martes, 18 de junio de 2013

Te escucho



Por Pablo Galand

Tras las declaraciones de Edward Snowden, ex agente de inteligencia estadounidense, circularon detalles de lo que es un secreto a voces: el Gran Hermano del Norte espía a todo el mundo. Cómo es el sistema tecnológico y cuáles las empresas continuamente monitoreadas.

Al margen de los efectos políticos que pueden generar en el gobierno de Barack Obama, las recientes revelaciones del ex agente de inteligencia Edward Snowden dejaron en evidencia que desde el 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos se ha convertido en un Gran Hermano global, con facultad de acceder a la computadora de cualquier habitante del planeta. El ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) confesó que dicho organismo posee un programa denominado Prism, por medio del cual tiene acceso directo a los servidores de las nueve empresas más importantes de Internet, entre las que se encuentran aquellas tan familiares en el uso diario como Google, Facebook o Microsoft. A través de dicho programa, la inteligencia estadounidense puede vigilar correos electrónicos, videos o fotos que se emiten desde el lugar más recóndito del globo. Las apasionantes historias de espionaje de John Le Carré o Graham Greene quedaron tan archivadas como la Guerra Fría. Estados Unidos ya no necesita de doble agentes para desestabilizar a gobiernos que se oponen a sus políticas imperiales. Le alcanza con crear organizaciones no gubernamentales (ONG) con supuestos fines benéficos, financiadas por sus agencias de inteligencia, y a través de programas como el Prism acceder a información de primera mano para operar en la política interna de esos países. En la región, países como Venezuela y Bolivia han llegado a graves conflictos diplomáticos por las acciones llevadas adelante por estas ONG. Pero nadie impide que el largo brazo norteamericano pueda llegar hasta nuestras costas. Como sostiene ante Veintitrés Ariel Garbarz, ingeniero en Telecomunicaciones y coordinador del Proyecto Nacional de Seguridad Teleinformática de la UBA, “cualquier correo electrónico, desde Hotmail, Yahoo! o Gmail, entre dos vecinos de un mismo barrio, supongamos María y Juan –en cualquier cuidad o pueblo de la Argentina– sube hasta los Estados Unidos y después baja recorriendo las decenas de miles de kilómetros del anillo de fibra óptica estadounidense, aunque María y Juan vivan uno al lado del otro”.

La NSA fue creada en 1952 por el presidente Harry Truman para interceptar las transmisiones de radio. Pero su existencia se mantuvo oculta por más de veinte años. La opacidad que rodeó históricamente a esta agencia no fue alterada con la llegada de Obama a la presidencia de Estados Unidos, pese a sus promesas de transparencia. Es más, fue a partir de su presidencia que se puso en marcha el programa Prism que permite a la NSA tener acceso a los servidores de Microsoft, Google, Yahoo!, Facebook, YouTube, Skype, AOL y Apple para que sus agentes puedan consultar los e-mails, videos o fotos enviados por cuentas vinculadas a esas empresas. Para tratar de calmar la ira que provocó entre los ciudadanos norteamericanos saber que el Estado viola su intimidad, el director de la NSA salió a aclarar que el espionaje se lleva adelante “únicamente para personas que viven fuera del país”. Los ciudadanos que vivimos en el resto del mundo, agradecidos por la revelación del funcionario estadounidense.

Lo cierto es que tras los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, la NSA obtuvo mayores facultades para poder llevar adelante sus trabajos de espionaje en todo el mundo, con la excusa de evitar que se repita cualquier tipo de acción terrorista en territorio estadounidense. Las reglas por las que se rige la agencia son secretas y sólo las conocen los asesores más allegados al presidente norteamericano. Como fruto de sus espionajes, la NCA detenta en la actualidad el mayor archivo de datos digitales y en pocos meses contará con un complejo en el desierto de Utah que le permitirá procesar y almacenar el equivalente a cinco veces el total del tráfico anual de Internet a nivel mundial. De acuerdo con lo que reveló Snowden, en las entrevistas que concedió al diario británico The Guardian y al estadounidense The Washington Post, a través del programa Prism la agencia recopiló unas 3.000 millones de piezas de información de computadoras estadounidenses, solamente durante el mes de marzo pasado. Teniendo en cuenta que el mayor foco de atención de la agencia está puesto fuera de las fronteras de su país, resulta escalofriante saber la cantidad de información con la que puede llegar a contar Estados Unidos. Según el propio Snowden, fue de Irán de donde la NSA obtuvo la mayor cantidad de información. La lista se completa con Pakistán, Jordania, Egipto y la India. China, Arabia Saudita y el propio territorio estadounidense son otras “zonas calientes” en las que opera la voracidad de la agencia norteamericana.

En estos días salió a hablar el ex titular de la NSA, quien no sólo ratificó los dichos de Snowden sino que reveló los motivos por los cuales se alejó de la agencia. “Dejé la NSA porque comenzaron a espiar a todo el mundo dentro del país”, afirmó William Binney. También ratificó que la agencia recaba datos de redes sociales, correos electrónicos y registros de llamadas telefónicas, tanto fuera como dentro de los Estados Unidos, sin ningún tipo de orden judicial.

Un cóctel explosivo en la región.

Así como utilizan toda esta tecnología para obtener información directa de la política doméstica de cualquier país, las agencias de inteligencia estadounidenses financian a organizaciones no gubernamentales con el objetivo final de desestabilizar a los gobiernos. En la región, los casos más patentes son los de Bolivia y Venezuela. El 1 de mayo pasado, el presidente Evo Morales decidió echar de su país a la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID) por llevar adelante comprobadas acciones de infiltración política, económica y cultural. Morales le hizo llegar a Obama documentación que registraba la participación de la USAID en el financiamiento y asesoramiento de organizaciones, partidos políticos y cámaras empresariales conspiraron en el intento del golpe de Estado de 2008. Ante la pasividad y falta de respuesta del gobierno estadounidense, fue que finalmente Morales tomó la decisión de expulsar a la USAID.

En Venezuela, Wikileaks filtró un telegrama del 2008 del embajador estadounidense que revelaba que una docena de organizaciones no gubernamentales recibían financiamiento del gobierno de Estados Unidos a través de la propia USAID y de la Oficina de Iniciativas de Transmisión (OTI). Los objetivos de estas ONG son aparentemente bien intencionados: el cuidado del medio ambiente o mejorar el reciclaje de basura en Caracas. Sin embargo, el telegrama del embajador William Brownfield enviado al Departamento de Estado revela los verdaderos fines de estas organizaciones: “La infiltración en la base política de Chávez... la división del chavismo... la protección de los intereses vitales de Estados Unidos... [y] el aislamiento internacional de Chávez”.

Vale señalar que la USAID también financia ONGs y fundaciones en la Argentina, que están claramente vinculadas con dirigentes de la derecha vernácula.

Cómo espían en la Argentina.

Por supuesto que los alcances del sistema de espionaje desarrollado por Estados Unidos llegan hasta la Argentina. Garbarz sostiene que a través de este programa Prism la NSA “utiliza interceptores denominados IMS (Interception Management Systems) para la captura masiva de comunicaciones fuera de Estados Unidos sobre Internet y sobre la red telefónica fija y móvil”. Agrega que “los IMS son unidades de adquisición activas e inteligentes conectados mediante gateways a los anillos troncales internacionales de fibra óptica, en donde se concentran las redes de conmutación de paquetes y de conmutación de circuitos digitales”. Asegura que para llevar adelante las intercepciones que realizan en el Cono Sur “capturan del anillo submarino que se cierra en Miami y viene del Atlántico, por la Argentina, y del Pacífico, por Chile”.

Garbarz señala que a través de estos IMS la NSA monitorea todo el flujo de datos y los almacena transitoriamente. Pero solamente puede capturar y procesar aquellos de los que tenga un perfil predeterminado. “Por ejemplo, todas las conversaciones de un ministro, dirigente, empresario o militante popular con un determinado número de teléfono o dirección de correo electrónico”, grafica. El Prism cuenta con unidades de adquisición activas e inteligentes que buscan en las redes esos perfiles predeterminados y se llevan copias de los correos, sms, voz digital y localizaciones geográficas de celulares desde las centrales y desde los servidores locales de cada país. 

“Es decir que no necesitan conexión física local para pinchar, como sí necesita la SIDE, la cual sólo opera bajo órdenes judiciales, siendo tecnológicamente accesible para su auditoría. En cambio, los activos de la NSA son muy difíciles de controlar judicialmente ya que las conexiones para pinchar son lógicas y no físicas”, afirma.

Con todo, Garbarz señala que en su momento el presidente Néstor Kirchner promovió un programa de control de las intercepciones ilegales y la encriptación de canales telefónicos oficiales. En consecuencia, desde hace cuatro años existe “un convenio de asistencia técnica entre la Comisión Nacional de Comunicaciones y la Universidad Tecnológica Nacional que evitó cientos de miles de intercepciones desde el exterior”. Un paliativo, al menos, para contrarrestar los alcances del Gran Hermano del Norte.  

La conexión local 
Como en otros países de la región, también en la Argentina hay ONGs y fundaciones que reciben financiamiento de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y que buscan interferir en la política doméstica. La Fundación Libertad en Rosario –que anualmente organiza en dicha ciudad un seminario sobre Latinoamérica con la presencia del español José María Aznar y el peruano Mario Vargas Llosa– y la Fundación Pensar –verdadero think tank del macrismo– reciben dinero fresco de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID en sus siglas en inglés) y la National Endowment Foundation (NED). Ambas organizaciones dependen de la CIA y han sido denunciadas en su momento por atentar contra los gobiernos democráticos de Venezuela y Bolivia.

En 2008, en pleno conflicto del gobierno nacional con las patronales agrarias a partir de la aplicación de la resolución 125, la Fundación Pensar jugó abiertamente a favor de la Mesa de Enlace, brindando cursos de formación a pequeños y medianos productores vinculados a la Federación Agraria. Tanto la Fundación Libertad como Pensar tienen también lazos con la Fundación para el Análisis Económico Social (FAES), que dirige Aznar, y la Fundación Internacional para la Libertad, liderada por Vargas Llosa.

El consejo de administración de la Fundación Pensar está presidido por el propio Mauricio Macri y lo integran la mayoría de los miembros de su gabinete, como el secretario general del gobierno porteño, Marcos Peña, y el ministro de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera. Su vicepresidente, Gerardo Bongiovanni, es un hombre experto en crear fundaciones. Es presidente de la Red Libertad, que nuclea a 18 think tanks del interior del país, y es secretario general de la Fundación Internacional para la Libertad. También figura como vocal el dirigente tucumano Pablo Walter, ex senador nacional por Fuerza Republicana, el partido del fallecido represor Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad.

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