miércoles, 12 de junio de 2013

Doble rasero

Radio Progreso

Los titulares de los periódicos del país se hacían eco de los cambios realizados en la Dirección Nacional de Investigación Criminal: “Suspenden a 2,200 agentes de la DNIC”, “Cataclismo en la DNIC”, “Suspenden a personal de la DNIC y los sustituyen por policías preventivos”, “Suspenden la Policía de Investigación por nexos con capos”. Las razones las han señalado también: suspendidos hasta segunda orden todos los agentes de investigación por sospechas de vínculos con el crimen organizado, según la Secretaría de Seguridad.

El caso es que pareciera un capítulo más de una serie televisiva policial donde poco a poco nos van desenredando la intriga y la trama de una larga serie donde a nivel nacional todos somos televidentes y actores al mismo tiempo. El proceso se inició hace unos días cuando las autoridades de la Secretaría de Seguridad anunciaron una intervención en la DNIC y en la Dirección Nacional de Servicios Especiales, DNSEI. Fue Fernando Jaar, presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés, CCIC, quien hizo público las razones del Comisionado Arturo Corrales: “desde sus oficinas se estaba filtrando información al crimen organizado y común, pero también se planeaban actos delictivos desde las mismas”.

Y en estos días pasados se decía que por lentitud la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial, DIECP, pierde el apoyo del gobierno de Estados Unidos. Se pretendía separar a los elementos criminales de la Policía Nacional y al no ver resultados retiró la ayuda puesto que no se constata interés alguno por parte del gobierno hondureño.

En la reciente reunión de la OEA, se planteaba el dilema de redoblar o cambiar la guerra antidrogas de EE.UU. Es la primera vez en cuarenta años de guerra contra las drogas que los gobiernos hablan de fracaso: narcos cada vez más poderosos y cientos de miles de muertes asociadas a las drogas en Latinoamérica; solo 70,000 en México y 20,000 anuales en Centroamérica. El canciller boliviano, país sometido a fumigaciones aéreas antidrogas y donde se ha criminalizado a los productores de coca, ha favorecido la expansión del mercado de las armas, ha producido tremendo impactos medioambientales y dejado innumerables muertos.

Es la razón por la que se pide un cambio de perspectiva puesto que el problema afecta a los países involucrados en todas las etapas: producción, tráfico y consumo. Estados Unidos, arbitrariamente demoniza a los países productores y que son tránsito de la droga, pero no hace lo mismo con los “consumidores finales” que son sus conciudadanos y, que en caso de no existir, se acabaría el problema.

Ante estos hechos vemos una política doble o de doble rasero por parte de EE.UU puesto que, por una parte, es muy exigente con el gobierno hondureño en su apoyo a la depuración policial y pretende resultados inmediatos; y, por otra, es muy indulgente consigo mismo pues, a pesar del fracaso de cuarenta años, no permite ninguna alternativa a la lucha antidrogas y sigue satanizando a los países latinoamericanos imponiendo su solución y planteamiento como los únicos.

Ciertamente que en los problemas de la corrupción policial y del tráfico de drogas somos fundamentalmente responsables en nuestro país. Pero, todo hay que reconocerlo, han sido causados y fomentados grandemente por el consumo de la droga radicado en la sociedad estadounidense y que, como efectos colaterales, nos ha dejado una estela de corrupción y fragmentación social en el país. Somos conscientes de ello, pero no podemos admitir que desde fuera se nos imponga una política que sea una “moneda con dos caras”.

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