martes, 10 de mayo de 2016
Contrapoder, antipoder
Por Pedro Echeverría V.
1. Pienso que el poder y la idea poder es el origen y la causa de todos los males contra la humanidad. Desde la aparición de ésta apareció el poder de los más fuertes, de los más ambiciosos, hasta de los más viejos y experimentados. Fuerza y experiencia construyeron poder. Esta idea de poder y dominación se trasladó de padres a hijos en el hogar, el trabajo, la iglesia, la escuela. ¿Por qué no la igualdad, la solidaridad, el compañerismo, la ayuda mutua? Porque apareció de inmediato la propiedad privada que dijo: “esto el mío y con mi fuerza y mis armas también lo tuyo será mío”. Así nación la lucha de clases que por milenios ha estado vigente y no desaparecerá mientras no se logre la igualdad.
2. Han pasado milenios y todos continuamos con los genes del poder que para extirparlos debemos gritar a diario: “muera el poder” y luchar contra él que llevamos en nuestra sangre y cerebro. El individualismo capitalista nos enseñó a decir: “mis hijos, mi propiedades, mis padres, mis alumnos, mis sacrificios, mis propiedades” y esa manera de hablar corresponde a la manera de pensar. ¿Qué pasaba antes de la aparición de propiedad privada cuando no se identificaban parejas de hombres y mujeres y los niños no tenían propiedad y los productos del trabajo tenían que dividirse entre todos? Obviamente eran los hijos, los hogares, los hombres y mujeres que trabajaban, la comunidad.
3. Pero aparecieron los “hijos de la chingada” (como diría Octavio Paz) que fueron poco a poco acumulando armas, riquezas, esclavos y gran propiedad, que dedicaron su tiempo a inventar medios para dominan a los demás. Al pueblo lo único que le interesó de manera ingenua es que los dejen trabajar y vivir en paz, pero olvidó que mientras sus enemigos esclavistas, señores feudales y capitalistas –apoyados en sus gobiernos y ejércitos- tengan fuerza se dedicarán a explotarlos, esquilmarlos y someterlos, no habrá paz. Ellos han sido por milenios el poder y nosotros –por tontos- los que sostiene ese poder. Hay que enterrar ese poder para siempre como condición para que nazca la sociedad de la igualdad total.
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