martes, 19 de diciembre de 2017

Nueva Jornada entre gases lacrimógenos y balas



El reloj daba las seis de la mañana en la colonia 23 de febrero de Tegucigalpa, llantas en llamas mostraban el reflejo de la indignación de una población que se niega a aceptar lo que ya parece inminente: la declaratoria oficial de Juan Orlando Hernández, como presidente reelecto de Honduras.

Un joven manifestante se acercó a los medios de comunicación y dijo: -miren periodistas, allá en aquella casa, el martes los militares dispararon, casi matan a unos niños y allá tenemos las pruebas de eso- dijo con la esperanza que los medios le hicieran caso. 

Mientras él denunciaba el atentado ocurrido hace tres días, los demás medios se concentraban en la labor “heroica” que hacía la Policía y Militares en ese momento, la que consistía en remover todos los escombros ocasionados por la población para interrumpir el paso.

La colonia 23 de febrero, así como once puntos más de Tegucigalpa salieron a las calles y en esta ocasión sus manos no portaban antorchas, sino otros instrumentos de protestas: llantas, palos, bases de cemento y todo lo que pudiera servir para cerrar el paso a los vehículos, camiones y autobuses.

Pero no sólo fue la capital la que concentró este acto de protesta, todo el territorio registró manifestaciones, San Pedro Sula, La Lima, Villanueva, El Progreso, Santa Bárbara, La Ceiba, Choloma, Tela y Tocoa, también gritaron la consigna más popular del momento: ¡fuera JOH!

-Estamos acá porque queremos que respeten nuestro voto, no queremos a Juan Orlando, es claro que se están robando las elecciones, nosotros vamos a seguir hasta el final y este sólo es el comienzo- comentó este joven capitalino, que, con sus manos llenas del tile generado por incendiar llantas, gesticulaba mientras hablaba en contra del gobierno de Hernández.

La acción de protesta avanzó, en realidad era el principio, desde las cinco de la mañana la población de la capital jugó al gato y al ratón. La gente salía a las carreteras prendía llantas y luego se escondía, durante las primeras horas de este viernes elementos policiales y militares se movilizaron a varias zonas de la ciudad para apagar el fuego y buscar a los manifestantes, ese fue el primer movimiento de la ciudadanía.

Ese mismo ejemplo se desarrolló en la colonia 23 de febrero, en tres ocasiones un grupo de más de cien personas incendió llantas en tres puntos diferentes cercanos a viviendas, en la que estuvieron a punto de morir dos niños y una pareja.

Luego de cumplir con la limpieza y habilitación del paso, los vecinos de la zona mostraron esa vivienda a los medios y organismos de derechos humanos. En la casa que está ubicada a orilla de carretera resaltaban tres impactos de bala, uno en la puerta, otro en el piso y una esquirla de proyectil en un ventilador en la sala de la casa.

-Prefiero no dar mi nombre, pero si quiero que el mundo lo sepa, el pasado martes estuvimos a punto de morir a manos de militares, esto es lamentable y el trauma a nuestros niños nadie lo repara-, dijo una joven que vive en ese sector.

A esa hora de la mañana esta familia estaba dormida, así como el martes pasado en horas de la noche, a eso de las 9:30 los vecinos protestaban pacíficamente con sus cacerolas contra la imposición electoral de Hernández, de repente un grupo de militares llegó en una patrulla, con rostro intimidante y sin mediar palabras dispararon contra las personas que estaban con sus cacerolas, la gente empezó a correr despavorida e ingresaron en sus casas y en la de sus vecinos para poder salvaguardar sus vidas.

Mientras los disparos sonaban, esta casa se convirtió en el ojo del huracán y al final fue la más afectada y por fortuna, así como lo califican sus vecinos, no resultó nadie herido. La vivienda es pequeña, tiene un cuarto, sala, baño y cocina, en la sala duermen dos niñas, ellas gritaron al escuchar los impactos de bala y preguntaron desesperadamente –papi, mami qué está pasando- sus padres salieron corriendo a salvaguardar a sus hijos y de inmediato los abrazaron y los metieron a su cuarto, en la sala sólo quedó “luna”, la mascota de ellos que también se ocultó bajo un mueble para protegerse, relató esta familia.

Hasta el momento el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos registra un total de 15 personas asesinadas producto de la crisis política que vivimos, la mayoría a manos de militares, todo sin contar la jornada de este viernes, donde la violencia fue desproporcionada en el sector de Dos Caminos, Villanueva, en el departamento de Cortés. 

El país se paraliza 

A eso de las ocho de la mañana la zona central, occidente, norte y sur del país ardía: en El Progreso, Yoro luego de la toma del puente de Los Castaños, la gente fue desalojada, golpeada y perseguida por los militares, Oscar Fabricio un joven perteneciente a la juventud de Libre en la ciudad fue capturado y golpeado por los militares, en Dos Caminos Villanueva la población corría por la persecución de las balas lanzadas por los militares, en la colonia Jerusalén de La Lima la gente corría por la represión y respondía con piedras contra los elementos de seguridad, que en esa ocasión lejos de proteger sus vidas las ponía en peligro.

Ese era el movimiento mañanero en Honduras, tomas a lo largo y ancho del territorio nacional y de la mano la represión de los cuerpos de seguridad del Estado. En Tegucigalpa luego de los conatos de tomas, al final se dibujaron tres importantes y cruciales por su ubicación geográfica: uno, en el Carrizal, salida al norte, en esa zona los manifestantes quemaron un camión del ejército, y la represión fue inmediata, mientras que en la colonia Villanueva salida a Danlí la población resistió enfrentándose varias veces a los militares al responder con piedras la represión, mientras que en la aldea Santa Rosa salida al sur la población recibió hasta balas de los militares, en este sector por fortuna no hubo personas heridas ni muertas.

-Yo creo que esta causa es totalmente justa, yo no estoy participando en ella, puede ser que sea apatía de mi parte, pero la verdad yo estoy consciente que esto es necesario, porque de lo contrario el fraude se va imponer- dijo un señor que pasaba y miraba de lejos como las llantas ardían a la par de una pancarta que decía: -JOH es pa´fuera que vas-

Después de jugar al gato y el ratón, llegó la acción contundente, que se convirtió en toma, en la colonia 23 de febrero la gente quemó llantas, desesperó a la policía y luego junto a la población de El Carrizal se juntaron a la altura del bulevar Fuerzas Armadas y cerraron el paso hasta las doce del mediodía. 

En la Colonia Villanueva también ocurrió lo mismo, luego de resistir la gente le sacó un acuerdo a los militares y policías, y soltaron la toma hasta las doce del mediodía, mientras que, en Santa Rosa, salida al sur los disparos fueron los que habilitaron el paso antes de cualquier negociación.

Al final de esta acción de tomas generales, ese mismo joven que llamó a los medios de comunicación para denunciar las balas en la vivienda de su colonia, preguntó a los periodistas en la zona ¿Cómo estuvo la cosa en el norte y en otros lados del país? Los datos se lo contestaron: heridos en Villanueva, Cortés, detenidos en El Progreso y Choloma, un camión militar destruido, un carro repartidor incendiado, un policía militar con heridas en su cabeza y múltiples violaciones a los derechos humanos se registraron en esta jornada.

Este joven de aproximadamente 25 años, encendió un cigarro, vio hacia el horizonte lleno del humo de las llantas quemadas y culminó: “esto se ve difícil, pero si la gente no protesta, y no deja la vida en la calle, entonces viviremos en una dictadura el resto de nuestras vidas”.

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