lunes, 20 de abril de 2015

Informes gratificantes


Caminan 18 kilómetros para protestar contra aumento en peaje de San Pedro Sula

Igual que existen instituciones y agencias de todo tipo que son portadoras del pensamiento oficial que se limitan sencillamente a justificar y legitimar el estado de cosas a nivel global y local, hay otro tipo de instituciones que, como una brisa de aire fresco, son portadoras de lo contrario: decirnos como funciona nuestro mundo, explicar por qué es tan desigual y, proponer caminos de transformación del sistema globalizado en el que estamos todos y todas involucradas. Una de estas instituciones es Oxfam de la cual aprovechamos su última publicación “Iguales, acabemos con la desigualdad, es hora de cambiar las reglas”.

Así, pues se nos dice que “las diferencias entre ricos y pobres están aumentando rápidamente, y la desigualdad económica ha alcanzado niveles extremos”. Las consecuencias son destructivas para todo el mundo. La desigualdad extrema corrompe la política, frena el crecimiento y reduce la movilidad social. Además, fomenta la delincuencia e incluso los conflictos violentos. Desaprovecha el talento y el potencial de las personas y debilita los cimientos de la sociedad. De manera crucial, el rápido aumento de la desigualdad constituye un obstáculo para la erradicación de la pobreza mundial.

Sigue diciendo el informe de Oxfam que trabajando con las comunidades más pobres del mundo nos han enseñado que la pobreza y la desigualdad no son inevitables ni accidentales, sino el resultado de elecciones políticas deliberadas. Es posible revertir la desigualdad. El mundo necesita medidas coordinadas para construir un sistema político y económico más justo que valore al conjunto de la ciudadanía. Las normas y sistemas que han dado lugar a la actual explosión de la desigualdad tienen que cambiar. Son necesarias medidas urgentes que equilibren la situación, a través de la aplicación de políticas que redistribuyan el dinero y el poder de manos de las élites a las de la mayoría de la población.

El presente informe muestra, la magnitud del problema que constituye la desigualdad económica extrema, y pone de manifiesto los diversos peligros que ésta acarrea para la población mundial. Asimismo, identifica los dos poderosos factores que han impulsado este rápido aumento de la desigualdad en tantos países: el fundamentalismo del mercado y el secuestro democrático por parte de las élites. El informe destaca algunas de las medidas concretas que pueden adoptarse para hacer frente a esta amenaza, y demuestra que el cambio es posible.

Durante los últimos 300 años, la economía de mercado ha proporcionado prosperidad y una vida digna a cientos de millones de personas. Sin embargo, sin la intervención del Estado, la economía de mercado tiende a concentrar la riqueza en manos de una pequeña minoría, provocando el aumento de la desigualdad. A pesar de ello, el pensamiento económico de los últimos años ha estado dominado por un enfoque de “fundamentalismo de mercado”, que insiste en defender que sólo es posible alcanzar un crecimiento económico sostenido reduciendo la intervención estatal y dejando que los mercados funcionen por sí mismos. Sin embargo, este enfoque debilita la regulación y la fiscalidad necesarias para mantener la desigualdad bajo control.

Ante tantos proyectos y propuestas oficiales formuladas desde las élites dominantes es un gran alivio proponer lo contrario: la posibilidad de cambiar las reglas del juego, ver la globalización desde abajo y ofrecer algunas propuestas para que esto sea viable.

Es de agradecer a instituciones como Oxfam por su manera de pensar y actuar, por socializar con todo tipo de movimientos sociales, sociedades civiles y grupos alternativos que no dejan de luchar por hacer un mundo distinto con cabida para todos y con mayor justicia social.

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