sábado, 25 de junio de 2016

Junio de aprendizajes y resistencias



Comenzamos junio esperando la lluvia de mayo, una lluvia que ha ido variando por el cambio climático y por los gorgojos incrustados, no solo en los pinares, sino también en la burocracia estatal.

Cada junio recordamos aquel junio de 2009 marcado por la conflictividad política y la polarización social y política. Toda la ebullición política de aquellos días alcanzó su máximo nivel con el golpe de Estado.

De aquel junio de 2009 a este junio de 2016, la bitácora -esa caja de la brújula política y social- que recogemos es la de un país con altos niveles de corrupción, impunidad y violencia, con sus ríos y cerros concesionados para proyectos mineros e hidroeléctricos; tenemos la deuda externa más alta de la historia y un presidente decidido a prolongare indefinidamente en su puesto de mandamás. Una bitácora que se resume en aumento de la desigualdad social y un gobierno exitoso en una sociedad desangrada y destartalada.

En ese junio de 2009 se cayeron muchas máscaras.  Desde las políticas hasta las religiosas y piadosas. Como si fuera un concierto de opera bien afinado con el mismo tono y argumento, defendían lo indefendible, justificaban la violencia en nombre del Estado y de la Constitución. Y los medios de comunicación corporativos sirvieron de amplificadores de ese concierto de avaricia, corrupción e impunidad.

Pasaron siete años y la elitista casta política no solo no aprendió. Se fortaleció en la impunidad y en la mentira. Comenzamos este junio con las mismas polarizaciones de siete años atrás. La reelección presidencial sigue siendo la expresión política de las confrontaciones inútiles. El problema de la consulta no es si lo de ayer fue malo y lo de ahora es bueno. El problema es el desprecio a la ley.

Una lección hemos de aprender de los últimos siete años: a los políticos nuestros lo que menos les importa es la constitución de la República o el Estado de Derecho. Mucho menos les interesa si la gente pobre come o no come este día o al día siguiente. Nuestros políticos siguen viendo a la gente como simples números para ganar elecciones. Y punto.

Sin embargo, aquel junio de 2009 también contribuyó al despertar ciudadano. Ese despertar sigue calentando las resistencias e indignaciones comunitarias en defensa de sus territorios y bienes naturales, y muchos jóvenes están impulsando procesos de formación que van sentando las bases para la construcción de una nueva cultura política ciudadana y una nueva generación de gente comprometida desde la ética.

Han pasado siete junios después del aciago junio de 2009. Es inevitable: cada junio será ocasión para aprender de nuestras luchas, y una oportunidad para preguntarnos cómo construirnos como pueblo organizado desde nuestras convicciones.

No hay comentarios: