viernes, 8 de mayo de 2015
Los olvidados
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Los olvidados es el nombre de una película mexicana del año 1950, escrita y dirigida por Luis Buñuel, que obtuvo el premio al mejor director en el Festival de Cannes y que ha sido nombrada Memoria del Mundo por la Unesco. Los olvidados cuenta una historia trágica y realista sobre la vida de unos niños en un barrio marginal de la ciudad de México. En ella se expresa la miseria, violencia, pobreza, falta de oportunidades y la ausencia de Estado. A pesar de haberse filmado hace 65 años tiene una actualidad incuestionable.
Hoy queremos compartir a Los Olvidados de Luis Buñuel, pero en formato escrito. Hace semanas el Banco Mundial presentó un estudio con nombre Los olvidados: Pobreza crónica en América Latina y el Caribe. El estudio hace una valoración positiva de la región asegurando que en la última década ha tenido crecimiento económico y aumentó el número de personas que salieron de las filas de la pobreza extrema.
El estudio sostiene que: “la pobreza existe y persiste debido a la existencia de restricciones que frenan la optimización de la acumulación y el uso de las dotaciones existentes, como las habilidades y los activos físicos”.
Honduras, a diferencia de los países de América Latina y el Caribe, en la última década no ha reducido la pobreza crónica, a pesar de los cientos de millones de lempiras invertidos en nombre de la reducción de la pobreza. En sentido contrario a Suramérica, Honduras con todas las medidas económicas impulsadas en la última década, no ha reducido la pobreza extrema, por el contrario ha fortalecido la concentración de riqueza en un reducido grupo de familias.
Tanto en la película de Buñuel como el estudio del Banco Mundial, los rostros de los olvidados de México, de América Latina o de Honduras son los mismos. Los olvidados son los niños y niñas viviendo en condiciones inhumanas, con sistemas de salud y educación precarios; son los jóvenes sin falta de oportunidades, sin empleos y con salarios píricos; son los mismos rostros marcados por la migración, pobreza, violencia, corrupción e impunidad.
La principal debilidad del estudio del Banco Mundial está en la formulación de alternativas para superar la pobreza crónica. Se siguen proponiendo recetas en términos de reducir la pobreza, sin embargo el problema central no es la pobreza, sino la concentración de riquezas en pocas manos. Por tanto cualquier iniciativa que de verdad quiera hacerle frente a la pobreza crónica debe pasar por diseñar e implementar políticas públicas que promuevan e impulsen la justa distribución de la riqueza de nuestra Honduras.
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