sábado, 29 de junio de 2013
Futuro incierto para el ecosistema del libro
Por Iñaki Vázquez Álvarez *
Cuando lea este texto la 72ª Feria del Libro de Madrid estará a punto de clausurarse. Seguramente usted se sentirá cansado de que le vuelvan a explicar la importancia del evento y el valor intrínseco de la Feria para el acervo cultural común de los españoles. Es posible que la fatiga regrese cuando alguien vuelva a citar el boom de las editoriales independientes, el estoicismo de nuestros editores o libreros y el prestigio internacional de nuestros “galácticos-autores”.
Otro tipo de artículos le habrán hablado de la llegada del e-book, de sus innumerables ventajas y de la canibalización que ejercerá sobre el libro impreso y su ecosistema. Le habrán dicho lo mucho que perjudica al e-book la falta de oferta, el IVA (libro digital 21 % versus al 4% del formato impreso) o la piratería (la Federación del Gremio de Editores de España denunció perdidas por descargas ilegales, difícilmente demostrables, por valor de 250 millones de Euros); no es extraño que el próximo embajador de los Estados Unidos en España sea el exjefe de la división de Licencias y Ventas de HBO, James Costos.
También habrá leído que el sector editorial español, gracias a su capacidad de innovar, su liderazgo internacional y la favorable balanza fiscal que mantiene, es un ejemplo de éxito a imitar por otros sectores productivos. Sería injusto no reconocer que este año también habrá podido disfrutar de interesantes crónicas, entrevistas o artículos que intentaban radiografiar, con más o menos fortuna o intereses, el estado actual del sector editorial.
Este mismo domingo o quizás el lunes, leerá que la Feria del libro de Madrid ha sido un autentico éxito de visitantes, (este año no ha llovido y los bolsillos aconsejan pasear por el parque del Retiro), y que las ventas han aumentado entre el 25 y el 30 % respecto al año pasado. Quien se lo diga, olvidará posiblemente comparar los datos con las ventas de los años 2011 y 2010 ya que el resultado sería un descenso en las ventas del 6 y 20% respectivamente. La cual cosa no es baladí y ejemplifica la preocupante constricción que está sufriendo el mercado del libro en los últimos años.
Lo que difícilmente recogerán las notas de prensa, es el malestar de los expositores por la falta de innovación en el modelo de feria, la distribución de las casetas, la poca presencia de público en las actividades culturales, o la falta de infraestructuras básicas para el correcto funcionamiento económico de los expositores y visitantes. Por no hablar de la reducida y redundante oferta de títulos y editoriales en los stands de las librerías generalistas. Flaco favor para prestigio de la Feria y su bibliodiversidad. Muchas personas del sector exigen un cambio de modelo, y no pocas plantean abiertamente la necesidad de crear una feria alternativa a la ya institucionalizada.
A estas alturas del artículo, quizás deba aclarar que no tengo ningún tipo de animadversión o interés respecto a los organizadores de la 72ª Feria del Libro de Madrid o hacia los periodistas que han hecho su trabajo durante estas dos semanas. Es más, podría asegurar que no conozco personalmente a ninguno de los primeros y a muy pocos de los segundos. Quizás a modo confesión debería decir que escribo desde la experiencia acumulada en el sector, enriquecida por la minuciosa lectura de literatura especializada y blogs profesionales, como por ejemplo: Antinomias del libro, a cuyo autor sí que conozco.
La Feria y los artículos que se han publicado estas dos semanas han sido una perfecta excusa para poder analizar el actual estado del sector del libro (impreso o digital). Un sector (industrias gráficas, editores, freelancers, transportistas, distribuidores, libreros y consumidores) que se encuentra al borde de la quiebra, ahogado por la falta de crédito, el descenso de la ventas y la ausencia de una política gubernamental que entienda el ecosistema del libro (digital o impreso) como un bien cultural y no como un recurso-mercancía.
Esta “tormenta perfecta” poco tiene que ver con la aparición del e-book. Los principales problemas del sector son más graves, por ejemplo: oligopolios (32 de las 840 editoriales pertenecientes al FGEE facturan el 64,1 % del total de las ventas y alguna de ellas son propietarias de las principales cadenas de librerías); burbuja editorial (en el año 2011 se editaron 83.258 títulos, con un índice de devolución superior al 40%); descenso del consumo (el gasto medio anual por hogar en libros durante el año 2010 fue 140,6, el 41,4 % de los cuales eran libros de texto); falta de financiarización y reflejos para la correcta adaptación las empresas “tradicionales” a los nuevos procesos de producción y consumo; debilitamiento del tejido productivo, despidos, cierres, suspensiones de pagos, atomización y precarización en las relaciones laborales (trabajo informal, falsos autónomos, becarios de larga duración, auto-explotación etc).
Si ha llegado al final de este texto, quizás tenga la sensación que el autor del mismo es un poco cenizo. Nada más lejos de la realidad, confío, por el bien de todos, que finalmente la situación mejore y que los estamentos públicos, los gremios profesionales, autores, editores, distribuidores y lectores-clientes, etc., tomen conciencia de la situación y actúen en consecuencia. No nos queda mucho tiempo para reaccionar.
* Iñaki Vázquez Álvarez es Consultor especializado en marketing y ventas para editoriales. Autor de www.valordecambio.com
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