que sus consecuencias son intencionales tanto dentro de Estados Unidos como en el hemisferio, afirmó Noam Chomsky, quien también enfatizó que el cambio más notable en las Américas es su creciente independencia de Washington.
Decir que la guerra contra las drogas ha fracasado es no entender algo. Es cierto que durante 40 años la guerra contra las drogas ha fracasado en sus objetivos declarados. Todos saben que la prevención y el tratamiento es la forma más eficiente para abordar el problema de las drogas, y que operaciones en el extranjero es la manera más ineficiente. Uno tiene que preguntarse qué está en la mente de los planeadores ante tanta evidencia de que no funciona lo que dicen que están intentando lograr. ¿Cuáles son las intenciones probables? Las consecuencias predecibles son buenos indicadores de efecto, explicó.
Dado que el envenenamiento de cosechas en lugares como Colombia a través de la fumigación antidrogas beneficia a los grandes intereses agrarios y destruye la vida de los campesinos, que la violencia ha desplazado o destruido el tejido social de comunidades en varios países de América Latina y debido a que las políticas antinarcóticos aplicadas dentro de Estados Unidos han encarcelado a un vasto sector de la población pobre, sobre toda la afroestadunidense y latina, se tiene que preguntar si estas son consecuencias predecibles, o sea intencionales, de las políticas antinarcóticos.
En comentarios –sin ponencia– para festejar aquí el 45 aniversario de la publicación NACLA, el lingüista y filósofo ofreció sus apreciaciones sobre los cambios en el hemisferio, y abundó respecto de lo que está detrás de la política antinarcóticos del gobierno de Estados Unidos y las elites políticas y económicas en la región que la apoyan.
Recordó que dentro de Estados Unidos estas políticas están haciendo lo mismo que se logró después del fin de la esclavitud en la década de 1870, cuando los afroestadunidenses gozaron de su libertad formal en ese periodo, pero que se logró resclavizarlos a través de criminalizarlos. Esto fue clave porque la fuerza laboral sujeta a estas condiciones resclavizada sirvió como motor de la revolución industrial en Estados Unidos: el Estado fue el proveedor de trabajadores encarcelados, con lo cual las empresas no tenían que preocuparse de sindicatos ni contratos de ningún tipo.
Lo anterior duró hasta la Segunda Guerra Mundial, que fue seguida por dos décadas de crecimiento económico acelerado y sostenido, pero eso se frenó en la década de los años 70 con la supremacía del sector financiero en la economía y con el traslado de producción al exterior. Ahí, bajo el pretexto de la guerra contra las drogas, se inició la encarcelación masiva de hombres afroestadunidenses y latinos.
En América Latina hay enormes flujos de dinero que benefician a las elites, y un amplio sector empresarial está de alguna manera involucrado con el narcotráfico. Por otro lado, Chomsky ofreció ejemplos en Colombia y otros países donde, bajo el pretexto de esa guerra, se han podido controlar y anular esfuerzos económicos autónomos de diversas comunidades en la región, en beneficio de intereses poderosos. Todo mientras no se logra cumplir con los objetivos oficiales de frenar la droga y sus consecuencias.
No creo que la guerra contra las drogas es un fracaso, tiene un propósito diferente al anunciado, concluyó Chomsky. El problema de las drogas en América Latina está aquí en Estados Unidos. Nosotros suplimos la demanda, las armas, y ellos (en América Latina) sufren.
Pero justo en torno a este asunto, por el creciente cuestionamiento de la política antinarcóticos estadunidense, como el de las relaciones con Cuba, se expresa una creciente autonomía de América Latina frente a Washington, indicó Chomsky.
Estados Unidos ya no decreta en América Latina ya que la región determina cada vez más su propio futuro, tal como se manifestó en la última Cumbre de las Américas. Ahí, dijo, no se pudo adoptar una declaración final por falta de unanimidad. Ante un abrumador apoyo para la inclusión de Cuba en las cumbres futuras, sólo Washington y Ottawa se opusieron; igual, ante cada vez más consenso sobre la despenalización de las drogas, solamente hubo dos objeciones, las mismas de Washington y Ottawa.
Se tiene que reconocer que algo notable ha sucedido en América Latina: los días en que Estados Unidos imponía su voluntad sobre el hemisferio ya están muy en el pasado. Indicó que esto aún no se registra por los medios de comunicación estadunidenses, y que todavía no se entiende que las cosas han cambiado.
Además, también hay un cambio en la conciencia popular dentro de la región, marcada por la elección de Inacio Lula da Silva, de Ollanta Humala, de Evo Morales y otros, donde las mayorías están instalando como líderes a gente como ellos, y no a las elites educadas en el extranjero y provenientes de la clase dominante. A la vez, los procesos de integración regional, y la creciente exclusión de Estados Unidos en estos, son otra muestra de una nueva relación.
En la celebración del 45 aniversario de la fundación de NACLA se otorgaron premios a Chomsky, Javier Sicilia y Eduardo del Río (Rius) –éste último no pudo asistir y su premio fue aceptado por su amigo, el caricaturista mexicano Feggo. Chomsky subrayó que cuando NACLA fue fundada, fue al inicio de una ola de represión y dictadura respaldadas por Washington, y que vale celebrar las transformaciones que han sucedido, por lo menos al grado de que el orden decretado desde Estados Unidos ya no impera en América Latina en comparación con hace medio siglo.
Después de décadas de políticas estadunidenses diseñadas para matar la esperanza en América Latina, comentó Chomsky, ahora estamos ante un momento donde esa región ahora está inspirando la esperanza para todos.
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