Por Juan F. Samaniego
La conoció casi por casualidad y su vida cambió para siempre. “Fue como quien conoce a su novia en un bar y se da cuenta de repente de que le gusta”. Marco Tedesco nació en Nápoles, Italia, donde la nieve solo aparece en los libros. Aun así, este profesor de la Universidad de Columbia e investigador del Goddard Institute for Space Studies de la NASA (GISS) es uno de los mayores expertos del mundo en nieve y glaciares.
Lleva casi 20 años de su vida intentando entender el hielo y el cambio climático, tanto desde el laboratorio como sobre el terreno. Sus visitas a Groenlandia son frecuentes. Además, dedica buena parte de su tiempo a la divulgación. El año pasado publicó Hielo. Viaje por el continente que desaparece (Gatopardo Ediciones) donde relata la historia del Ártico, de la aventura científica y de un nuevo clima que está cambiando el planeta.
En tu libro hablas de un número mágico para los glaciares: 917 kilos por metro cúbico.
Es un número mágico porque esa es la densidad del hielo. A partir de ahí, no se puede añadir más masa a esa estructura en la que todos los átomos están organizados a la perfección. Quiere decir menos del 10% del hielo es aire, el resto es agua en estado sólido. Es mágico pensar que algo caótico como el agua puede organizarse en una estructura tan rígida y bella, elegante.
¿Cómo se alcanza esa densidad en el hielo de un glaciar?
El hielo de un glaciar no se forma como un cubito en el congelador. Se forma a partir de la nieve que se comprime por su propio peso, año tras año. La parte que no se descongela en verano sigue comprimiéndose bajo el peso de las nuevas nevadas en invierno. El aire entre los copos va desapareciendo y así, poco a poco, alcanza la densidad de 917 kilos por metro cúbico. Este proceso es el que da a los glaciares su característico color azul. Ese color solo se consigue a través de un proceso lento y gradual a lo largo de miles de años.
Miles de años. ¿Cuánto tiempo tarda en deshacerse todo este trabajo?
Puede desaparecer en pocos días. Podemos pensar en esos mandalas de arena que hacen algunos monjes tibetanos. Tardan muchas semanas en componerlos, pero luego puede llegar una persona, soplar, y en pocos segundos destrozar todo el trabajo. Volverlo a hacer es prácticamente imposible.
Con los glaciares pasa lo mismo. No se puede volver a empezar el proceso porque las condiciones del planeta ya no son las mismas que cuando se empezaron a formar. Hace más calor, nieva menos y el proceso de formación del hielo ya no funciona igual.
¿Cuán rápido puede desaparecer un glaciar que ha tardado miles de años en formarse?
La respuesta depende de muchos factores. La pregunta quizá debería ser cuán rápido estamos haciendo que Groenlandia y el Ártico se derritan. Y cuáles van a ser las consecuencias. Para frenar el deshielo debemos dejar de calentar el planeta. Si lo conseguimos, podremos ver si los mecanismos que se han activado y están acelerando el cambio climático se desactivan. Pero no sabemos si las cosas pueden volver a ser como antes.
Es probable que ya hallamos cruzado algunos de los límites, de los puntos de no retorno. Es como si en un cruce elegimos el camino de la derecha, pero cuando queremos regresar, la carretera ha desaparecido. El objetivo ahora debería ser reducir las emisiones de CO2 y retirar el exceso de CO2 de la atmósfera. Si lo lográsemos, podríamos empezar a ver efectos positivos al cabo de 50 o 60 años. En el corto plazo, las consecuencias del cambio climático estarán ahí, hagamos lo que hagamos. Hay que pensar en cómo mitigarlas. Hace mucho que sabemos lo que estaba pasando y no hemos hecho nada.
En las últimas décadas, algunos glaciares de montaña, más pequeños que los de Groenlandia, han desaparecido por completo. ¿Veremos un Ártico sin hielo en el futuro cercano?
Al final de este siglo quedarán muy pocos glaciares en la Tierra. Creo que a lo largo de nuestra vida veremos un océano Ártico sin hielo. Quizá quede algún resto cerca del polo norte. Pero cada verano el hielo se derretirá casi por completo y esta situación será más frecuente cada vez. Como consecuencia, veremos cada vez más tráfico marítimo, contaminación y basura en el Ártico.
Un Ártico sin hielo traería importantes beneficios para algunas empresas. Hay reservas de combustibles fósiles, se abrirían nuevas rutas de transporte…
Sería beneficioso para algunos, pero también sería muy peligroso desde el punto de vista del impacto ambiental. Las oportunidades económicas no compensan los riesgos, que son también económicos. Las consecuencias, además, y como pasa siempre, las acabarán pagando quienes son menos responsables del cambio climático y quienes no pueden protegerse de los riesgos. Pienso en los grupos vulnerables, en las clases más bajas, en las minorías étnicas…
Las grandes corporaciones ya están trabajando para protegerse de las consecuencias del cambio climático, tanto a nivel de daños en infraestructuras como a nivel financiero. Pero todos los grupos marginales podrán hacer muy poco para defenderse. Si tienes dinero y pierdes tu hogar, puedes buscar otro. Pero si no lo tienes, el resultado será muy diferente.
Las temperaturas están aumentando en el Ártico mucho más rápido que en el resto del mundo. ¿Cómo está cambiando la región?
Es difícil apreciar grandes cambios a simple vista. Pero si observamos imágenes satelitales y datos, podemos ver que ha habido cambios importantes en los últimos 10 o 15 años. Lo más destacado no es que las cosas estén cambiando, sino que este cambio se está acelerando. No es que llegue agua de los glaciares al océano, sino que cada año llega más y más agua del deshielo. Esto es muy importante. Si el cambio climático se está acelerando, todos los modelos que tenemos no nos están contando la historia completa.
Imagina que vas cuesta abajo en una bici. No tienes que pedalear para acelerar, pero cada vez vas más rápido. Hay una serie de mecanismos que actúan en esa aceleración. Si dejamos de pedalear por completo, si dejamos de emitir CO2 de forma inmediata, podemos seguir cuesta abajo y acelerando. Para frenar y reducir la velocidad tenemos que dejar de ir cuesta abajo y frenar. Es decir, no solo tenemos que dejar de emitir, sino que tenemos que reducir la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Y aun así seguimos pedaleando.
Nuestra sociedad y nuestra economía dependen en tal medida de los combustibles fósiles que, cuando intentamos reducir de un lado, acabamos aumentando por el otro. Debemos hacer un esfuerzo real por abandonar el carbón, el petróleo y el gas. Creo que seguiremos pedaleando cuesta abajo durante algún tiempo.
Volviendo sobre las consecuencias sociales del cambio climático, ¿cómo está afectando a la población local en Groenlandia?
Ya hemos visto cómo, en las elecciones de hace unos meses, ganó un partido verde porque mucha gente era contraria a la mina de tierras raras de Kuannersuit. Creo que el cambio climático está tomando un cariz bastante político en Groenlandia. Las comunidades locales hace tiempo que se están viendo afectadas por la desaparición del hielo marino, donde tradicionalmente han pescado y cazado.
Las poblaciones locales y, en especial, las nativas, no obtienen ningún beneficio del cambio climático. No es que sea algo positivo, pero, si se generan oportunidades, no serán las comunidades locales las que las aprovechen. Los nativos no tienen voz. Pasa en Groenlandia, pasa en Estados Unidos y pasa en la Amazonia. Muchas de estas poblaciones están marginalizadas y pagan un precio muy alto por un problema al que apenas han contribuido.
Cada vez más voces piden que no solo se tengan en cuenta las poblaciones nativas desde un punto de vista social, sino que se use su conocimiento para entender mejor el cambio climático y buscar soluciones. ¿Es posible?
Es muy difícil. Por ejemplo, Groenlandia pertenece a Dinamarca, así que cualquier decisión o movimiento está muy influido y controlado por el sistema danés. Las poblaciones locales no tienen voz ni tienen independencia para actuar de forma diferente a la que marca Dinamarca.
La situación se repite en todo el mundo. En la Amazonia, los indígenas ven cómo se deforesta y no pueden hacer nada. En Alaska, los nativos se quedan sin pueblos ni tierras porque se derrite el permafrost y no pueden tomar decisiones independientes para solucionar el problema. Creo, la verdad, que desde los gobiernos hay muy poco interés en buscar soluciones para las poblaciones indígenas. Van a ver desaparecer un lugar que ha sido su hogar durante siglos y a nadie parece importarle.
Entonces, los grandes discursos que hablan de tenerlos en cuenta, ¿son palabras vacías?
La mayor parte de las veces, sí, sin duda.
Volviendo al clima, la Tierra ha cambiado muchas veces en el pasado. ¿Qué hace este cambio climático diferente?
Es diferente porque lo hemos causado nosotros. Además, los cambios climáticos del pasado se debieron a modificaciones naturales que sucedieron a lo largo de mucho tiempo. Pero esta vez, todo está sucediendo en 200 años.
Cuando el CO2 en la atmósfera alcanzó concentraciones similares a la actual en el pasado, el nivel del mar estaba varios metros por encima. Esto puede querer decir que solo estamos viendo parte de la historia del cambio climático, la Tierra todavía está empezando a reaccionar al forzamiento radiactivo [la diferencia entre la energía que llega del Sol y la que el planeta refleja de vuelta al espacio] que hemos provocado.
Es decir, puede significar que vayamos a ver consecuencias mucho más extremas de las que somos capaces de predecir. Es muy difícil saber qué va a pasar porque el proceso de cambio climático nunca había sucedido tan rápido en el pasado. Sin la intervención humana, no hay manera de explicar qué está pasando ahora mismo en el planeta. Ahora intentamos arreglar cosas que ya están rotas, pero creo que quizá deberíamos estar fijándonos más en cómo minimizar las consecuencias.
La comunidad científica que hace trabajo de campo suelen decir que la naturaleza nos está contando una historia. ¿Qué nos dice el Ártico?
Nos dice que el ser humano es una criatura poderosa, a pesar de su pequeño tamaño. Somos como pequeños virus que, en conjunto, somos capaces de dañar un sistema inmenso y complejo como el de la Tierra. Sin embargo, creo que los primeros meses de la pandemia, a pesar de lo tristes que fueron, nos han servido también para entender que podemos ser poderosos de forma positiva.
Si podemos darle tiempo al planeta para recuperarse, sí podemos adaptarnos a la Tierra en lugar de adaptar la Tierra nuestro estilo de vida, quizá podamos solucionar las cosas. Un pequeño gesto, repetido por millones de personas, puede cambiarlo todo. Podemos seguir pidiéndole a los políticos una solución, pero no podemos seguir siendo hipócritas y darnos cuenta de que todos necesitamos cambiar. Necesitamos un cambio cultural, no un cambio de arriba a abajo.
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