Público
Por Nazanín Armanian
Ella no conoce a Carmen Sarmiento, la veterana periodista española que cámara al hombro pateaba los lugares más recónditos del mundo para sacar a la luz el sufrimiento, la discriminación y también la lucha de «los marginados» por la libertad, igualdad y justicia social, pero hace casi lo mismo en la otra punta del mundo y con los mismos objetivos.
Mahin Mohammadzadeh, nacida de madre y padre kurdos en la provincia de Sistán-Beluchistán de Irán, es la primera mujer fotoperiodista en recorrer la provincia más excluida y empobrecida del país, sacudiendo conciencias sobre las condiciones extremas de la vida de su gente. Y conseguirlo no le fue nada fácil: se trata de la región más militarizada de Irán debido no sólo al temor de las autoridades de la teocracia chiita de una sublevación popular de sus excluidos habitantes que en su mayoría además profesan el sunismo del islam, sino también por ser la principal ruta del tráfico de opio desde Afganistán (a partir de la ocupación del país por la OTAN en 2001) y Pakistán a los mercados europeos, así como las atentados terroristas de la organización de extremaderecha sunnita Jondallah Soldados de Alá patrocinada por Arabia Saudí, que opera desde Pakistán.
En tales circunstancias, Mahin aceptó el encargo de la Radio Televisión de Sistán-Beluchistán para trabajar de reportera, a pesar de las pésimas condiciones laborales y un mísero sueldo que ni cubría los gastos de su cámara fotográfica. Así empezó su aventura y publicó lo prohibido: mostrar al resto del mundo, incluido a los propios iraníes, el monstruoso rostro de una injusticia social exacerbada: de cómo cientos de miles de personas están privadas, por ejemplo, del agua potable, y las mujeres y niñas deben caminar hasta cuatro kilómetros para llegar a pantanos llenos de cocodrilos hocicudo que ya han arrebatado la vida a varias niñas, o con qué desesperación estas mujeres, cubiertas con el molesto chador, se meten en los pozos para extraer agua. La propia periodista cuenta cómo en una aldea sufrió una grave intoxicación por beber agua contaminada, o como en este invierno inusualmente frío, estos iraníes, propietarios de la primera reserva del gas del mundo, ni les llega el combustible para calentarse, y tienen que hacer colas durante horas y horas para comprar galones de petróleo, gasolina o botellas de butano.
De hecho, el desempleo, que en algunas zonas de la provincia alcanza al 60% de los jóvenes, -incluidos a los titulares universitarios-, y la falta de infraestructuras ha forzado a muchos a realizar largos viajes para traer combustible en sus coches particulares y revenderlos, arriesgándose a recibir multas o convertirse en una bola de fuego si sufren accidentes.
En su visita a los pueblos de la región, Mahin sacó fotos de una «escuela» sin sillas, sin mesa, sin paredes: niños y niñas (¡eso, sí, obligadas a llevar un riguroso hijab, además negro!) sentados en el suelo pedregoso, escribiendo en cuaderno que habían colocado en sus rodillas que hacían de mesa plegable. Aquí, hablar de estudiar on-line para evitar el contagio de la covid-19 sería un chiste de mal gusto. Si millones de niños del resto de Irán no disponen del ordenador o acceso a la red para conectarse ¿cómo un baluchi lo iba a tener? La propia Mahin, durante varios días, no pudo hablar por el móvil con su familia para decirle que se encontraba bien. Desde el confinamiento y el cierre de los colegios, unos diez niños iraníes de entre 12 y13 años se han quitado la vida por no poder conectarse con la escuela y enviar sus deberes: en este país ultraclasista, ser pobre es una vergüenza.
Al final, Mahin tuvo que abandonar su duro trabajo y regresar a casa por no poder sufragar sus gastos. Sin embargo, las fotos que publicó sobre la gente de Sistán-Baluchistán, habían despertado mucho interés en los círculos sociales del país. Fue así como Mahin recibió una beca del certamen independiente Sheed Photo de Irán, que anualmente se otorga a dos fotógrafos del documentalismo social, para que completara la colección inacabada sobre esta provincia y la enviara al concurso de la revista Time. Y cumplió: sus fotos y su nombre aparecieron entre las «34 voces del mundo» del 2017 por la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, prohibida en Irán desde 1981 por la teocracia misógina, cuando miles de mujeres fueron detenidas, no porque revindicaran el progreso, sino porque demandaban impedir que el totalitarismo religioso les arrebatara los derechos que habían conquistado durante de la dictadura de Pehlevi.
Una mágica región por descubrir
La provincia de Sistán-Baluchistán se encuentra en el sureste de Irán y comparte fronteras con Pakistán y Afganistán. Cuenta con cuatro millones de habitantes de origen escita y baluch, con tradiciones y lenguas propias. Antaño, formó parte de la Ruta de la Seda, y fue el lugar por donde Alejandro Magno invadió a la India en 326 a. C, perdiendo numerosos soldados debido a las duras condiciones climáticos y el terreno montañoso de la zona.
Es la tierra de granadas, pistachos, Pirgeles (volcanes de lodo), de cuevas con el arte rupestre de hace 10.000 años, y el mítico lago Hamun, apodado por los lugareños como el Ombligo de la Tierra, y una de las reservas de las biosferas que se ha secado debido a la extracción desenfrenada de su agua por las empresas de agricultura intensiva de Irán y de Afganistán, destruyendo la vida dentro del lago y en el entorno.
En Baluchistán se descubrió el yacimiento arqueológico de Ciudad de Cenizas, levantada hace 5.200 años, cuyo nombre hace referencia a cantidad de residuos encontradas de los numerosos hornos que aquella civilización industrial utilizaba para fabricar herramientas y objetos. Se trata de un área de 280 hectáreas con una gran necrópolis. En una de las tumbas se descubrió el primer ojo artificial del mundo incrustado en el cráneo de una sacerdotisa, y la primera animación gráfica de la historia en un cuenco que dibuja los saltos de una cabra a un árbol.
Por su parte, Sistán es el lugar del nacimiento de Rostam, el gran héroe de la epopeya persa narrada en 60.000 dísticos en Shahnamé El Rey de los Libros del poeta Abolgasem Ferdousí (935 – 1020), quién recogió la mitología persa preislámica y salvó la lengua persa de la arabización de los ocupantes llegado de la Península Arábiga en el siglo VII. Cuenta que Rostam, el símbolo de coraje, generosidad y fuerza física (el Hércules iraní) nació por cesárea, debido a su tamaño extraordinario, después de que los médicos tuvieran que anestesiar a su madre Rudabé emborrachándole con vino.
Por el singular atractivo turístico de la región el Gobierno sí que ha puesto en marcha proyectos de hoteles de cuatro y cinco estrellas y complejos turísticos, mientras la población carece de mínimas infraestructuras de agua, electricidad, centros sanitarios y educativos.
Una escandalosa discriminación
Seistán-Baluchistán es el ejemplo perfecto de la desigualdad geográfica en el desarrollo humano, donde convergen los graves problemas de Irán, -en política, economía, género, medio ambiente, salud, educación y seguridad-, y una bomba de relojería.
El abandono de la región es inexplicable: La provincia posee minas de antimonio, titanio, cobre y oro además de petróleo y gas, pero la esperanza de vida es de 60 años, diez años menos que el resto de Irán. La mayor parte de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza y de la seguridad alimentaria. A pesar de su posición estratégica, que podría conectar la provincia con seis países sin litoral de Asia Central al Golfo Pérsico, carece de infraestructuras como trenes, líneas avanzadas de autocares, hoteles, etc. Chabahar, el único puerto oceánico de Irán, podría ser un centro de comercio para Oriente Próximo y el sur de Asia, pero no lo es.
Un país como Turquía que carece de los inmensos recursos naturales que posee Irán, intenta salir adelante, no solo con su avanzada industria y su vasta agricultura sino también ofreciendo pelos a la gente calva, mientras las autoridades de Irán se dieron cuenta que la teocracia y el progreso son incompatibles y decidieron deshacer el camino que Irán había recorrido en los dos últimos siglos. De modo, que pusieron precio a la educación, sanidad (que eran universales y gratuitas), e lanzaron una represión político-religiosa de tal magnitud que han colocado, año tras año, a Irán en el primer lugar en el mundo en la fuga de cerebros, según la propi gobierno. En 2018, por primera vez en casi cuarenta años, el Centro de Investigación del Parlamento de Irán publicó un informe sobre la pobreza absoluta en el país: en Baluchistán la mitad de la población vivía por debajo del umbral de la pobreza absoluta, estando privada de las necesidades más básicas, incluidos alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación etc.
la ex vicepresidenta del Gobierno, Shahindojt Molaverdi, había visitado una aldea de Baluchistán que todos sus varones habían sido ejecutados por tráfico de droga (como si esto fuese la solución), dejando a decenas de mujeres y niños en el más absoluto desamparo. Entre 1988 y 2010, Irán ahorcó al menos 10.000 personas por el tráfico o tenencia de estupefacientes.
Por si fuera poco, la zona es azotada por graves problemas medioambientales. En 2016, la Organización Mundial de la Salud determinó que la ciudad de Zabol era una de las más contaminadas del mundo, con unos niveles de polución 18 veces superiores a lo recomendado. No se trata solo del cambio climático, tormentas de polvo producidas por dos décadas de sequía y temperaturas inusuales, sino también de la mala gestión de los recursos naturales de la esta vasta tierra, que cuenta con ocho puertos pesqueros. Si embargo, la pesca al igual que el cultivo de frutas tropicales se ha paralizado para los viejos pescadores y agricultores, y en su lugar unas 2.000 barcazas de pesca pertenecientes a la clase alta vinculada con el régimen no descansan.
La suma de estas circunstancias ha causado desplazamiento de unas 84.000 personas (y se espera la marcha de otro medio millón de personas), encarcelamiento de miles de activistas por los derechos del pueblo baluch y la desaparición de cientos de ellos.
La gran mayoría de los habitantes de Sistán-Baluchistán son sunitas y viven en un país gobernado por una teocracia chiita, que sospecha de la fidelidad de todos aquellos que se oponen a un sistema religioso basado en los intereses de Dios y sus representantes que no de los ciudadanos. La chiitización, la reislamización y la arabización forzosa de la población por parte del gobierno, que mira a cerca de 40 millones de iraníes no persas y no chiitas como la «quinta columna del enemigo» y les niega el derecho a ser educados en sus lenguas maternas, obviamente fortalecen las tensiones étnicas y las tendencias centrífugas de dichas minorías nacionales.
El trabajo de Mahin ha merecido la pena: Este artículo es otra muestra de la fuerza y el compromiso de la fotografía social y el poder transformador que guarda en su mensaje: ¿se acuerdan de la fotografía de una niña vietnamita que huye despavorida de una explosión de la bomba napalm lanzada por EEUU? Algo tuvo que ver para que se pusiera fin a aquella carnicería.
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