jueves, 30 de abril de 2015
Ataque de agentes encapuchados le recordó la muerte de su hermano asesinado por policías
Por Sandra Rodríguez
Al ser víctima de golpes y falsas acusaciones por elementos de la policía, Francisco Javier Canales, no pudo evitar pensar en los momentos que pudo vivir su hermano Mario Sequeira Canales, quien murió producto de una golpiza inferida por siete policías en la ciudad de Siguatepeque, en el 2010, y por quien se ha manifestado públicamente exigiendo justicia.
Francisco trabaja como taxista, y en la mañana del jueves 16 de abril, mientras realizaba una carreta, en un retén policial a la altura del puente peatonal de la aldea El Durazno, salida al norte de Tegucigalpa, estaban unos agentes encapuchados, y le preguntaron que donde había recogido a los jóvenes que llevaba a bordo, a lo que él les dijo el lugar.
Según la denuncia interpuesta en el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, los policías golpeaban a los jóvenes, tal como si fuera en la década de los 80 -recuerda Francisco- hasta que ellos confesaron que eran miembros de un apandilla, y a Francisco le dijeron que se fijara “con que fichitas andaba”.
En el taxi había quedado un celular, y yo dije que era mío (para que no dijeran que yo era chismoso), pero como tenía clave, no pude desbloquearlo y los policías dijeron que yo era cómplice de los jóvenes y que también “me iban a dar una calentadita”, relató Francisco.
A los muchachos los esposaron y los llevaron a bordo de una patrulla, a mí me acompañó un agente en el taxi, fuimos hasta la oficina de la Dirección Nacional de Investigación Criminal, DNIC, que está en el anillo periférico, me tomaron fotografías, todos los datos personales y familiares, me dijeron que solo era para investigación, después un amigo llegó a firmar para que me liberaran, y me fui, relata Francisco.
En la tarde, estaba en mi casa, cuando un cliente me llamó por teléfono para pedirme una carrera, yo salí y como a media cuadra me interceptó un carro negro sin placas y se bajaron cinco hombres encapuchados y armados, el conductor me dijo “salí de allí hijueputa” y cuando salí me dio una patada en el costado derecho por el estómago, y a patadas me metió al carro de ellos que estaba parqueado a mitad de calle.
Me dijo “ya te llevó putas viejo gordo hijuepueta, nos vas a llevar a donde recogiste ese hijueputa de la mañana” ¿a cuál? Les respondí. ¿A dónde te detuvieron en la mañana? En el Durazno les respondí, -bueno nos vas a llevar allí, me dijeron; y me seguían golpeando, dos hombres se subieron a uno a cada lado mío y yo en medio, y otro en el lado del conductor, me pusieron con la cabeza abajo, cubriéndomela con la camisa, me golpeaban fuerte la espalada y la cabeza con una botella medio vacía, yo les decía que me tenían que matar porque yo no sé nada y por lo tanto no les iba a decir nada.
“Eso es lo que te vamos hacer hijueputa te vamos a matar” me decían.
Ustedes saben que me están violando mis derechos, les dije. ¿Cuáles derechos, aquí nadie tiene derechos? A ver cuáles son tus derechos, decime cuáles son tus derechos, me dijo uno de los hombres.
Déjenme ir, si no tienen nada en mi contra, les repliqué. Y como había otro revisando el taxi, yo les dije “ya revisaron el taxi no encontraron nada contra mi” - ah pero se te puede poner algo en el taxi, me dijo un policía mientras me seguían golpeando y me interrogaban, preguntaban si yo era de una pandilla, queriéndome vincular a ella, yo les dije que si querían que investigaran mi historial de antecedentes penales, pues nunca he estado en la cárcel, ni por borracho.
Cuando me subí al carro, uno de ellos me quitó en teléfono, en esos momentos cayó una llamada, otro me dijo “contestá hijo de puta, y ojalá le vayas a decir que la policía te tiene parado aquí, ojalá”.
Entonces contesté la llamada -prosigue Francisco Canales- y uno de ellos (agentes) se puso cerca para oír lo que hablaba, y era mi cliente que decía “Javier venga tráigame, necesito urgentemente ahorita”, entonces el hombre me golpeaba fuertemente y me dijo “perdete, perdete” y me bajé del carro para el taxi y me fui.
Momentos de angustia que reviven el dolor
Por lo sucedido, Francisco Javier denunció ante el COFADEH estas agresiones, además hace responsable a la policía de Honduras, si algo me llega a suceder, si atentan contra su vida, “porque es una monstruosidad lo que hacen con la ciudadanía”.
Asegura que pudo haber sido una víctima mortal al igual que su hermano, ambos caer en manos de policías, pues los vecinos del barrio son testigos de cómo lo golpearon, “creo que si no hubiera habido más gente ahí me hubieran matado o si hubiera sido de noche”.
También recordó, que cuando lo golpeaban, llegó otro carro con otros enmascarados, en total 10 hombres, armados rodos, vestidos de civil pero con chalecos antibalas y pasamontañas.
“Me atacaron sin ningún motivo, yo tenía miedo que me fueran a matar, pensé en la muerte de mi hermano, a quien la policía se lo llevó a las nueve de la noche del hotel Gómez en Siguatepeque, lo llevaron a una celda y golpearon hasta matarlo, era Mario Rolando Sequeira Canales, cuyo delito continua en la impunidad.
Lo que más preocupa a Francisco es que uno de los agentes que lo atacó le dijo “aquí nadie tiene derechos”, lo que acrecienta la vulnerabilidad de la sociedad que no tiene como defenderse de los violadores de derechos humanos, tomando en consideración que la actitud de los atacantes era de intimidación, “pero yo no me dejé intimidar” y por eso les reclamé por mis derechos, afirmó.
En el caso de su hermano, Mario Sequeira Canales, se responsabiliza de los hechos a un oficial de policía y 7 agentes asignados a la Jefatura policial de Siguatepeque, involucrados su muerte violenta dentro de una celda de dicha delegación el 1 de junio de 2010.
La causa que fue promovida por la Fiscalía de Derechos Humanos del Ministerio Público y por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), en su condición de acusador privado, establece que Mario Sequeira Canales murió producto de las torturas a las que fue sometido por agentes policiales y en presencia del jefe de dicha delegación, comisario Nazir López, quien no hizo nada para detener las graves violaciones a derechos humanos cometidas en contra del ciudadano.
La Fiscalía acusó a los agentes policiales Héctor Elvir, Carlos Roberto Palma, Mónico Aguirre, Carlos Verde, Edgardo David Salgado, Alfredo Pérez Rojas y Edwin Hernández del Cid, así como al comisario Nazir López Orellana, por torturas, homicidio, falta a los deberes de los funcionarios y abuso de autoridad en perjuicio de Mario Sequeira Canales y el estado de Honduras.
Los delitos tipificados abarcan tanto la ejecución de los mismos como la omisión, como es el caso del comisario Nazir López que de acuerdo a pruebas testificales, permitió que se aplicaran torturas en contra de Mario Sequeira Canales y que una vez muerta la víctima, los agentes procedieran a deshacerse del cuerpo.
Por golpes en celda, muere su hermano Mario
Los relatos establecen que la noche del 1 de junio de 2010, la administración del Hotel Gómez de Siguatepeque, llamó a la policía en vista de que el huésped Mario Sequeira Canales se encontraba haciendo escándalo en dicho establecimiento ya que había ingerido bebidas alcohólicas.
La policía se presentó con al menos 5 agentes, que redujeron a la impotencia a Sequeira Canales y lo condujeron a la posta policial. El expediente resalta que antes, durante el arresto y traslado, el detenido fue víctima de golpes por parte de los policías pese a que estaba esposado.
Una vez en la posta, los agentes continuaron golpeándolo, fue arrastrado hacia una bartolina y colgado en dicho reciento para continuar soportando las torturas que le hicieron convulsionar hasta morir.
Posterior a esto se ordenó que el detenido fuera conducido a la Clínica Munguía para tratar de revivirlo, pero el personal médico estableció que Mario Sequeira había fallecido. Tanto la Fiscalía como el COFADEH determinaron que el ciudadano murió a causa de las torturas infringidas en su contra.
Mario Sequeira Canales recién había ingresado a la ciudad de Siguatepeque en los últimos días de mayo procedente de Estados Unidos, de donde salió para pasar una temporada corta de visita con familiares. Sequeira Canales jamás esperó que la muerte le esperaría en su ciudad natal.
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