lunes, 11 de diciembre de 2017
Erik Montoya, otra víctima de la brutalidad de la Policía Militar
“Sucedió en la noche, estábamos reunidos como familia, salí a comprar a la pulpería y con mi hermana vimos a mi hermano, él iba subiendo; mi hermana le dijo a él no vayas a salir arriba porque es peligroso, los policías militares andan matando a la gente, solo voy a comprar y regreso, le dijo él. Cuando nosotras llegamos a la casa escuchamos el montón de detonaciones, los militares irrumpieron el portón de la residencial con el camión y fue cuando ellos empezaron a dispar, estaban tirando a matar, luego me vinieron a avisar que mi hermano estaba tirado lleno de sangre”, cuenta y recuerda, entre el dolor y la indignación, Iveth Cruz, hermana de Erick Montoya Cruz, asesinado por la Policía Militar del Orden Público –PMOP-, la noche del 03 de diciembre durante el estado de sitio.
Erick es parte de las personas asesinadas durante el estado de sitio impuesto por el gobierno nacionalista de Juan Orlando Hernández, que pasa hasta por la vida humana para lograr su cometido de ser reelecto ilegalmente como presidente Honduras.
El informe “Honduras Crisis política Post-Electoral y su Impacto en los Derechos Humanos”, realizado por el Comité de Familiares Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH), revela que, a 11 días de desarrolladas las Elecciones Generales, del pasado 26 de noviembre, 14 personas perdieron la vida a manos de agentes de la Policía Militar del Orden Público y Policía Nacional Preventiva.
De acuerdo al informe, cuatro de las personas fueron asesinadas durante la aplicación del toque de queda y nueve en operaciones militares en barrios, colonias y aldeas de las ciudades de Tegucigalpa, San Pedro Sula, Choloma, La Ceiba y El Progreso.
Iveth, quien reside en una humilde casa de adobe a la orilla del río que recorre la colonia Francisco Morazán de Comayagüela, capital de Honduras, al borde del llanto describe que al verse desolada salió a la calle a pedir apoyo: “lo primero que vi fue una patrulla llena con ellos mismos –PMOP-, yo les dije que me ayudaran que mi hermano estaba vivo y que lo trasladaran al Hospital Escuela, se bajaron y dijeron ese ya está muerto”.
El COFADEH informó que Erick, estudiante de derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras –UNAH-, murió de dos impactos de bala, uno en el costado y otro en el abdomen, luego que el 03 de diciembre a las 9:20 de la noche efectivos de la Policía Militar, en cinco patrullas y motorizadas reprimieron a los manifestantes de la colonia Francisco Morazán.
Mery Agurcia, abogada del Comité de Familiares Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH), detalla que además de los asesinatos se han registrado 844 detenciones en las que se ha logrado identificar tratos crueles e inhumanos contra las personas, y de ese total 91 expedientes penales han sido abiertos en Tegucigalpa, La Ceiba y San Pedro Sula.
Las manifestaciones contra el continuismo y el fraude electoral del gobierno nacionalista y candidato ilegal Juan Orlando Hernández dieron inicio un día después de las elecciones generales del domingo 26 de noviembre, pero de acuerdo al COFADEH fue hasta el 30 de ese mismo mes que “inicia sistemáticamente el uso de la fuerza excesiva para impedir las manifestaciones, sofocar la disidencia e infundir temor”.
“El país se ha sumido en una crisis institucional agravada por los problemas políticos arrastrados del 2009. La población se ha tomado las calles día tras día en forma simultánea de barrio a barrio, de ciudad en ciudad, de comunidad en comunidad”, señala COFADEH.
Jóvenes las víctimas
Erick Montoya era un joven que, durante sus tiempos libres, junto al sacerdote Patricio Larrosa Martos, compartía y ayudaba en la formación de niños y niñas de escasos recursos económicos de la Colonia Monterrey.
“Desde que lo conocí era una persona responsable y trabajador. Fue víctima del caos que hay en el país. Tenía muchas esperanzas en su familia que es muy humilde, muy luchadora, y fue un ejemplo para todos los jóvenes y niños de la calle que llegan al proyecto del Padre Patricio”, recuerda su amigo José Juan, mientras asistía al velatorio de Erick.
Patricio Larrosa, sacerdote español quien desde hace 25 años coordina la fundación ACOES, ante el escenario de violencia y ataques militares, dice que “al final la verdad y la justicia tienen que triunfar”.
“Que la gente joven muera es una injusticia, porque Dios nos ha hecho para vivir y hacer un mundo mejor y es muy triste que jóvenes extraordinarios sean asesinados y matados”, expresó el sacerdote Larrosa.
COFADEH apunta en su informe de crisis post-electoral que hasta el momento se desconocen las diligencias desarrolladas por la Fiscalía Especial de Derechos Humanos para investigar la muerte de las personas manifestantes y las represiones perpetradas por la Policía Militar, y recuerda que las violaciones a derechos humanos en contextos políticos suelen quedar impunes en Honduras.
Los sueños de Erick Montoya Cruz, al igual que las esperanzas de los 13 jóvenes asesinados por las balas del brazo militar de Juan Orlando Hernández, serán parte del 96 por ciento de impunidad de un sistema de justicia que está al servicio de los poderosos en este país.
“La verdad que a él –Juan Orlando Hernández- no se le puede pedir nada, más bien a causa de él son todos estos problemas que se están dando, si el cayera en la razón se diera cuenta que se está derramando sangre inocente por querer tener el mando del poder”, expresaba Iveth Cruz, contiendo el llanto, horas antes de ver por última vez el rostro de Erick su hermano.
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