sábado, 2 de mayo de 2015
Ecología humana, social y tecnológica
Barra Vieja: una comunidad en continua represión
No cabe ninguna duda que el proyecto del Papa Francisco ha dejado indiferente a pocas personas y sectores sociales: su “proyecto de Iglesia”, su “proyecto de sociedad” (expresado fundamentalmente en su exhortación apostólica el “Evangelio de la Alegría”) y su “proyecto ecológico” son inspiradores, críticos, propositivos y, en muchas dimensiones, proféticos.
Como estamos en la antesala de la publicación de su encíclica ecológica el “Pontificio Consejo Justicia y Paz”, por medio del jesuita Michael Zcerny, nos hace llegar por donde se orientará el contenido de la misma: ¿qué es la ecología?, ¿a quién va dirigida?, ¿de qué ecología se trata? La llama “ecología católica”, pero, ¡ojo!, no pensemos que se trata de algo estrictamente confesional o desvinculado de nuestra realidad: es una perspectiva nueva, pastoral, comprensiva y exhaustiva puesto que “ecología católica” quiere decir una ecología muy comprometida.
Por esta razón, relaciona la ecología con cuatro conceptos: Medio ambiente que invoca conciencia y sensibilidad; Ecología impone responsabilidad, Economía requiere justicia, y Ecuménico recuerda la unidad, no sólo global, sino también entre generaciones. Estamos llamados a proteger y cuidar de la creación y de la persona humana. Estos conceptos son recíprocos y juntos contribuyen a impulsar un desarrollo humano auténtico y sostenible. ¡Hablar de medio ambiente y de ecología significa hablar de un asunto transcendental!
¿Quién va a leer y cómo debería leerse la encíclica? Nos dice Michael Zcerny que: mi convicción es que todos y cada uno de nosotros tenemos que leer la encíclica de tres maneras complementarias: como creyentes, como habitantes del planeta tierra y como ciudadanos de un país particular. En primer lugar, todos los seres humanos son creyentes. La gran mayoría son creyentes religiosos. Una minoría niega "ser religiosos" o "tener fe" o estar afiliados, pero incluso ellos necesitan asumir la responsabilidad de sus creencias. El cambio climático, la trata de seres humanos, son cuestiones que implican la fe o las creencias de cada uno.
Así, cuando hablamos de ecología y de la encíclica, la primera forma en que podemos leerla es como creyentes. Hay quien puede pensar que la fe es un añadido opcional al compromiso ecológico. Esta proposición sería equivalente a afirmar que los cimientos de un edificio son opcionales. Sin embargo, esta apreciación desaparece cuando nos damos cuenta que los obstáculos a una verdadera ecología y al desarrollo humano integral son la codicia, la falta de visión, el consumismo, el egoísmo, el chovinismo, el racismo, etc., etc., etc. Es decir, lo que llamamos el pecado. ¡Triste, pero cierto!
La segunda manera de leerla es como habitantes de la tierra. Nadie puede decir “eso no me implica, la ecología no me concierne, no me interesa”. Cada habitante, en la medida de sus capacidades y circunstancias, necesita estar informado y debe informarse. Debemos conocer la situación para cumplir con nuestras responsabilidades como creyentes y como habitantes de la tierra. Así nos hacemos las siguientes preguntas: ¿es el hombre quién ha causado el cambio climático? ¿O es este un proceso cíclico de la naturaleza? ¿O el cambio climático es provocado por los dos? Cualquiera que sea la causa, debemos preguntarnos: ¿hay algo que se pueda hacer?
La tercera "lectura" de la próxima encíclica, es cuando la leemos como ciudadanos y ciudadanas. Además de ser creyentes y habitantes, cada uno de nosotros es también residente de una aldea, un pueblo, una ciudad; así como también ciudadano de un Estado soberano.
En cada nivel mencionado, existen responsabilidades ecológicas y la toma de decisiones. Las decisiones se toman habitualmente en cada Estado. Es principalmente el gobierno de cada país quien decide acerca de la ecología y del cambio climático. Pero, es como ciudadanos de nuestro país que podemos influir en la toma de decisiones y ejercer nuestra responsabilidad política sobre esas decisiones.
Al final, surge la pregunta: ¿de qué tipo de ecología se trata? La respuesta viene dada por medio de tres principios básicos:
1.- “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos”
2.- “Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave: nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”
3.- ¿Cómo es posible pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más débiles?. Cada agresión a la vida provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, a la paz y al ambiente.
Terminamos diciendo que más allá de nuestras creencias religiosas, políticas e ideológicas tenemos que dar respuesta al problema ecológico a un triple nivel ético, ciudadano y pluricultural. ¡Esperamos con impaciencia la encíclica papal!
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