sábado, 3 de noviembre de 2018

La caravana de millones de dólares hacia los lobbistas estadounidenses


Rebelión

Por Elizabeth Ponce

La caravana de hondureños hacia Estados Unidos avanza a pasos agigantados. El Apocalipsis para Donald Trump, y su popularidad fundada en la Xenofobia no puede recibir más que este golpe fulminante. Los pobres hondureños que cargan con sus pequeños niños no quieren causar lástima, ni extorsionar el sentimiento de compasión internacional, lo que buscan es sutraer a sus hijos de este infierno en que ha convertido al país, la actual dictadura doméstica.
En Honduras no hay trabajos. En Honduras mucha gente ya no puede vivir, en nuestro país han impuesto las privatizaciones en todo, y han reducido personal. En nuestra patria el sistema de Bancos Centrales del mundo, y sus alfiles el FMI y el BM han hipotecado el ya enfermizo presupuesto nacional. En el paisito cavaron la tumba de la democracia representativa, y los mismos Estados Unidos han bendecido a un presidente que les ha servido en bandeja de muy escasa plata nuestro territorio, para convertirlo en un mercado de bienes, para caerle después como bestias avorazadas, llevándose de encuentro lo que quedaba de empresas nacionales, transpasándolas a empresas de maletín donde el actual presidente, resulta ser por el altisonante sonido de las aguas del río de corrillos púbicos, el socio mayoritario.

Pese a que se tienen 8 años de congelamiento al incremento del salario mínimo, la devaluación y la inflación han crecido a pasos galopantes, y todas las semanas hay aumentos a los combustibles, y el precio de la energía eléctrica en todos los hogares experimenta incrementos discresionales cada mes. Han decretado impuestos por tener un loro hablador, han aprobado cargas tributarias contra humildes hombres y mujeres que venden comidas caseras en las calles, han prohibido hasta el amor porque nadie puede andar en los parques de antaño asaltados por el crimen y la muerte; y la libertad es una palabra hueca que solo sirve para mirar como voyeuristas la opulencia de los anfiteatros del consumo, mientras el hambre acecha como fiera enajenando el pudor de nuestras visceras.

Esta nación del norte de América ha expoliado Honduras desde siempre. La Standart Fruit Company a quien el Estado a principios del siglo XX, le otorgó concesión para el cultivo del banano por tiempo determinado, a más de 110 años se apodera de las tierras, con la complicidad de jueces sin más patria que lo que murmulla en sus bolsillos, y más con indignidad que con celo juridiccional, han perfeccionado el circulo de la infamia.

Los Estados Unicos nos han robado bajo el Big Stick Police el Valle de Comayagua con su base militar Soto Cano, nos han birlado el valle del Zamorano con la Escuela Agrícola Panamericana fundada por Samuel Zemurray, y en la actualidad, propiedad del Estado de New Orleans; han hipotecado con préstamos de usura las tierras del Bajo Aguan para la siembra de Palma Africana. Han atomizado la soberanía del país con las Charters Citys (ciudades modelos), y empresas de capital estadounidense como la ESSO, la TEXACO y la EXXON MOBILE le roban a los pobres de Honduras con la comercialización del combustible.

Por si esto agotara las cifras del asalto, se prodigan los mundos simbólicos del postmodernismo aparentemente inofensivo, representado en empresas como Mcdonalds, Wendys, Kentucky, Popeyes, Pizza Hut, Burger King, Fridays, Waltmart, talleres intrascedentes donde se fabrican tenis Nike, ropa Tommy Hilfilger, Polo Ralp Lauren, y Chemise Lacoste que no pagan en nuestro territorio impuesto alguno, y ni siquiera el salario mínimo a los trabajadores, y en las maquilas donde se fabrican desde los famosos jeans Levis-Strauss hasta las pelotas para jugar en la League Mayor de Baseball de Estados Unidos, se impone en pleno siglo XXI, la esclavitud por prescripción con condiciones de trabajo iguales o peores que las del Siglo XIX en la Europa recién industrializada.

Los Estados Unidos instalan sus empresas, y dejan en Honduras desolación económica. Si fundaran desarrollo la gente no se marcharía, pero los hondureños no van a Estados Unidos a robar, o a explotar, como ellos si lo saben hacer con su diplomacia de aparentes alelados pioneros; la gente solo precisa obtener un trabajo, y acceso a un nivel de vida, que el mismo gobierno federal estadounidense garantiza a sus ciudadanos, a costa de los ganancias que les han producido la explotación laboral de la mano de obra barata en los países del tercer mundo.

El presidente de Honduras, ha dicho que esta caravana la ha organizado la oposición, lo cual no debería en todo caso de preocuparlo, porque con la masificación de las caravanas hacia Estados Unidos, llegará un momento en que se quedará sin oposición, mandando él solo, como el rey del famoso libro del Principito, que al quedar aislado con su poder absoluto precisa de gente para dar órdenes.

En Honduras todo está prohibido. Si protestas en las calles te asesina la policía o el ejército. Si te quedas callado sin dar vivas al presidente es que sos enemigo del régimen, y hacen perfiles de tus silencios sospechosos y de tus neutralidades conspirativas que se miden en los censos sectarios donde se sabe el nombre de los proscritos laborales. Si decis que aquí en Honduras ya no se puede vivir, lo que decía el gobierno es que la gente que no quiera estar aquí que se vaya, y ahora que la gente se va la quieren obligar a regresar. El pueblo está condenado a vivir en este infierno terrenal llamado Honduras, todo por la culpa de Estados Unidos que mantiene en el poder al hombre más impopular de la historia del país.

Pero el que el dictador hondureño se mantenga en el poder no es para nada gratuito. En una ocasión el presidente Donald Trump ocupado en asuntos internacionales de mayor trascendencia o siguiéndole el hilo al desenlace de los Miss Universos, preguntó por casualidad y dio a un ex embajador de Honduras, cinco minutos para que le explicara cual era el problema de Honduras después de las elecciones. El Ex embajador vestido con la medida del traje maniqueista, le manifestó que solo precisaba de dos minutos, y le enseñó una fotografía de Manuel Zelaya Rosales a la par de Hugo Chavez, y una fotografía de Juan Orlando a la par de George Bush. -Bueno este es nuestro hombre- musitó el desgarbado Trump.

Pero no hay recado sin un precio, y eso es lo que mantiene en el poder al dictador hondureño. Caravanas de millones tras millones de devaluados lempiras se convierten en dólares para pagar el Lobby de ex embajadores, de líderes de la derecha de Miami, de contratos millonarios por Courier Internacionales a lideres republicanos, y tanto dinero que en Honduras serviría para un sistema de Salud colapsado, van a caer al bolsillo de estos mendigos con corbatas, quienes con fondos de sangre del presupuesto de un país calamitoso como Honduras, se encargan de lustrar con magnanimidad el rostro al dictador, y financian sus boatos personales a costa del sufrimiento del pobre pueblo hondureño.

Si después de estas breves explicaciones no le queda claro lo de la caravana de migrantes de hondureños, y quienes de verdad son los verdaderos criminales, déjeme decirle que la caravana de millones de dólares que son transferidos de las arcas de Honduras hacia los bolsillos de los Lobbistas estadounidenses traspasan las fronteras estadounidenses, y escapan a los radares oficiales con la más pasmosa de las permisividades, y bajo la magia de las transacciones electrónicas, sin inmutar en lo más mínimo el respeto cuadrado a la ley que siempre dicen dispensar las autoridades federales de migración o de los que con ordenadores en el mercado de valores ven agrandarse fortunas ilícitas, autorizadas por una política exterior que despenaliza el cotilleo internacional, y las intermediaciones palaciegas de bufones de salón.


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