“De nuevo, desde el fondo de mi ser, muchas gracias por preocuparse y ocuparse por mí; por sus oraciones potentes y distintos gestos de humanidad. Estoy feliz por no tener que sufrir una recuperación sufriente.
Gracias a quienes están curando mis heridas y asegurando mi protección y aislamiento sanitario, y a quienes activaron dispositivos de seguridad física. Guardo en mi memoria cada uno de sus nombres.
Sin embargo, ante el poder de pólvora que unos tienen contra otros, por su capacidad paralela al Estado por usar nuestros cuerpos para enviar mensajes de violencia; y ante la fragilidad institucional y mi propia fragilidad como periodista ejerciendo el oficio y la profesión en forma independiente desde las comodidades más diversas de Honduras, considero prudente atender las opciones que personas y gobiernos me sugieren para recuperar mi estado pleno de bienestar físico y emocional dentro o fuera del país.
Seguiré pendiente de la investigación del hecho y estaré siempre dispuesto a seguir trabajando por Honduras”.
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