martes, 25 de junio de 2013

Este volver a Tiempo



Por Rodolfo Pastor Fasquelle

Honduras vive hoy, como dicen, un momento histórico que quizás se beneficie de la perspectiva de un historiador. Es decir un momento que será un hito, un cambio de época, de paradigma, por fin una transición a una democracia más profunda, más comprometida con el bien común y con el bienestar general. ¿De qué se asustan? Decía un otrora apreciado amigo. No es un fin del tiempo ni del mundo.

Xiomara Castro, la candidata escogida no -como dicen los perversos- por su marido, si no por los cinco movimientos de diferentes tintes y orígenes que conformaron los cuadros del Partido LibRe para las elecciones primarias del año pasado ha hecho una proclama, sonado la campana y puesto un guante sobre la mesa. Un reto. Honduras es un desastre y los responsables directos de ese desastre son los partidos políticos tradicionales, los partidos golpistas. Nosotros podemos enmendar su entuerto, nadie más. Necesitamos para ese fin el concurso de todos los sectores de la sociedad. Pero no se puede conseguir que funcione el país de espaldas al pueblo.

Aquí hay un programa. Vamos a ir a una Constituyente genuinamente democrática, para refundar, es decir para generar un Pacto Social, del que participemos todos, en que nos comprometamos todos a cumplir la ley, ricos y pobres, libres y cachos y cheles. Y los demás que puedan participar.

Y por mientras aquí hay un programa. El proceso de la constituyente no tiene un calendario previsible y hay obra de gobierno que urge. Hay que construir carreteras y hacer reformas que puedan conseguir apoyo mayoritario de inmediato. Y antes hay que resolver el problema de la inseguridad, de la delincuencia común y la organizada y eso no puede esperar, ni para el caso puede resolverse sin una cooperación completa de la comunidad. No teman al pueblo, en efecto pueblo noble, que solo añora libertad y justicia y se ha posesionado de esa idea. Nada lo detendrá.

Los simplismos del anti comunismo. Los floridos argumentos sobre la supuesta unidad nacional, sobre la inconveniencia de la división social, como si fuera cuestión de esconderla o como si la estuviéramos inventando y no reconociendo en LibRe. Son irrelevantes. La pretensión ridícula de que reconocer las demandas populares supone deslizarnos al populismo irresponsable. No va a ningún sitio esa estratagema. Hace tiempo me decía mi bien recordado tío Luis Fiallos, “hace tiempo que ya no hay dundos hijo, desde que inventaron el radio y el indio la cuelga de un palo mientras aporca la milpa”. No porque crea las mentiras que sabe que está escuchando, si no porque se hace una idea clara de quien quiere engañarlo.

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