viernes, 4 de octubre de 2013
50.000 niñas estigmatizadas por la maternidad precoz
Por Antonio Pampliega
Foto: Antonio Pampliega
50,000 adolescentes hondureñas quedan embarazadas anualmente. Esta cifra convierte a Honduras en el segundo país de latinoamérica en número de embarazos precoces. La problemática aumenta anualmente sin que el gobierno ni las autoridades hayan sido capaces de reducir los embarazos. // Foto: Antonio Pampliega
50.000 adolescentes hondureñas quedan embarazadas anualmente. Esta cifra convierte a Honduras en el segundo país de latinoamérica en número de embarazos precoces. La problemática aumenta anualmente sin que el gobierno ni las autoridades hayan sido capaces de reducir los embarazos.
El sueño pinta su cara con profundas ojeras. Su mano tapa la boca ocultando un largo bostezo. Son sólo las siete de la mañana y lleva dos horas en pie y un viaje de una hora de autobús desde la Colonia de Los Laureles hasta Tegucigalpa. Está cansada y le espera una larga jornada de pruebas médicas y psicológicas en la Clínica Madre Adolescente. “Estoy embarazada de ocho meses y vengo cada semana porque tengo un embarazo de alto riesgo”, comenta a Revistazo en espera en la sala de espera de la clínica. Allí aguarda su cita viendo dibujos animados en la televisión con una mano colocada instintivamente sobre su barriga protegiendo a la criatura que crece dentro de ella.
María es una de las 50.000 adolescentes hondureñas que cada año
tienen un embarazo precoz, en su caso producto de una violación.
La joven espera en la consulta a ser atendida por los médicos
del Hospital Escuela. // Foto: Antonio Pampliega
María es una de las 50.000 adolescentes hondureñas que cada año tienen un embarazo precoz. En su caso, se ha debido a un abuso sexual. “El inquilino que vivía en mi casa aprovechaba cuando mis padres se marchaban a trabajar para venir a mi habitación”, relata la pequeña que tiene el pelo recogido en una coleta y juguetea con sus manos mientras relata que acude al colegio todos los sábados y que su sueño es ser enfermera.
La pequeña ha venido acompañada de Sara, su madre, quién observa a su hija con atención desde la fila posterior de la sala de espera y afirma con la cabeza. “El día que nazca el niño lo llamaremos Josué”, afirma la futura abuela. Esta madre, a pesar de la precocidad de su hija y de que su vida quedará marcada para siempre, nunca se planteó llevarla a abortar. “La niña de mi vecina quedó embarazada y su madre la llevó a una clínica clandestina para que se deshiciera del bebé, pero durante el proceso la niña falleció desangrada y desde entonces esa mujer llora a su hija a cada momento”, recuerda Sara.
Con una media de entre 18 y 20 pacientes diarios, este centro es la punta de lanza de la sanidad hondureña en la atención a embarazadas precoces. “El número de embarazos precoces aumenta cada año”, se lamenta Ana Raquel Gómez, coordinadora- desde hace 10 años- de la Clínica Madre Adolescente del Hospital Escuela de Tegucigalpa. “El problema es que el sexo es un tabú, un mito, algo pecaminoso de lo que no se habla en casa cuando debe ser tratado como algo normal. Estamos muy preocupados por esta situación pero cuando las niñas llegan aquí ya están embarazadas y nosotros lo único que podemos hacer es evitar que tengan un segundo embarazo”, sentencia.
“También influye que vienen de hogares desestructurados, viven hacinados, no reciben suficiente información sobre las relaciones sexuales o por pura curiosidad; porque tienen un novio y quieren experimentar nuevas sensaciones y no son conscientes de las consecuencias”, continua enumerando la doctora.
María es monitoreada semanalmente por el personal de la Clinica Madre Adolescente. Debido a su edad, 14 años, su embarazo es de alto riesgo y requiere un monitoreo constante por parte de los médicos. // Foto: Antonio Pampliega
Del interior de la consulta una doctora de bata blanca nombra a María. La niña se levanta de su asiento; ha llegado el momento del chequeo de rigor para comprobar que el embarazo sigue su curso normal. “Cuando las pacientes entran en la recta final de su embarazo tratamos que acudan semanalmente para tenerlas monitorizadas, porque la mayoría- debido a su precocidad- presentan embarazos de alto riesgo”, afirma a Revistazo Ana Raquel Gómez, coordinadora- desde hace 10 años- de la Clínica Madre Adolescente del Hospital Escuela de Tegucigalpa.
Honduras es el segundo país de Latinoamérica con mayor número de embarazos entre adolescentes, 102 por cada 100,000 chicas. El problema se agudiza en áreas rurales donde la mayoría de las jóvenes no tiene educación y atraviesa graves dificultades económicas. “En los pueblos se tiene la costumbre de que las mujeres solo sirven para tener hijos; y si una niña de 14 años no tiene un hijo se mira como algo extraordinario”, afirma a Revistazo la psicóloga Ada Betancourth.
“Lo que suele ocurrir es que sus madres han sido madres adolescentes y ellas- muchas veces- siguen sus pasos porque lo ven algo normal”, apunta Ana Raquel Gómez como uno de los problemas del incremento del embarazo entre adolescentes. “También influye que vienen de hogares desestructurados, viven hacinados, no reciben suficiente información sobre las relaciones sexuales o por pura curiosidad; porque tienen un novio y quieren experimentar nuevas sensaciones y no son conscientes de las consecuencias”, continua enumerando la doctora.
Problemática en el embarazo adolescente
Lorena, 18 años, perdió a su hijo a las dos horas de nacer. “Me duele porque es mi hijo… pero las psicólogas me han ayudado para que pudiese afrontar su pérdida de la mejor manera posible”, afirma la joven. “El día que di a luz me pusieron en una sala con otras tres madres adolescentes que habían perdido a su hijo; además, cuando fui a recoger a mi bebé a la morgue había otros 40 bebés fallecidos”, recuerda. Ivett Girón, psicóloga del servicio social, la estrecha en un largo abrazo. Esta adolescente ha vivido en primera persona las consecuencias más trágicas de ser madre a tan temprana edad; su bebé nació con anencefalia.
Una adolescente embarazada presenta más riesgos durante su embarazo que una mujer adulta y esos riesgos, en muchas ocasiones, pueden costarle la vida al feto o incluso a la madre. “Los bebés pueden nacer con bajo peso, riesgos de malformaciones, retardo en el crecimiento que pueden afectar al aprendizaje”, comenta la doctora Gómez. “Las niñas no están preparadas ni física, ni psíquica, ni económicamente para ser madres”, hace hincapié la licenciada Betancourth.
A pesar de haber pasado por este trance, Lorena tiene claro que quiere volver a ser madre cuando termine sus estudios de psicología en la Universidad. “En el futuro quiero tener hijos, pero antes debo terminar mis estudios de psicología en la universidad”. Esta joven tiene amigas- e incluso una prima- que han sido madres adolescentes. Según refleja La Encuesta Nacional de Demografía y Salud ( ENDESA
“La peor parte la enfrentan las adolescentes pobres, adolescentes con bajos niveles educativos, y/o adolescentes de los pueblos originarios y afro hondureños, cuyas estadísticas triplican a sus homologas de los quintiles más ricos y con mejor educación”.
) el 22% de las mujeres hondureñas entre 15 y 19 años han estado alguna vez embarazadas.
Honduras es el segundo país de Latinoamérica con mayor número
de embarazos entre adolescentes, 102 por cada 100.000 chicas.
El problema se agudiza en áreas rurales donde la mayoría
de las jóvenes no tiene educación y atraviesa graves
dificultades económicas. // Foto: Antonio Pampliega
“El 95% de las niñas que nosotros atendemos en esta clínica son niñas de escasos recursos económicos, muchas de ellas no pueden ni pagarse el desayuno o, simplemente, no pueden venir a consulta porque no tienen dinero ni para pagarse el billete de autobús”, se queja Betancourth. “La principal necesidad de estas niñas no está en el plano psicológico sino en el económico; no podemos apoyarlas y tratar de hacerlas sentir importantes sino tienen nada que llevarse a la boca para comer; y tampoco podemos decir a las niñas que huyan de sus casas por que dejen de maltratarlas cuando no tienen un techo en el que cobijarse”, se lamenta con amargura la psicóloga.
Estigmatización social
Uno de los problemas más graves a los que tiene enfrentarse una adolescente embarazada es a la presión social y en un país machista y misógino como es Honduras, esa presión se hace más evidente cuando aún no eres mayor de edad. “Lo más común es que por la calle las digan ‘tan chiquita y tan caliente’; se las tiende a prejuzgar. La sociedad somos el grupo más cruel”, se sincera Ada Betancourth con Revistazo.
Las adolescentes se sienten solas; sienten que nadie las apoya o que, simplemente, no valen nada y esto puede conllevar intentos de suicidio debido a su baja autoestima. “Tenemos una paciente de 17 años que está embarazada por segunda vez; y ha tratado de suicidarse hasta en ocho ocasiones con pastillas, cortándose las venas…”, recuerda mirando uno de los expedientes que tiene sobre la mesa. “Esta clínica es un oasis para ellas porque aquí ni las juzgamos ni las rechazamos, se sienten felices…”, puntualiza Belén Valle, enfermera jefe de la Clínica Madres Adolescentes.
“Tratamos de fortalecer su autoestima y las hacemos ver que a pesar de estar embarazadas sus vidas tienen que continuar y que deben planificar su futuro para que ese bebé tenga las necesidades cubiertas. No deben renunciar a sus sueños”, afirma Betancourth. En Honduras, se tiende a señalar a la niña como culpable de los embarazos. “Por lo que parece la culpa nunca la tiene el varón”, señala irónica la psicóloga. “Vivimos en una sociedad machista y se cree que los niños no tienen ningún tipo de responsabilidad”, comenta.
Las adolescentes que se quedan embarazadas, por norma general, suelen ser abonadas por sus parejas- también adolescentes- y por sus familias. algunas, incluso, han llegado a ser expulsadas de sus propias casas al dar la noticia sobre su embarazo. “El rechazo familiar es lo primero, porque los padres no se lo esperan y se enojan con sus hijas… pero después de un periodo de tiempo acaban apoyándolas”, afirma la psicóloga Ivett Girón. “Nuestro trabajo es dar apoyo a las madres de las adolescentes para que no abandonen a sus hijas; porque si nuestra propia madre nos abandona qué podemos esperar de los demás”, sentencia Ada Betancourth.
Existen algunas excepciones a este estigma sociofamiliar. Maryori (15 años) es afortunada. Puede presumir de tener a su lado a su joven esposo (18 años)- que actualmente se encuentra en Olancho con su batallón. “Desde el primer momento me ha apoyado y está muy ilusionado”, afirma la joven que llamará a su hijo “Walter”.
Diariamente llegan seis adolescentes embarazadas a esta clínica del Hospital Escuela.
Del 100% de partos reportados en el Hospital Escuela, aproximadamente 34% son de adolescentes.
Las edades comprendidas en los casos de embarazo no deseado son de 12 a 18 años, siendo el rango de mayor frecuencia los 16 años de edad.
Objetivo de la Secretaría de Salud reducir los embarazos entre adolescentes de un 22% a un 16%.
Entre 40 y 50 mil embarazos precoces anualmente en Honduras.
En el Hospital Escuela asisten diariamente diez madres adolescentes, con edades de 12 a 19 años.
El año 2012 cerró con el aumento de un 20% de adolescentes embarazadas.
En 2012, se atendieron mensualmente a 300 pacientes; lo que supone un 20% de incremento.
En 2012, el número de pacientes atendidas se elevó hasta las 3,600 cuando la media habitual en años anteriores había sido de 1,800 a 2,000.
Honduras es el segundo país con más embarazos adolescentes en América Latina, según un informe de la ONU divulgado en noviembre, donde uno de cada cuatro partos es de una menor de 19 años.
El 30 por ciento de la población de mujeres embarazadas en Honduras son menores de 18 años, según cifras de la Secretaría de Salud.
Una de cada cuatro mujeres entre 15 y 19 años ha tenido por lo menos un hijo.
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