Rebelión
Por Sergio Ferrari
La última semana de julio fue caliente en torno a un tema candente. Mientras que, en Roma, las Naciones Unidas convocaron a la Pre-Cumbre de la Alimentación, la protesta se hizo escuchar. Organizaciones y movimientos sociales promovieron una movilización virtual crítica durante cuatro días.
Entre el 26 y el 28 de julio, el gobierno italiano realizó junto con la ONU una reunión preparatoria del evento sobre Sistemas Alimentarios que las Naciones Unidas convoca para septiembre próximo en Nueva York.
Las voces de oposición no se limitaron a sectores importantes de la sociedad civil internacional. Medios de prensa aportaron enfoques analíticos que cuestionan la convocatoria. “Derecho a la alimentación. En Roma, los largos colmillos de las multinacionales”, titulaba el martes 27 el cotidiano francés de izquierda L’Humanité. “La parte del león va a los gigantes de la agroindustria para responder a los retos de la inseguridad alimentaria”, completaba. E informaba que “500 organizaciones contratacan”.
El cotidiano progresista suizo Le Courrier otorgó la tapa de su edición de ese mismo martes a igual tema: “Alianza contra natura por la alimentación”. En su página 3, titulaba La Cumbre del Hambre y recordaba, críticamente, los acuerdos alcanzados por la ONU con el Foro de Davos para preparar el cónclave de septiembre próximo. “Según las ONG, se trata de un proceso que corre el riesgo de reforzar el actual modelo alimenticio mundial fracasado”, analizaba el periódico helvético.
Visión onusiana
La Pre-Cumbre de la capital italiana, según sus organizadores, buscaba consolidar el proceso de participación pública, consultas y recopilación de datos “preparando el camino para una cumbre ambiciosa y productiva” en septiembre.
El evento, con participación híbrida (virtual-física), pero con un marco presencial suntuoso y con una animación tipo “show”, buscó también movilizar nuevos fondos y propuestas. Según los promotores, los Diálogos de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios –como metodología de consulta– suponen una oportunidad inmejorable para que personas de todo el mundo ocupen su lugar en esta histórica cita de las Naciones Unidas. “De esta forma, pueden ayudarnos a construir un futuro mejor para los sistemas alimentarios, que sea próspero, seguro y justo para todos” (https://www.un.org/es/food-systems-summit).
Conceptualmente, la ONU define como “sistema alimentario”, la constelación de actividades relacionadas con la producción, el procesamiento, el transporte y el consumo de alimentos. Los sistemas alimentarios afectan todos los aspectos de la existencia humana.
Y aclara que hay muchos sistemas alimentarios en el mundo que son frágiles, vulnerables al colapso, realidad que han experimentado millones de personas en durante la pandemia. “Cuando nuestros sistemas alimentarios fallan, el desorden resultante amenaza nuestra educación, salud y economía, así como los derechos humanos, la paz y la seguridad. Como en tantos casos, los que ya eran pobres o estaban marginados son los más vulnerables”, enfatiza el organismo internacional.
La apuesta de las Naciones Unidas es que la Cumbre de Nueva York de septiembre próximo, analice y encuentre opciones a estos sistemas alimentarios, en particular, a los que no funcionan.
Si bien las estadísticas oficiales reconocen que hubo 811 millones de personas que padecieron hambre durante 2020 — 161 millones más que en 2019—las explicaciones oficiales parecen limitarse al impacto pandémico. Sin embargo, el análisis sistémico, de fondo, no aparece en los comunicados públicos de la organización, que tampoco se pronuncia sobre los compromisos alcanzados con la gran empresa privada para la preparación del cónclave de septiembre.
Solo queda el boicot
“Si bien los organizadores tienen como objetivo crear una ilusión de inclusión, no está claro quién tiene el control de la toma de decisiones y mediante qué procedimientos se toman las decisiones”, subraya una declaración común firmada por medio millar de movimientos sociales y ONG del mundo entero (https://www.foodsystems4people.org/655-2/?lang=es), titulada “Respuesta autónoma de los pueblos a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios”.
La misma constituye el marco consensual de la contra movilización que se realizó entre los días 25 y 28 de julio en forma virtual. Su tono es tan enfático como crítico y acusador: “A pesar del creciente reconocimiento de que los sistemas alimentarios industriales están fallando en muchos frentes, las empresas agroindustriales y alimentarias tratan de mantener el control”. Están desplegando la digitalización, la inteligencia artificial y otras tecnologías de la información y la comunicación para promover una nueva ola de acaparamiento de recursos, extracción de riqueza y explotación laboral y reestructurar los sistemas alimentarios hacia una mayor concentración de poder y cadenas de valor aún más globalizadas, enfatizan los firmantes.
La próxima Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios es un ejemplo ilustrativo de cómo las plataformas impulsadas por las empresas, en estrecha cooperación con gobiernos afines y funcionarios de la ONU de alto nivel, “tienen la intención de utilizar a las Naciones Unidas para apoyar y legitimar una transformación de los sistemas alimentarios favorable a las empresas”. Promueven, al mismo tiempo, nuevas formas de gobernanza para “consolidar aún más la influencia corporativa en las instituciones públicas a nivel nacional y de la ONU”, agregan los actores sociales que participaron en la “Contra movilización de los Pueblos para Transformar los Sistemas Alimentarios Corporativos”. Y que en su Declaración de Apertura enfatizaban que “pese a que entre el 70 % y el 80 % de los alimentos del mundo son producidos por agricultores en pequeña escala, que tienen una poderosa voz colectiva, este proceso individualizado (de la Cumbre) da un poder desmesurado a unos pocos poderosos que controlan los mercados alimentarios, agrícolas y de capitales”. (https://viacampesina.org/es/ ).
Los principales movimientos sociales, indígenas, de pequeños productores, ONG (lista completa: https://www.foodsystems4people.org/firmantes/?lang=es ) a nivel planetario, entre los cuales, Vía Campesina, la Marcha Mundial de Mujeres, la Alianza Mundial de Pueblos Indígenas, Greenpeace internacional, FIAM internacional etc., llamaron a boicotear la próxima cumbre de la ONU. Y dieron siete razones para no asistir a Nueva York en septiembre próximo
(https://www.foodsystems4people.org/655-2/?lang=es).
Evalúan que la Cumbre no se basa en los Derechos Humanos y de los pueblos. A pesar de que el evento oficial promueve una estructura aparentemente inclusiva, desde el principio el proceso fue opaco y desmarcó a las instituciones existentes de la ONU basadas en los Derechos Humanos, así como a las plataformas legítimas de las organizaciones de la sociedad civil organizada y los Pueblos Indígenas.
Entienden que el cónclave en preparación está dominado por intereses corporativos impulsadas por empresas como el Foro Económico Mundial (FEM), la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), la Red Agroalimentaria Internacional (IAFN), el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WCBSD), la Alianza Global para la Mejora de la Nutrición (GAIN), el Foro EAT, Scaling-Up Nutrition (SUN) Business Network. Así como organizaciones filantrópicas ligadas a multinacionales, como la Fundación Rockefeller y las fundaciones Gates y Stordalen, quienes están desempeñado un papel importante en el proceso de preparación. Critican que Agnes Kalibata, presidenta de AGRA, fuese nombrada Enviada Especial de la ONU para la Cumbre. Lo que constituyó, desde el inicio mismo, una muy mala señal para los actores sociales, señalan los opositores.
Quienes argumentan que la Cumbre promueve modelos de gobernanza altamente problemáticos que debilitan el papel de los propios Estados miembros; facilitan una influencia indebida de los intereses corporativos y promueven una tendencia de captura corporativa de la ONU.
Adicionalmente, desde la mirada de los movimientos sociales, la Cumbre propone un concepto de ciencia muy restringido e impulsa la transformación de los sistemas alimentarios en la dirección equivocada: no hace nada para allanar el camino para el cambio profundo y urgente que se necesita. Con el evento de la ONU, “secuestrado por la industria alimentaria y la agroindustria”, es probable que la narrativa de la Cumbre apoye los sistemas alimentarios industriales que promueven los alimentos ultra procesados, la deforestación, la producción ganadera industrial, el uso intensivo de pesticidas y los monocultivos de productos básicos. Factores todos que provocan el deterioro del suelo, la contaminación del agua y el impacto irreversible sobre la biodiversidad y la salud de las personas. Y concluyen que la Cumbre no brinda soluciones para combatir la desnutrición, el hambre ni la crisis climática. “Ignora lo más necesario y urgente: una profunda transformación agroecológica de los sistemas alimentarios –basada en los Derechos Humanos — hacia la soberanía alimentaria, la justicia de género, la justicia climática, la justicia social, la biodiversidad y la salud de las personas y del planeta, todas condiciones previas para una paz duradera.
Una misma temática esencial –la erradicación del hambre– marca rutas irreconciliables. La próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre sistemas alimentarios devela dos modelos y conceptos productivos de sociedad planetaria. Los movimientos sociales, hartos de no ser escuchados, anticipan el boicot. Si la ONU no logra reconstruir un consenso sobre la base de reducir el actual poder preponderante de las multinacionales, el evento de septiembre será, simplemente, otro show mediático. Insuficiente para un planeta que exige soluciones y donde más de 800 millones de personas no cuentan con un plato de comida diario.
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