jueves, 20 de junio de 2013

El histrión



El presidente del congreso nacional, Juan Orlando Hernández (JOH) se ha retirado de sus funciones parlamentarias, sobre todo de la cabeza de este cuerpo legislativo, para entregarse a la campaña electoral en busca de la Presidencia de la República.

En los gobiernos anteriores de eso que llamamos “etapa democrática” de los últimos 30 años, ningún presidente del Legislativo aspirante al mando de la República tomó, antes de ahora, esa decisión, lo cual es una señal de que JOH le entiende al trámite, como se dice en nuestro caló político.

Este retiro es, por supuesto, temporal y no es un tributo a la transparencia política y administrativa sino un broche demagógico para el inicio del trabajo proselitista, que sirve para disfrazar aún más la correa de transmisión de influencia y financiamiento de la campaña.

JOH, ahora a secas, sin el apelativo diputadil honorífico, empezó a dar muestra de su disposición histriónica y de la envergadura de su estrategia electoral cuando ha dicho, tres días atrás, que se va del congreso nacional “para hacer una campaña muy cercana al pueblo”.

Ha dicho, además, que esta campaña la hará “con altos estándares y se verán los resultados en los próximos días, algo que nunca se había hecho en una campaña en Honduras”. No hay duda de que eso costará mucho, muchísimo dinero, como nunca se habrá gastado en nuestra pobre y hambrienta Hibueras.

Y, como se dice, ahí está el detalle. La cercanía al pueblo, este trance de mover ánimos electorales, está vinculado a la situación de pobreza que domina en el 85 por ciento a la población hondureña. De allí que, para estos fines, funcionará la argucia de la multiplicación de los panes, pagados, naturalmente, con el dinero del mismo pueblo.

Pero eso es lo de menos. El grueso de los recursos financieros e “intelectuales” probablemente estará destinado a la creación del espejismo de la lucha contra la corrupción y al compromiso de la emancipación de los pobres y los desvalidos, por una parte, y a la guerra contra la bestia del comunismo o socialismo, que amenaza a Honduras con su destrucción y la inmolación del numen democrático.

Por supuesto, la campaña anticomunista –rabiosa y radical–  no será tanto para el consumo local, interno, sino para la exportación. JOH y sus caros asesores saben que la retórica del anticomunismo a rajatabla ya no pega en Honduras, pues se gastó completamente en la campaña para el golpe de Estado 28-J de 2009. Esa trampa mediática más bien acabó con la ingenuidad colectiva, y ahora,   como en el amor, las segundas partes nunca son buenas.

Entonces, tendremos anticomunismo de saturación para mucho rato, pero para digestión fuereña, donde residen los factores reales de poder de la ultraderecha norteamericana, cubano-americana y venezolana-miamense, con vista a los aportes económicos, a los últimos avances en la tecnología del chanchullo electoral, y, de seguro, en función del apañamiento y la validación del fraude.

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