jueves, 28 de mayo de 2015

El mundo desde abajo y desde los otros



Justicia hondureña revierte denuncias en perjuicio de víctimas, según defensoras de DDHH

Acaba de pasar el primero de mayo y es bueno recoger lo que esta celebración ha significado tanto para el Movimiento Popular como para la sociedad en general. Es decir, incluyendo al gobierno, políticos, empresarios, actores y fuerzas sociales.

Escuchando los reclamos, protestas, pronunciamientos y peticiones del movimiento popular, lo primero que podemos destacar es que hacen un muy buen diagnóstico de la situación socio-política del país. Aunque, obviamente, su lectura se hace desde el mundo del trabajo afectado profundamente por la crisis del país y la orientación que JOH y el partido de gobierno da a la situación.

Somos un pueblo mediático hecho a la medida de nuestra opinión pública, medios de comunicación, redes sociales, cadenas televisivas y moldeados por una globalización que nos viene del “norte” y que a través de los “legales-ilegales” introducen en nuestras vidas hábitos, pautas de conducta y maneras de pensar. Y esto, lo hacemos nuestro, lo interiorizamos y hacemos que sea lo normal en nuestra manera de ver, de comportarnos y de reaccionar ante lo que es nuestra sociedad, sus retos y desafíos.

Nuestra visión social es la de aquellos que piensan por nosotros, deciden por nosotros y actúan por nosotros; nos dicen lo que está bueno y lo que no; lo que es correcto y lo que es conveniente; cómo debemos vivir, dónde, cómo y con quiénes; cuáles deben ser nuestros hábitos de vida, de familia, de consumo y de relaciones sociales; a qué debemos dedicar nuestro tiempo de ocio y cuáles deben ser nuestras aspiraciones.

Esto funciona casi a la perfección para una mayoría de hondureños que son moldeados y se dejan moldear por este quinto poder al que somos sumisos y reverenciamos. Lo peor es cuando una sociedad es conquistada culturalmente pues fácilmente esta conquista se hace extensiva al mundo político, social y económico. Son pocos los espacios y los actores que saben vivir contraculturalmente y que buscan afirmarse con independencia de poderes, saberes y quereres.

Este primero de mayo recién pasado es una muestra de ello. Diariamente somos asediados y bombardeados por un discurso oficial envolvente, atosigante y falseado. Es un proyecto de sociedad y de país visto desde arriba, desde aquellos que son los triunfadores de una globalización desigual, injusta y mentirosa. Pero que, repetido hasta la saciedad, llega a convertirse en verdadero y atrayente.

Por eso no deja de ser una bendición de Dios el que el movimiento popular deshaga ese mundo encantado de los políticos, gobiernos y todo tipo de élites que manejan el país y la sociedad a su antojo y conveniencia. ¿Y cómo lo hacen y lo dicen? Sencillamente a través de su desfiles, marchas, proclamas y peticiones. Hacen ver el mundo y la sociedad desde abajo y desde los otros, desde los que sufren y los que cargan sobre sus hombros las “políticas y los políticos aprendices de brujo”. que experimentan con el poder.

Desnudan al poder, al modelo económico y de sociedad que jamás conseguirá la paz, la justicia, la fraternidad y el caminar juntos. Por eso es un signo de salud mental y espiritual escuchar y dejar que sus justos reclamos los escuchemos, hagamos nuestros y vivenciemos. Y, ¡cuánto más no podíamos decir de los pobres que no están organizados, que no tienen poder y que son habitantes de esa Honduras profunda que ni conocemos ni imaginamos!.

No es de balde repetir la bienaventuranza del Primero de mayo: ¡Felices los dignifican al trabajo y a los que trabajan por el Reino!. ¡Malditos los que negocian con la vida, el presente y el futuro de los pobres!. AMÉN.

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