lunes, 16 de mayo de 2016

La indignación al sepulcro


Rebelión

Por Ronnie Huete S. *

“Existen en Honduras gravísimos índices de criminalidad e impunidad por violaciones de derechos humanos. El índice de homicidios, que aumentó consistentemente en la última década, fue el más alto a nivel mundial durante 2013. Los responsables de asesinatos y otros delitos violentos pocas veces son llevados ante la justicia. La actuación de las instituciones a cargo de la seguridad pública sigue siendo en gran medida ineficaz y ha estado asociada con numerosos señalamientos de corrupción y abusos, mientras que las iniciativas que procuran reformar estas fuerzas no han conseguido avances importantes”. 
Segmento del informe mundial de 2014 elaborado por The Human Rights Watch.  

La indignación, cumple un año en las calles de Honduras
Debido a la parasitaria izquierda de esta nación centroamericana, que lidera un partido político, nacido como un mal parto, del golpe de Estado de 2009. El movimiento social de esa nación, está estático. 
Estático, pero esperando con ansias el proceso electoral para ser participes y seguir engordando, como una nueva pandemia parasitaria, surgida de la mal llamada izquierda de ese país latinoamericano. 
Ante esta situación, sumado a la precaria realidad en que viven presos los hondureños debido al poder emergente del crimen organizado, un gobierno corrupto, desempleo y todas las desavenencias de un país hundido en una dictadura, el pueblo se organizó sin ningún color político. 
Está organización surgió como el movimiento de los indignados, que en este mes cumplen su primer año. 
Muchos desacuerdos y discrepancias, han surgido en todo este tiempo, sin embargo la lucha en las calles, acentuando la exigencia de la renuncia del actual presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ha sido el grito de lucha de los hondureños. 
Desde entonces, varios son los movimientos de los indignados, que se mantienen firmes en el objetivo de derribar a la dictadura, sin ningún interés electoral, puesto que sería avalar la agenda dictatorial del mandatario de Honduras. 
Todos los viernes salen con antorcha en mano, exigiendo cambios, mostrando su odio de clase contra las clases pudientes de Honduras, en fin, todo un mitin que es escuchado y sonado en la prensa internacional. 
En medio de esta euforia social espontanea, asesinaron a la líder ambientalista internacional, Berta Cáceres, quien también coordinaba El Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, COPINH. 
Berta Cáceres enfrento a las grandes trasnacionales de origen finlandés, y defendió el sagrado rio de Gualcarque, cuyas aguas les pertenece al pueblo originario Lenca de Honduras, vigilantes ancestrales de este rio. 
La muerte de Berta Cáceres sigue en la impunidad, y la exigencia de justicia ha sido una nueva bandera de lucha que han tomado los movimientos de los indignados, entre otras agrupaciones en defensa de los derechos humanos y la vida natural en Honduras. 
Pero, ¿Cuál es el rumbo de la emancipación de Honduras? Cuando la lucha social de los movimientos se transmuta en un interés particular, resumido en elecciones políticas, para avalar “una democracia”. 
Sí el movimiento social, en Honduras, sigue el guion del mandatario Juan Orlando Hernández, de aprobar la reelección, automáticamente se convierte en un sepultado movimiento que siguió al pie de la letra las directrices de Washington D.C. en donde se definen los hechos políticos de esta nación latinoamericana. 
Por tal motivo, es de suma importancia que los movimientos de los indignados, unifiquen sus fuerzas a un solo objetivo, la renuncia del presidente de Honduras y su pronto juzgamiento. 
La siempre reivindicación de justicia para el asesinato de Berta Cáceres, y demás asesinatos políticos que hacen figurar a Honduras en la lista de los países más peligrosos del mundo, debe ser el grito de exigencia en las calles. 
Apartar las diferencias políticas y afinar la directriz de quienes son los reales enemigos, representados en un gobierno, pero en el trasfondo, también identificar, los dueños de instituciones financieras, bancos, medios de comunicación, y todo ese mal endémico- social, que destruye esta tierra centroamericana; es una perpetua tarea de denuncia en las calles. 
Las estrategias de lucha social, desgastadas, deben ser suplantadas por nuevas formas, en el marco de la guerra de cuarta generación, que se vive en el mundo actual, a través de los medios de comunicación masiva. Que se encargan de hilvanar diversas realidades, para crear el caos total. 
A un año del movimiento de los indignados en Honduras, se vislumbra un nuevo escenario con enemigos adentro y afuera del movimiento. Por lo que una pronta depuración del mismo, es lo ideal, antes de seguir accionando. 
Cuando se comience a creer que cada ser humano en Honduras es un líder que puede iniciar una emancipación, sin caudillos o lideres politiqueros, estará pronta su libertad.
La indignación debe seguir a la marcha, nunca claudicar, pero su cautela debe fortalecer a las masas que buscan la pronta salvación, de este estado Latinoamericano. La indignación frente al sepulcro de los mártires en Honduras, es el inyector rebelde que no debe frenar en las calles. 
* Ronnie Huete S. Periodista y activista de DDHH 

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