miércoles, 13 de marzo de 2013
Surrealista economía hondureña
Las malas calificaciones de deuda para Honduras en el ámbito internacional tienen el efecto de un golpe en el plexo solar para la economía nacional, de por sí estancada y sin perspectiva de crecimiento.
La firmas Moody’s Investor Service y Standard and Poor’s han bajado su calificación de largo plazo, en el Marco de Sostenibilidad de la Deuda para Países de Bajos Ingresos (DSF-LIC), de estable a negativa, a consecuencia del déficit fiscal del gobierno.
La valoración de estas dos firmas internacionales, junto con el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el constante deterioro de la estabilidad macroeconómica, deja a nuestro país en deplorable posición para el crédito internacional, que es fundamental para el desarrollo económico.
Según las mediciones del FMI el déficit fiscal andaría por el orden del 10 al 11 por ciento, cuando el límite tolerable no va más allá del 4 por ciento en relación con el producto interno bruto (PIB). Eso significa, entre otros problemas, la imposibilidad real de cumplir con las obligaciones crediticias y un incremento vegetativo de la deuda externa e interna.
Los analistas locales e internacionales coinciden en la necesidad que tiene la administración del Estado de reducir drásticamente el gasto público, en momentos que determinan mayores presiones presupuestarias en razón del año electoral y la exigencia de transferencias y subsidios a los servicios públicos.
El presidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), Roldán Duarte, sugiere que los problemas fiscales “deben encararse a través de la contención del gasto corriente”, al mismo tiempo que “se debe estimular un clima favorable a la inversión”. Algo que es fácil decirlo, pero difícil de realizarlo debido a la debilidad socioeconómica, por momentos más frágil.
El estadista liberal, licenciado Jorge Bueso Arias, señala que el gobierno actual es el más desordenado que ha visto en muchos años, en el que se gasta más de lo que el Estado percibe. Agrega que “en las grandes esferas se han empeñado en ver mal a los empresarios como si todos fuésemos delincuentes o personas que no tenemos responsabilidad social, cuando es todo lo contrario”.
Por otra parte, el licenciado Bueso Arias estima que “Petrocaribe sería una buena opción para desintoxicar el gobierno”. Esa opción, sin embargo, no parece tan abierta aunque se ha hado la impresión, desde el gobierno, de estar en las proximidades el reingreso de Honduras a la ALBA.
El corolario de esta lluvia negra de calificaciones de deuda y de continuado deterioro de la estabilidad macroeconómica es que la otra tabla de salvación proyectada, o sea la colocación de “bonos soberanos” por el orden de 750 millones de dólares queda seriamente condicionada por las calificaciones de riesgo-país, lo cual dificultaría su venta en el extranjero.
El presidente Lobo Sosa sostiene, por otra parte, que no autorizará una mayor aceleración de la devaluación del lempira y tampoco se aplicarán más impuestos a los contribuyentes. Todo esto supone, naturalmente, un cuadro surrealista de la economía hondureña.
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