lunes, 12 de agosto de 2013

El machismo y el desprecio por un ama de casa



Por Rodolfo Pastor Fasquelle

En círculos de seudo intelectuales, viejas chismosas y aquelarres de políticos de oficio o sin él proliferan en las últimas horas insultos contra Xiomara porque ha sido antes de candidata, ama de casa. Repiten esa línea sin variantes todos los loros del corral.

A mí me consta (estuve ahí) que Xiomara Castro supo, cuando coordinó la Red Solidaria, liderar honestamente a un equipo de profesionales de altos quilates, a los que atendía y escuchaba y conducía con inteligencia y simpatía, con liderazgo, rigor y don de gente, aunque en aquel entonces le debía obediencia al Presidente, que a veces le estorbó. Doy fe. Y al pueblo hondureño todo, le resulta patente que, cuando llegó el momento de la verdad, Xiomara además mostró más temple y coraje que muchos “hombrecitos”, politicones y maldicientes de pacotilla, asumió la primera fila del riesgo en las manifestaciones, las que no pudieron botar al régimen golpista pero consiguieron desnudarlo, que marchó a la frontera cuando asesinaron a otro muchacho, se metió a la Embajada de Brasil con su marido, bajo tormento, con absoluta sangre fría y sin vacilación. Y que finalmente aceptó la exigente propuesta que le hicimos los fundadores de LIBRE, de asumir la candidatura, sin protesta, aunque no buscó esa posición, en la que ha madurado como heroína. Xiomara es más ordenada, que la mayoría de nosotros, es mejor, más noble que sus enemigos juntos y más seria que estos payasos que acumulan epítetos.


Por supuesto, antes fue ama de casa y después. Había criado a un haz de hijos que ya en 2009 eran adolescentes, y ahora anda de abuela colgada de güirros y cipotillas que la adoran. Le había provisto por años a su marido el apoyo doméstico, sin el cual ninguno puede trascender, la paz y la tranquilidad de dos tiempos de comida caliente en los extremos del día, la confianza de que se administran bien los recursos que llevamos cada uno al hogar que, para cada quien, es el centro del mundo. Como fueron amas de casa mi abuela, gran señora y mi bisabuela, que fue también panadera, mi madre y, a pesar suyo, mis hermanas, como lo ha sido en distintas etapas de su vida mi mujer y tendrán que serlo mis hijas…Y me cuesta trabajo pensar que alguien pueda desestimar esas labores que creo que le ayudarán a Xiomara a ser buena administradora de la Casa de Gobierno. Burlarse de ella porque fue ama de casa es como burlarse de Mel porque  hubiese administrado una finca. Porque estos cínicos y bufones ociosos lo único que respetan es la sinvergüenzada de la conspiración, la impostura de ser sabios solones y abogados del diablo, artistas frustrados y cortesanas de palacio o de casa de té.

Y creen que lo que lo capacita a uno para ser buen administrador es el perfeccionamiento del arte del fraude y de la mandracada, la odiosa chismografía de la política vernácula y la práctica irredenta de la zancadilla y de la campaña de rumor y  mentiras como instrumento de lucha, según la vieja máxima de Salvador, Indiano y J.J. Rendón.

Afín al femicidio, el machismo es viejo prejuicio de la cultura local y no solo de los hombres; es bien sabido que lo reproducen las madres en hijos e hijas y es un atavismo que supone que a cada género se corresponde una determinada función social, que las más complejas funciones incumben a los varones y solo las más sencillas y limitadas a las hembras, porque los machos son supuestamente “superiores”. Así concluye el macho que las tareas que realizan las amas de casa son inferiores, a las de la empresa, el servicio público, las armas, la toga, las letras o la contaduría. Un poco vulgar y otro poco corriente.

Ese concepto primitivo supone que las mujeres son buenas para el metate o para el petate, pero no sirven para más que parenderas y cocineras. Deben someterse voluntariamente al maltrato del patán y a la subordinación, deben “saber cuál es su lugar y guardarlo”.  No escapo totalmente de las limitaciones de mi cultura. Pero en mi familia y entre mis amistades, muchos hombres y mujeres también han logrado liberarse de esos estereotipos. Y han asumido las damas posiciones de liderazgo y dirección de empresas y organizaciones complejas y cualquiera de ellas me mandaría al carajo en el momento que pretendiera yo desestimar las funciones que, de todas formas, desempeñan como amas de casa, para sus familias.

Que se sigan burlando, Señora, los bufones y se muerdan la lengua, estos malnacidos. A ver a qué hora se dan cuenta que las mujeres han sido son o serán amas de casa. Más diestras, más que la mayoría de los varoncitos, en el arte de llevar un orden y una relación. Y que cuando las insultan, lo hacen con más de la mitad del electorado. Déjelos estar. Honduras va a tener pronto a una presidente, que será su propia mujer, libre y consciente de que se debe a la totalidad de la nación y ¡su gestión no tendrá desperdicio! Podremos estar orgullosos de Xiomara los más nobles y beso su mano en agradecimiento anticipado.

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