domingo, 31 de marzo de 2013
EE.UU. sigue combatiendo la “amenaza” de la Teología de la Liberación
Por Daniel Kovalik
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El 15 de septiembre de 2011, escribí al Reverendo Monseñor Kuriakose Bharanikulangara, Primer Consejero de la Misión Permanente Observadora de la Santa Sede en las Naciones Unidas. En esa carta, instigada por el asesinato del septuagésimo noveno sacerdote en Colombia desde 1984, expresé mi preocupación por los continuos asesinatos de sacerdotes católicos y de otros religiosos en el país. Hice valer mi opinión “de que este ataque contra la Iglesia en Colombia es una política estatal, tanto de Colombia como de EE.UU., que apoya a los militares con miles de millones de dólares de ayuda y que considera que los movimientos organizados por la justicia social en Latinoamérica constituyen un amenaza para su dominación económica de la región. No soy el único que sostiene esta opinión ya que otros sacerdotes en Colombia, notablemente el Padre Javier Giraldo, S.J., han expresado este punto de vista durante muchos años”.
Envié una copia de dicha carta al Padre Giraldo y me respondió con una breve nota en la que simplemente me agradeció la carta y declaró: “Su interpretación de lo que pienso es correcta”. En cuanto a la Santa Sede, nunca respondió a mi carta, presumiblemente porque no comparte mi preocupación por esos sacerdotes.
Otra persona que ha hablado y ha escrito de este tema es Noam Chomsky, amigo y partidario del Padre Giraldo. En respuesta a mi último artículo sobre el continuo ataque a la Iglesia en Colombia, el profesor Chomsky me escribió: “Pocos son conscientes de la guerra que EE.UU. libró contra la Iglesia después de la herejía del Vaticano II, buscando devolver la Iglesia a los Evangelios por primera vez desde el Emperador Constantino. Probablemente sabe que escribo sobre este asunto desde hace mucho tiempo. Para oídos sordos, sobre todo”. ¡Qué pena! Fue un vídeo de una conferencia de Chomsky en 2009 lo que realmente me despertó a la realidad de esa guerra y su verdadera naturaleza.
De esa manera, en diciembre de 2009, el profesor Noam Chomsky pronunció un fascinante discurso en la Universidad Columbia que resumía sucesos conocidos por pocas personas en el mundo desarrollado: En 1962 el Papa Juan XXIII, a través del Concilio Vaticano II, intentó reclamar las tempranas raíces de la Iglesia; la Iglesia de los primeros 300 años cuando fue la “Iglesia perseguida”, la Iglesia de los mártires. La naturaleza de la Iglesia había cambiado con la declaración en 324 d.C. de que la Iglesia Católica sería la Iglesia oficial del Imperio Romano, convirtiéndola en la “Iglesia perseguidora”, con las Cruzadas, la Inquisición española y la complicidad con el nazismo entre los numerosos crímenes que resultaron de esto.
Con el Concilio Vaticano II de 1962, la Iglesia en todo el mundo comenzó a revalorizarse. En Latinoamérica, esto tomó la forma de la “Teología de la Liberación”, una filosofía que propugnó un “tratamiento preferencial para los pobres” y que llamó al apoyo activo para los movimientos de justicia social por cuenta de los trabajadores, los campesinos sin tierras y los pueblos indígenas y la oposición activa a los regímenes militares y a la dominación corporativa.
Esta filosofía, que combinó el cristianismo con el marxismo, se formuló por primera vez en una reunión de teólogos latinoamericano encabezada por Gustavo Gutiérrez, en Río de Janeiro, Brasil, en 1964. Brasil se convirtió en la zona cero del nuevo movimiento y las “comunidades de base” cristianas dedicadas a la Teología de la Liberación comenzaron a aparecer en ese país y a extenderse por toda Latinoamérica y se celebraron reuniones teológicas para desarrollar la Teología de la Liberación en La Habana, Cuba; Bogotá, Colombia y Cuernavaca, México, en junio y julio de 1965.
Como explica Noam Chomsky, EE.UU., no satisfecho con cruzarse de brazos y contemplar cómo arraigaba una teología abiertamente marxista en Latinoamérica –una teología que amenazaba la dominación económica y militar estadounidense en la región– actuó rápidamente para eliminar mediante la violencia ese movimiento emergente. Por su parte el Vaticano, después de la muerte de Juan XXIII, también actuó para eliminarla mediante la censura, la remoción e incluso la exclusión de sacerdotes y obispos de la Liberación.
El primer golpe contra la Teología de la Liberación por parte de EE.UU., relata Chomsky, tuvo lugar en su cuna, Brasil. Por lo tanto, en 1964, EE.UU. patrocinó el derrocamiento del presidente democráticamente elegido de Brasil, Joao Goulart, estableciendo una dictadura militar que gobernó hasta 1985 y que, gracias a la continua ayuda militar de EE.UU., atacó violentamente a los sacerdotes de la Liberación, comunidades religiosas y de base, removiendo así el nuevo movimiento radical teológico en sus raíces.
EE.UU. siguió realizando operaciones militares activas para eliminar la Teología de la Liberación, dejando una terrible estela de cadáveres de sacerdotes, hermanos y hermanas, e incluso el del Arzobispo de San Salvador, Óscar Romero. Teniendo en cuenta todo lo dicho, más de 100 religiosos fueron asesinados en Latinoamérica entre 1964 y 1985, y el derramamiento de sangre no había terminado.
Como subraya Chomsky, incluso después de la caída del Muro de Berlín en 1989, que marcó el final oficial de la Guerra Fría, EE.UU. prosiguió su ataque a la Iglesia de la Teología de la Liberación. El caso más tristemente célebre fue su apoyo al asesinato por los militares de 6 sacerdotes jesuitas, junto con su ama de llaves y su hijo, en noviembre de 1989. Como sabemos gracias al informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas de 1993, los autores intelectuales del asesinato de esos jesuitas fueron el coronel Inocente Orlando Montano Morales y el coronel René Emilio Ponce, ambos graduados de la Escuela de las Américas (SOA) de EE.UU., en Fort Benning, Georgia. Y esto corresponde a la norma, porque como señala Jack Nelson-Pallmeyer en su libro, School for Assassins (Orbis Books, 1999), en un 75% de los ejercicios de entrenamiento en la SOA, el sacerdote u otro personaje religioso (usualmente representado por un capellán del ejército de EE.UU.) terminaba muerto o herido.
Cables de Wikileaks
Recientemente, sentí que debía hacer una investigación en Wikileaks de la “Teología de la Liberación” para ver qué podría revelarse respecto a la actual posición de EE.UU. hacia esa filosofía y los individuos que viven según ella. En total la búsqueda sacó a la luz 31 cables que tenían que ver con numerosos países, incluidos El Salvador, Cuba, Ecuador, Paraguay, Corea del Sur, las Filipinas, Haití, Brasil, Venezuela, Líbano y el propio Vaticano. Esos cables revelaron la continua obsesión del Departamento de Estado de EE.UU. con la Teología de la Liberación y la hostilidad compartida de EE.UU. y el Vaticano hacia esa doctrina.
Por ejemplo, la embajada de EE.UU. en el Vaticano –en un cable titulado “Socios por el Progreso", en un trabajo con las Agencias de Desarrollo del Vaticano y fechado 24 de enero de 2003, dejaba claro que EE.UU. y el Vaticano estaban en plena sintonía cuando se trata de su oposición a la Teología de la Liberación y su desafío a las injustas estructuras del mercado que perpetúan la pobreza (1). Por lo tanto, la embajada declara:
La propia Santa Sede parece haber hecho un cambio filosófico en los últimos años respecto a su enfoque hacia el desarrollo. Mientras muchas declaraciones de postura oficial todavía incluyen más de un indicio de mensaje de desarrollo en los días maravillosos de la Teología de la Liberación y la teoría internacional de desarrollo de finales de los años 60, declaraciones recientes –en la cumbre de Johannesburgo por el desarrollo sostenible, por ejemplo– reflejan una posición más cercana a la del USG [gobierno de EE.UU.]. Se pide a los receptores de ayuda al desarrollo que se conviertan en protagonistas y socios de su propio desarrollo. Conceptos como transparencia, buen gobierno, rendición de cuentas y liberalización del mercado ahora suministran un contrapeso al achacar la culpa de los males del mundo a “estructuras injustas” o “capitalismo desenfrenado”. El Papa ha reforzado esos conceptos en recientes mensajes y declaraciones, lo que sugiere que la nueva perspectiva se filtrará de los dicasterios a las agencias de desarrollo para conformar sus políticas y estrategias. En vista de la importancia de la voz del Vaticano en todo el mundo en desarrollo, la Embajada cree que las agencias de desarrollo del USG deben tratar de ampliar los contactos con la Santa Sede para aumentar el apoyo a nuestras políticas e iniciativas de desarrollo y desarrollar sinergias con las numerosas agencias de desarrollo relacionadas con el Vaticano. Fin del comentario.
En un cable de la embajada del 6 de mayo de 2007 relacionado con la visita del Papa Benedicto XVI a Brasil, la embajada de EE.UU. en ese país discute extensivamente el tema (2). Por ejemplo, bajo el encabezamiento “La ‘amenaza’ de la Teología de la Liberación”, la embajada escribe:
Otro importante problema contextual de la visita es el desafío a la Iglesia tradicional representado por la Teología de la Liberación. El Papa Juan Pablo (con la ayuda del actual Papa cuando era el Cardenal Ratzinger, hizo grandes esfuerzos para acabar con este análisis marxista de la lucha de clases. Había llegado a ser promovido por una cantidad significativos de clérigos y gente común católica, quienes en un compromiso político aprobaban a veces la violencia “por cuenta del pueblo”. La forma más ortodoxa de la Teología de la Liberación que se ponía de parte de los pobres y oprimidos había experimentado una lectura reduccionista que el Vaticano quería corregir. En gran medida, el Papa Juan Pablo II desanimó la “Teología de la Liberación”, pero en los últimos años ésta ha presenciado un resurgimiento en diversas partes de Latinoamérica.
Este mismo cable apunta sin querer a los resultados del ataque de EE.UU. y el Vaticano contra esta filosofía, la continuación de la mala distribución de la riqueza en Latinoamérica. Por lo tanto, en este cable, la embajada explica que en una conferencia de prensa después de la visita papal a Brasil, “los obispos se quejaron de la ‘injusta distribución de la riqueza y de las profundas diferencias en la distribución de los recursos’ en su región. Preguntaron cómo podía ocurrir esto si la mayoría de los presidentes, empresarios y profesionales de Latinoamérica afirman que son católicos”.
Desde luego, esta pregunta se responde por sí misma. El continuo estado de cosas injusto en Latinoamérica se debe en gran parte a las propias acciones del Vaticano, con ayuda de las fuerzas represivas de EE.UU. en la promoción de una variedad de catolicismo que permite que los ricos y poderosos de Latinoamérica se sientan bien con su riqueza, es decir, que crean que tienen más posibilidades de entrar en el Reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja, como advirtió Jesús, y de “acabar con” los teólogos de la liberación que emprendían pasos activos en el mundo real para cuestionar el injusto control de los ricos y poderosos sobre los recursos y la tierra de sus naciones. En resumen, la continuación de la injusticia, de una manera natural, previsible e intencional, es el resultado de las acciones del Vaticano y de EE.UU.
La Embajada de EE.UU. en el Vaticano, en un cable del 14 de enero de 2008, analiza los puntos de vista del Papa Benedicto sobre una serie de temas, incluso respecto a varios países latinoamericanos (3). Hay que subrayar que la embajada reconoce que “Para la Santa Sede, los católicos en Cuba gozan de un cierto nivel de libertad religiosa”. Citando a un miembro de un movimiento laico internacional en Roma, la embajada señala que “las relaciones entre la Iglesia y el gobierno cubano no eran ‘estupendas, pero tampoco malas’” (Por cierto, hay que destacar que el clero católico en Cuba nunca ha sufrido el tipo de violencia infligido al clero en Estados clientes de EE.UU. en la región.)
A la luz de su propia obsesión por el tema, la embajada continúa expresándose largo y tendido sobre los puntos de vista del Papa sobre la Teología de la Liberación:
También importante –e inquietante– para la Santa Sede es la resiliencia de la Teología de la Liberación latinoamericana. Durante su tiempo como poderoso Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los años ochenta y noventa, el Cardenal Joseph Ratzinger se opuso a la Teología de la Liberación por su abierta simpatía hacia los movimientos revolucionarios. Algunos seguidores de la Teología –incluidos antiguos clérigos– ocupan ahora destacadas posiciones políticas en países como Bolivia y Paraguay, un fenómeno que un comentarista ha descrito como la reencarnación secular de la Teología de la Liberación. Para la Santa Sede, el Magisterio de la Iglesia (las doctrinas de la Iglesia Católica) sobre temas sociales ya defiende con fuerza los derechos de los desamparados. Esta defensa, frecuentemente descrita como la “opción preferencial por los pobres” de la Iglesia, no debería incluir que los clérigos asuman posiciones gubernamentales de alto nivel o se presenten como candidatos. Al llamar a una reducción de las tensiones interiores en Latinoamérica, la Santa Sede espera impedir un clima fértil para que los clérigos activistas, progresistas, se unifiquen con gobiernos populistas, autoritarios.
En un cable del 27 de septiembre de 2005 procedente de la Embajada de EE.UU. en San Salvador, titulado “El Salvador: La influencia en decadencia de la Iglesia Católica Romana”, EE.UU. presenta un interesado, aunque inadvertidamente revelador, análisis de lo que ha ocurrido en ese país en las últimas décadas (4). La embajada señala que:
En 1977 el ex Arzobispo Óscar Arnulfo Romero adoptó una posición explícita a favor de la “Teología de la Liberación” que enajenó a muchos de los miembros más influyentes de la iglesia. El Arzobispo Arturo Rivera y Damas siguió el ejemplo de Romero durante su mandato entre 1983 y 1994. Con la elección de Fernando Sáenz Lacalle como Arzobispo de San Salvador en 1995, la Iglesia Católica entró a una nueva era en la cual retiró su apoyo a la Teología de la Liberación; Sáenz Lacalle renovó el énfasis en la salvación individual y la moralidad. Sin embargo sigue subyaciendo una división en la Iglesia Católica salvadoreña respecto a temas políticos semejantes.
La embajada explica posteriormente que, con su retirada de la Teología de la Liberación, “la Iglesia Católica salvadoreña ha sido efectivamente ‘re-romanizada’…”
Como sucede tan a menudo, lo que no se dice en el pasaje mencionado es lo más revelador. La embajada se refiere a Óscar Romero como “ex Arzobispo” que apoyó la Teología de la Liberación. Por cierto, como todos sabemos, en realidad Óscar Romero murió, más fuerte aún, fue asesinado por las fuerzas entrenadas, financiadas y armadas por EE.UU. mientras oficiaba la Santa Misa. La embajada, para evitar la mención de esos hechos inconvenientes, simplemente lo convierte en “ex Arzobispo”, como si simplemente se hubiera jubilado. Y, lo que no se menciona es que fue el asesinato de gente de buen corazón como el Arzobispo Romero lo que condujo a la “re-romanización” de la Iglesia, una expresión de doble sentido, ya que puede significar apropiadamente que la Iglesia vuelve a estar en línea con el Vaticano de Roma (el significado deseado), o que ha vuelto a la posición favorable al Imperio que la Iglesia ha mantenido (con una interrupción limitada después del Concilio Vaticano II de 1962) desde el año 324 d.C. En otras palabras, misión cumplida tanto para el Vaticano como para EE.UU.
Avanzamos unos años hasta el 27 de febrero de 2009 y la Embajada de EE.UU. en San Salvador vuelve a retorcerse las manos sobre un nuevo y “más explícito Arzobispo” del que la embajada sospecha que simpatiza con la Teología de la Liberación (5). Por ello, el cable contiene toda una sección sobre el nuevo Arzobispo que dice: “Simpatiza pero no está comprometido por la Teología de la Liberación”. Como explica la embajada, “las declaraciones públicas del [Arzobispo] Escobar sugieren que podría tener puntos de vista cercanos a la Teología de la Liberación, un movimiento de la Iglesia Católica que pone el acento en la liberación de los pobres y oprimidos y que condujo a algunos adherirse y a apoyar la actividad revolucionaria en Latinoamérica, incluyendo la insurgencia del FMLN (1980-1992)”, una insurgencia a la que por supuesto EE.UU. se opuso vigorosamente a través de su apoyo a las fuerzas militares represivas en El Salvador, las cuales aplastaron a la insurgencia y mataron a decenas de miles de civiles inocentes.
Como explica este cable, algunas declaraciones del Arzobispo Escobar que llevan a EE.UU. a sospechar de su simpatía por la Teología de la Liberación son sus pronunciamientos contra operaciones mineras en El Salvador, incluyendo la actividad minera de Pacific Rim, una “compañía canadiense con inversionistas estadounidenses”, explica el cable. El cable explica que también revela sus simpatías por la Teología de la Liberación el hecho de que “en su primera homilía, Escobar afirmó que quiere estar con los débiles y pobres porque es el deber de la Iglesia y pidió que se otorgue prioridad al abastecimiento de los pobres”. El cable prosigue que “Escobar también ha declarado… que admira al Padre Ignacio Ellacuria, un cura jesuita y colaborador de la Teología de la Liberación que fue asesinado por las fuerzas salvadoreñas en 1989, y al Arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado por los escuadrones de la muerte en 1981 [sic]”. Otra vez la devoción del nuevo Arzobispo por los religiosos asesinados lo convierte en sospechoso en cuanto a su verdadera fidelidad.
En otro cable de San Salvador, del 24 de junio de 2008, que pretende presentar una visión histórica del FMLN, la embajada afirma: “Durante los 12 años de guerra civil salvadoreña (1880-1992), el FMLN intentó derrocar el gobierno utilizando una estrategia que incluía la lucha armada, el terrorismo y el adoctrinamiento político socialista/comunista. El movimiento de la Teología de la Liberación de la Iglesia Católica y los sindicatos apoyó en considerable medida esos esfuerzos. El grupo recibió apoyo monetario y armas del Bloque Soviético y de Cuba” (6). Esta declaración, repleta de información bastante engañosa, es muy reveladora de la antipatía de la embajada hacia la Teología de la Liberación.
De esa manera, en ese breve pasaje la embajada muestra a gran parte del movimiento de la Teología de la Liberación como un apoyo al supuesto terrorismo del FMLN, en conjunto con la Unión Soviética y Cuba. Por cierto, esto ignora intencionalmente el hecho de que fueron los escuadrones de la muerte militares y paramilitares respaldados por EE.UU. en El Salvador los que cometieron la mayor parte de los actos terroristas contra la población civil; que gran parte del movimiento de la Teología de la Liberación, como lo ilustra el propio Arzobispo Romero, condenó la violencia cometida por las dos partes del conflicto y que las afirmaciones de apoyo soviético y cubano al FMLN fueron siempre exageradas. Pero lo significativo es que EE.UU. considera que el movimiento de la Teología de la Liberación está coludido con el terrorismo y con el comunismo internacional, es decir, con los dos principales objetivos (o por lo menos objetivos ostensibles) de la violencia de EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial.
Numerosos cables tratan del asunto, pero basta con decir que son consistentes en el vilipendio de dirigentes religiosos y políticos que están, o EE.UU. cree que están, vinculados con la Teología de la Liberación. La lista incluye a Fernando Lugo, el exobispo católico, que fue derrocado por un golpe “legal” en Paraguay que fue instantáneamente ratificado por EE.UU. (7); Jean Bertrand Aristide, el presidente de Haití enviado al exilio por los esfuerzos conjuntos de EE.UU., Canadá y Francia (8); e incluso un líder chií en el Líbano, el Jeque Ahmed Taleb, que "durante su juventud descarriada, según afirma EE.UU. enseñó una versión chií libanesa de la Teología de La liberación, con una retórica repleta de insultos a EE.UU. e Israel” (11).
En pocas palabras, EE.UU. ve en gran medida a la Teología de la Liberación, y a los que la apoyan, como enemigos. Y se considera alineado con el Vaticano en sus esfuerzos mutuos para destruir esta filosofía. Por cierto, esto tiene consecuencias prácticas.
Solo un ejemplo: un cable de la embajada del 9 de junio de 2009 explica que el antiguo equivalente del FBI en Colombia, el DAS, espió y "neutralizó” (un eufemismo que puede incluir acciones que llegan al asesinato) a grupos por los derechos humanos, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, (CIJP o “Justicia y Paz”) del Padre Giraldo,(12). Este cable señala que el propio presidente de Colombia, Álvaro Uribe, había ordenado la vigilancia. El cable señala que la “vigilancia incluye el control físico de individuos y sus familias (incluidos los niños), interceptación telefónica y de correos electrónicos y recolección de datos financieros de importancia. También parece que la unidad ha tomado medidas activas para desestabilizar eventos de la oposición e intimidar a activistas por los derechos humanos… Los periodistas y activistas por los derechos humanos afirman que la vigilancia [que comenzó en 2004-2005 continúa.” (énfasis agregado).
Por cierto, hay que preguntarse seriamente si esa política estatal de “neutralizar” al CIJP continúa en la actualidad y si el reciente intento de asesinato del Padre Alberto Franco del CIJP el 13 de febrero de 2013, se llevó a cabo siguiendo dicha política. Yo mismo digo para que conste que si al Padre Franco o a algún otro sacerdote asociado con el CIJP les ocurriera algún mal, habrá que pedir responsabilidades al Estado colombiano y a su patrocinador estadounidense.
Notas:
* Daniel Kovalik es un abogado sindical y de derechos humanos que vive en Pittsburgh. Actualmente enseña Derechos Humanos Internacionales en la Escuela de Derecho de la Universidad de Pittsburgh.
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