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Por Washington Castilhos
Un estudio encontró que la parte sureste y este de la Amazonia está funcionando más como emisor que como sumidero de carbono. Crédito de la imagen: Márcio Isensee e Sá/Flickr, bajo licencia Creative Commons 2.0
La Amazonia liberó, en nueve años, más CO2 de lo que absorbió, concluyó un estudio que advierte que este bosque comienza a funcionar más como emisor de dióxido de carbono que como sumidero.
“Si la Amazonia estuviera mejor preservada jugaría un papel fundamental en la mitigación del cambio climático”, dijo a SciDev.Net Luiz Aragão, jefe de la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, y uno de los autores del artículo.
Según estimó el estudio, se liberaron mil millones de toneladas de CO2 anualmente entre 2010 y 2018. “Si no hubiera quema y deforestación, en ese período la Amazonía eliminaría 450 millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera”, agregó Aragão.
Además, hallaron que la parte sureste y este del bosque —la región del arco de deforestación, ya bastante alterada— está funcionando más como emisor que como sumidero de carbono. Esta región es responsable de 72 por ciento de las emisiones totales de la Amazonía, donde 62 por ciento es de incendios.
“Si la Amazonia estuviera mejor preservada jugaría un papel fundamental en la mitigación del cambio climático”. (Luiz Aragão, jefe de la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), Brasil)
“El bosque en sí tiene la capacidad de absorber carbono, minimizando el potencial de emisión. Pero eso depende de si funciona correctamente”, explicó Aragão.
En los bosques tropicales, el carbono normalmente se absorbe y se transforma en biomasa forestal a través de la fotosíntesis. Sin embargo, los científicos observaron que el equilibrio entre las emisiones y la absorción se alteró por la acción humana, lo que hace que el bosque sea menos capaz de actuar como absorbente.
“La deforestación en la Amazonía contribuye a menor absorción de CO2 y mayores emisiones por parte del bosque, favoreciendo el calentamiento global”, agregó la climatóloga Renata Libonati, del Instituto de Geociencias de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), quien no participó en el estudio.
Asimismo, la deforestación está estrechamente relacionada con los incendios, principal causa de emisiones de CO2. Solo 18% de las emisiones de las quemas son absorbidas por el bosque. “La deforestación y los incendios hacen que esta vegetación sea más vulnerable a sequías extremas y provocan más mortalidad de árboles. Sin capacidad de absorción, esto generará más emisiones de carbono”, enfatizó Aragão.
Las mediciones realizadas para la investigación incluyeron la Amazonía sudamericana en su conjunto —unos 7,25 millones de km2— el equivalente a la extensión más grande que la de Europa Occidental. Pero el artículo reveló que la parte este (lado brasileño, con sus dos millones de km2 y 30 por ciento de área deforestada) es la región con mayor emisión y menor absorción.
Las consecuencias, sin embargo, afectan el clima global, pues más emisiones aumentan la temperatura del planeta y eso favorece la ocurrencia de eventos extremos, expansión de enfermedades, períodos más lluviosos y otros de sequía, que pueden afectar la producción agrícola, la matriz energética y el consumo de agua.
“Al mismo tiempo que absorbe carbono, el bosque recicla agua a través de la evapotranspiración de las plantas. Por lo tanto, también permite que llegue humedad a otras regiones. Pero con la degradación del bosque, esta función se ve comprometida, induciendo una mayor reducción de las precipitaciones”, explicó Aragão.
Libonati agregó que, a pesar de que estudios previos ya apuntaban al cambio de la Amazonia de sumidero a fuente de emisión, existían incertidumbres. “El gran aporte de este estudio es que los científicos recolectaron información en campo, cubriendo la región de manera más completa y haciendo mediciones más cercanas a la realidad. Así le dan mayor fuerza a una discusión que ya ha comenzado”, analizó.
Para Marcos Pedlowski, geógrafo de la Universidad Estatal del Norte Fluminense (Río de Janeiro), quien tampoco participó en el artículo, “el estudio aporta evidencia científica relevante sobre las emisiones, pero el carbono también proviene de la degradación. Cuando sumamos los dos, veremos que la situación es mucho peor”, completó Pedlowski.
Según el artículo, de los países amazónicos, Brasil es el que menos cuida el bosque, pues la parte con mayores emisiones de CO2 está del lado brasileño. “Brasil está técnicamente preparado y siempre ha sido reconocido en gestión ambiental. Debemos rescatar esta posición para que el país tenga una voz activa en el camino hacia el desarrollo sostenible”, concluyó.
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