martes, 28 de abril de 2015

Raymond Chandler y Rodolfo Walsh, dos visiones sobre el policial


Por Santiago Asorey

Kike

En Operación Masacre hay un crimen social, pero no todos son culpables. Es un crimen que una clase social comete sobre otra. Hay un salto cualitativo de paradigma, es una trasformación vertical y dialéctica. En El sueño eterno, de Raymond Chandler también hay una transformación, pero esta ocurre dentro del mismo paradigma, es una transformación horizontal.


En el policial negro norteamericano de Raymond Chandler, el detective no se construye sobre una experiencia intelectual de deducción. Su cualidad no es la inteligencia deductiva lógica, sino el valor y la astucia para manejarse en los circuitos peligrosos que se le presentan como obstáculo. La figura del detective pasa a ser la figura del hombre con coraje y solitario que investiga arriesgando su vida. Es una aventura física lo que construye El sueño eterno, la aventura de Marlowe desarmando hombres peligrosos y rechazando la seducción de Carmen Sternwood. Podríamos interpretar Operación Masacre de Rodolfo Walsh a partir de este esquema de detective solitario que se aventura sobre el crimen, saliendo de la diferencia obvia de que Marlowe responde a una ficción y Walsh a hechos históricos verídicos; los dos se encuentran unidos por el riesgo y el valor y no por una cualidad meramente racional abstracta como en el policial clásico. 
“Ahora, durante casi un año no pensaré en otra cosa, abandonaré mi casa y mi trabajo, me llamaré Francisco Freyre, tendré una cédula falsa con ese nombre, un amigo me prestará una casa en el Tigre, llevaré conmigo un revolver.” [1]
La lógica que funciona en este pasaje de Operación Masacre es la de la supervivencia. Algo que comparte con Marlowe, pues para sobrevivir se necesita aprender a codificar los signos del juego lingüístico propuesto por ese universo narrativo. A diferencia del policial negro de Chandler, lo que funda el relato de Walsh y convierte al escritor en detective es un acto ético nacido de la indignación ante la impunidad. Marlowe es aparentemente un cínico pero mantiene un relativo espacio de ética (por ejemplo, solo cobra veinticinco honrados dólares como honorarios). Sin embargo, solo identifica la decadencia moral a nivel particular. Su lenguaje responde a un mundo que no parece recuperable: policías corruptos, contrabandistas, jueces estafadores, etc. Walsh parte de un crimen particular, las víctimas, los hechos, pero su relato es la historia de cómo lo particular se vuelve universal. En última instancia: se trata de como se articula la estructura criminal en un orden social jerárquico. Esas relaciones de poder se constituyen de determinadas jerarquías sociopolíticas: de lo particular a lo social, a lo histórico, a lo judicial, a lo político. Ese es el relato de Operación Masacre. El detective se vuelve invisible, los personajes principales son las víctimas (los herederos políticos de las víctimas). En última instancia ellas dejaran de ser víctimas e intentaran defenderse de forma organizada. El personaje individual de detective se relega para priorizar al pueblo y a la clase trabajadora peronista como personaje colectivo.
Marlowe no puede desalienarse, salir a la superficie y ver estos mecanismos dentro de una totalidad. Comparte con Walsh detective la identificación de un mal social, aunque Marlowe no lo piensa en términos de jerarquías políticas. La crítica social de Chandler a través de Marlowe se da en los hechos particulares, en el asesinato de Rusty Regan, en el asesinato de Owen Taylor y en la trama social que se oculta detrás las apariencias de la alta sociedad. Es una crítica al entramado que une la riqueza, el juego, la especulación y el crimen. El problema de las apariencias en El sueño eterno es determinante. Nada es solamente lo que parece. La riqueza se encadena al ocio y el ocio finalmente al crimen. Las hermanas Sternwood aparentan vulnerabilidad, inocencia, pero son tan culpables como los demás criminales del universo de Chandler. En la escena del casino, vemos como se configura al personaje de Vivian Regan que juega miles de dólares porque está aburrida y tiene demasiado tiempo libre.
En la cosmovisión de Operación Masacre hay una reorganización discursiva de lo político y lo moral; hay un crimen social, pero no todos son culpables. Es un crimen que una clase social comete sobre otra. Hay un salto cualitativo de paradigma, es una trasformación vertical y dialéctica. En El sueño eterno también hay una transformación en el relato, pero esta ocurre dentro del mismo paradigma, es una transformación horizontal. La revelación de Carmen, de la inocencia a la culpabilidad, de las apariencias a la verdad. Es una transformación horizontal dentro del mismo paradigma discursivo. En el final de la novela, Marlowe en un tono intimista dice:
“…Muerto, uno dormía el sueño eterno y esas cosas no importaban… No importaba la suciedad donde uno hubiera muerto… Ahora yo era parte de esa suciedad.” [2]
En este pasaje se pone en juego toda la novela. La idea del sueño, la imposibilidad de salir de una dimensión de ensueño se encuentra de principio a fin en la aventura. Es un mundo de apariencias, del cual Marlowe no puede salir. En donde el bien y el mal ya no son discernibles. Todas las descripciones materiales de las casas de los ricos guardan una relación miserable que se oculta atrás. La resignación final de Marlowe es la del hombre que ha tomado la decisión de legitimar ese mundo de apariencias y falsedades, dejando ir a una victimaria. Marlowe sabe ahora que esa “suciedad” no lo deja volver atrás. Para él es imposible salir de la dimensión del sueño y la apariencia, y la banalidad que reina en ella.
[1] Walsh, Rodolfo,”Operación Masacre”, Ediciones de la flor, Buenos Aires, Argentina (2005)
[2] 247 Chandler, Raymond, “El Sueño Eterno”, Barral Editores, Barcelona, España (1973).

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