jueves, 7 de marzo de 2013

Latinoamérica: Hugo Chávez Frías




Por Rebeca Becerra

Querida Latinoamérica, no se pueden ocultar las lágrimas, no se deben ocultar las lágrimas, porque los hombres como Chávez que han abrazado cada pedazo de tu cuerpo amándolo para que crezcan todos tus pueblos, no nacen ni mueren todos los días. Tú lo sabes bien, ellos son fuerza que impulsa e ilumina, murallas mágicas que llevan el corazón de sueños.

Chávez Páramo, vino a encontrase en ti y en tus hijas e hijos, a encontrarse en los recuerdos que deambulaban las casas de cartón, y en ese polvo que aún enreda entre un golpe la historia.

Padre e hijo en una sola sombra, dijo que se puede amar en la vida dividiendo su canto en todo un pueblo, y en todos los pueblos de tu cuerpo Latinoamérica. Hugo Chávez, el artista adolescente, que vislumbró y nos dio una epifanía para volver a creer en la revolución y en la unidad dentro de la diversidad. Hugo, Hugo, Hugo que acobijó a los miserables.

Querida Latinoamérica te siento algo desnuda y desprotegida, asechada. ¡Ay! querido Comandante como quisiera sacarte de la madera y decirte: Levántate y háblanos. El que habla no necesita usar los pies ni los caminos.

Perdón Comandante, pero un verdadero revolucionario o revolucionaria sí llora, como lo hizo usted por su pueblo y nuestra Latinoamérica en muchos actos públicos. Yo reclamo mis lágrimas por sus ojos cerrados. Yo reclamo mis lágrimas porque sé que sus ojos quieren beber de la verdura la luz, la soledad del rocío, la plática contumaz de las chicharras, el delirio rojo del crepúsculo desde las hojas de un árbol joven.

Hoy me duelen sus poros y su oquedad de luna, me espanta el oído el trajinar de su partida. Es mi llanto un caluroso día de verano, que no encuentra las manchas del sol para echarse a la sombra.

Parada a contraluz de las estrellas, mi espalda es un bloque de hielo por donde se deslizan infinidad de preguntas que gotean por el borde de mi filo. ¿Qué será de ti Latinoamérica?.

Solamente espero que del fondo de algún río como personaje de un poema, una sirena arrulle la ausencia de su muerte.

Lo demás, Comandante, es la tarea que nos ha dejado y debemos cumplir.

¡Viva el pueblo venezolano!

¡Viva Latinoamérica!

¡Hasta siempre Comandante… aquí se queda la clara, la entrañable transparencia de su querida presencia!

Tegucigalpa 5 de marzo de 2013

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