sábado, 3 de mayo de 2014

¿Brutos o malvados?



Por Julio Escoto

A los jerarcas militares y de empresas de seguridad les va bien en el negocio y son noticia pública las clandestinas comisiones que otros reciben tras la compra de fusiles, lanchas, radares, uniformes, cámaras de vigilancia y servicios.

Tras seis años ––2,190 días–– insistiendo con la misma estrategia de combate a la violencia ––ejército y policías a la calle–– y sin obtener satisfactorios resultados, por lo opuesto empeorando, ¿no es tiempo ya de recordar la irónica sentencia de la filosofía popular, aquella de que el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra es el hombre?… Lobo ingresó a la campaña política ofreciendo pena de muerte y represión a la delincuencia, a la que amenazó con tolerancia cero, y su gobierno no solo fue un abismal fracaso sino el peor ejercicio de Estado que haya sufrido Honduras en 193 años de vida moderna: queda aún por escribir la profundidad de la cloaca en que nos sumió ese inepto señor y su ladrona claque: inmensurable deuda pública local e internacional, bestial corrupción, los peores índices abortivos de la nacionalidad, ventas de soberanía y territorio, sometimiento a fuerzas externas y al poder oligárquico nacional.

Total desastre, el deterioro social multiplicado, la implantación de éticas cínicas, si eso existe, y el robo al Estado como práctica descarada y consuetudinaria. Por cuatro años reinaron los cuatreros.

Y ahora volvemos a lo mismo con tendencia a peor: autoridades que niegan la estadística científica, la imparable venta de armas a diario, el fortalecimiento de la militarización del Estado en vez de enrumbarlo hacia morales de paz, niños siendo conducidos a los batallones para que manoseen rifles y pistolas ––en vez de fortalecer a los Boy Scouts–– , anticipo para que más tarde se conviertan en delatores de su propia familia, como acusaban que hacía el sistema comunista, y en los medios masivos de comunicación sobornos disfrazados como campañas informativas, que no son más que aparatos para ocultamiento de la verdad.

No estamos mejorando, estamos empujando a la república hacia su más crítica y explosiva situación en lo extenso de doscientos años.

Pero es entonces cuando uno se consulta: ¿por qué no entienden los gobernantes que su estrategia de mayor énfasis en represión que en educación ha fallado? ¿Que más allá de la vigilancia policíaca, preventiva y protectora, urge además trabajar la mente del ciudadano pues ningún gatillo se pliega sin la orden cerebral? ¿No es obvio que quien roba y mata lo hace porque extravió los valores de lo decente y lo honesto y que por ende hay que restaurárselos so riesgo de que se transforme en delincuente profesional?

Pero, ¿y dónde están esas campañas educativas, dónde los expertos en seguridad social, dónde los especialistas contratados del exterior para que planifiquen la recomposición moral del hondureño, dónde el empleo de los medios masivos para vitalizar dentro de los cánones de la civilización otra vez a la sociedad?

Analizando la profesión de quienes gobiernan, lo que se observa es un directorio de improvisados, cuando no de ineficientes y engañadores. Solo el 26% de funcionarios públicos ha estudiado la profesión para la que se le contrató, y por consecuencia la cadena equivocada en que nos encontramos. Honduras, parodiando a Valle, es el país del error.

A menos que no sea error sino conveniencia y que de la crisis algunos consigan lucro, por lo que no les interesa que esto se componga.

A los jerarcas militares y de empresas de seguridad les va bien en el negocio y son noticia pública las clandestinas comisiones que otros reciben tras la compra de fusiles, lanchas y corbetas, radares, uniformes, camiones, cámaras de vigilancia y servicios, pronto de aviones y equipamiento castrense solicitado a Brasil.

Por lo tanto ¡que prosiga el crimen, que nade la droga y opere el narcotráfico, que se lave activos y se asesine personas por el mísero valor de un móvil, que esa es la medida del precio de la vida en esta nación: lo que cuesta un teléfono celular!

¿Hablamos de ignorantes o de malvados…?

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