lunes, 3 de agosto de 2020

No es un rapto, no es un secuestro... es una desaparición forzada



Desde que Miguel Facussé y Rafael Ferrari sobrevolaban con sus amigos la extensa bahía de Tela, para soñar sus hoteles cinco estrellas y sus campos de golf atrapa turistas, los negros del caribe estorbaban en ese paisaje maravilloso.

Los gobiernos de liberales y nacionalistas, y sobre todo la dictadura de los golpistas hasta los días del Sisimite, se asociaron a ese gran proyecto racista de desplazamiento forzado del pueblo garífuna con leyes, sicarios, militares, financiamiento y lobby político por doquier.

En la mente de los capitalistas salvajes hay que explotar la riqueza de este litoral con grandes instalaciones turísticas que eleven las recaudaciones anuales de 150 a más de mil millones de dólares, como hacen Las Bahamas o Costa Rica.

Para imponer esa estrategia de fachada se aseguran que las municipalidades ribereñas tengan alcaldes sometidos a su dinámica de crimen organizado, que les permitan ejecutar la ley de ordenamiento territorial que destruye los títulos ancestrales y atacar al pueblo negro como enemigo de Intur, de la Camatur, del ITH y del grupo Indura.

Todos esos caballeros de sospechosa reputación que han llegado a cercar las playas, a contaminar los ríos que atraviesan el territorio negro y a dividir sus comunidades con sobornos y chantajes, todos ellos tienen conexión a la dictadura criminal.

Todo esto para decir que no es lo mismo raptar que desaparecer. Los cuatro dirigentes del pueblo garífuna fueron desaparecidos hace ocho días por militares disfrazados de delincuentes. Fueron desaparecidos en un estilo particular, porque estorban a este plan macabro de convertir el atlántico en el burdel de los narcotraficantes, igual que quieren hacer con el golfo de Fonseca en el sur.

“Se llevaron al Presidente del Patronato del Triunfo de la Cruz, Sneider Centeno, se llevaron a Milton Martínez, Suamy Álvarez y Gerardo Tróchez, que eran integrantes del Comité de Tierras de la comunidad”, narró a Radio Progreso, César Benedith, de la Organización Fraternal Negra de Honduras, Ofraneh.

Toda la comunidad Triunfo de la Cruz está bajo protección después de haber ganado el juicio por disputa del territorio con el Estado de Honduras en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, aunque los miserables representantes de la dictadura hayan alegado que los dueños son el pueblo Tolupan al que también persiguen y masacran.

“Nos están persiguiendo y desapareciendo por esos proyectos de muerte” dijo claramente Miriam Miranda, la presidenta de la Organización Fraternal Negra de Honduras, quien responsabiliza directamente a la dictadura de hernández, participante directa en esos mega proyectos destructores del mar.

Vivos se los llevaron vivos los queremos, es de nuevo la misma consigna de 1980 que estremece las calles de Honduras 40 años después.

En una década, hasta 1990, el Estado de Honduras, bajo la dirección del batallón de la muerte 3-16, el embajador siniestro de Washington Juan Demetrio Negroponte y la Aproh de Callejas y Ferrari, desaparecieron y asesinaron más de 250 liderazgos sociales y políticos.

El Estado irrespetó las sentencias condenatorias de 1986 y 1987, por eso hoy vuelve a reincidir en una práctica abominable con métodos similares, que podría volverse sistemática.

Sin embargo, el régimen ha negado responsabilidad en la desaparición de los 4 garífunas acusando a delincuentes disfrazados de policías militares, insinuando que los desaparecidos andaban en otros pasos como hizo Suazo Córdova y Álvarez en el pasado; pero los satíricos del pueblo han respondido con sarcasmo: “es al revés, fueron militares disfrazados de delincuentes en su uniforme oficial”.

Los antecedentes son abundantes en el sentido que las estructuras paralelas creadas por las mismas fuerzas armadas se disfrazaban como trabajadores del sanaa, la enee y de Hondutel, o como controladores de tránsito o depredadores de vectores domésticos, para penetrar a la intimidad de sus víctimas.

Actualmente, hay elementos suficientes a partir de hechos reportados en Lempira, Copán, Cortés, Atlántida, Colón, Tegucigalpa y Choluteca, entre otros, para afirmar que las fuerzas armadas mercenarias han creado un grupo sicario en medio del confinamiento social para eliminar opositores sociales y políticos.

El grupo de desplazamiento rápido está operando. A esta fecha la lista de liderazgos, de defensores y defensoras de derechos humanos, asesinados durante la pandemia del Covid-19, va en aumento cada vez. Páseme esa lista, por favor, compañera.

Las calles, las armas y la circulación están bajo el control exclusivo de los militares de Honduras. Ellos son los responsables de la expansión del virus y de la restricción de las libertades individuales. Son los responsables de la desaparición forzada de los líderes garífunas. Y de esta lista de asesinatos.

Esta noche, desde esta columna editorial, hacemos un llamado a las organizaciones nacionales e internacionales a elevar sus voces frente a los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, Israel y de la Unión Europea, que amamantan la dictadura, que la nutren con su sangre, para que cesen esta práctica odiosa de la desaparición forzada.

La desaparición forzada de personas por razones políticas hace sangrar de dolor no solo a una familia directamente afectada, sino a su entorno comunitario, al vecindario de más allá, al país entero y a la humanidad en general, porque un ser humano debe respetarse en todo tiempo y en todo lugar, en toda circunstancia, por quien tiene el deber de protegerlo.

A los empresarios voraces del turismo cinco estrellas que quieren sembrar de burdeles y laboratorios todo el litoral atlántico, les decimos que se calmen. Con fascismo y racismo anti garífuna no van a poder llegar lejos de la playa con su proyecto de blanqueo.

A todos esos grupos interesados de la dictadura que mantienen desaparecidos en solidaridad a los dirigentes del Triunfo de la Cruz, en el mar o en tierra firme, les exigimos que los devuelvan con vida a su comunidad.

Si han comenzado a usar la calculadora para aumentar sus ganancias apartando físicamente a los habitantes del territorio en disputa, van a enfrentar un vasto movimiento de opinión pública que volverá con Berta Cáceres delante de los financiadores, el Banco Centroamericano, y sus socios en Europa.

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

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