viernes, 12 de abril de 2013

La utopía del Buen Vivir



Rebelión

Por Julia Evelyn Martínez *

Es un hecho que gran parte del éxito del capitalismo neoliberal, es haber logrado sembrar en la mente de los oprimidos y las oprimidas de este sistema, la idea que no existen alternativas a la economía capitalista, y que por mal que vayan las cosas, cualquier propuesta de economía alternativa a este sistema, debe ser despreciada como un sueño imposible y/o considerada un disparate.
A nivel global los medios de comunicación, han logrado instaurar un imaginario colectivo global caracterizado por la distopía (la ausencia de utopías) y por la vigencia de una cultura popular que reboza de imágenes, mensajes e iconos, que promueven en las personas la idea de la inevitabilidad del capitalismo, como una realidad que debe ser aceptada, con sus defectos y desigualdades, como la única realidad posible. En el mejor de los casos, se da alguna la esperanza de mejorar o perfeccionar al capitalismo, mediante un Estado más fuerte, una mejor regulación, mayores programas sociales y/o la colaboración pública-privada.

Sin embargo, pese a este control hegemónico del proyecto capitalista de dominación, la capacidad del pensamiento utópico de la humanidad es inagotable y persistente, y se abre paso, en contra de todos los intentos de silenciarla, desprestigiarla y/o de erradicarla de nuestras vidas.

En los años noventa, cuando ya el neoliberalismo dominaba la tierra, y Francis Fukuyama proclamaba el fin de la historia y de las utopías, surgió en las movilizaciones contra la Organización Mundial de Comercio (OMC), el movimiento contra la globalización bajo lema “Otro mundo es posible”. Este movimiento diverso tomó forma en 2001 con la creación del Foro Social Mundial, con el objetivo de compartir los objetivos y estrategias de la resistencia social contra el capitalismo y las propuestas de alternativas para ese otro mundo. En Túnez, acaba de realizarse la 9ª edición de este Foro bajo el lema “Otro mundo debe surgir desde la dignidad”. La utopía del Buen Vivir ha sido asumida en este Foro como una vía que conduce a ese otro mundo posible, necesario y urgente.

El Buen Vivir es una propuesta fundamentada en la cosmovisión indígena del Sumak Kawsay,: una sociedad en donde las personas son consideradas ante todo, seres naturales, que deben vivir el ciclo natural de sus vidas de forma digna y plena, en armonía con las demás personas y en armonía con la naturaleza.

Esta cosmovisión es incompatible con las visiones occidentales de la modernidad y el desarrollo, que ponen en el centro el crecimiento económico y la extracción de recursos de la naturaleza, bajo el pretexto de crear empleos y crear una sociedad de consumo, que tiene como indicadores de progreso el uso masivo de la telefonía celular, el acceso a Internet, la propiedad de electrodomésticos y/o la ingesta de alimentos procesados industrialmente.

Hay quienes quisieran que existiera una versión light del Buen Vivir, para reducirlo a un slogan publicitario y/o a la simple aspiración a la satisfacción de las necesidades básicas de las personas y garantizarles un ambiente sano. Otros quisieran que esa utopía se tradujera en la creación de un Estado de Bienestar, en donde los agentes del Estado Benefactor son los sujetos del desarrollo y el progreso de los pueblos, y las personas se limiten a ser la clientela de los programas sociales.

Pero a diferencias de estas versiones “estilizadas” y/o tergiversadas del Buen Vivir, la esencia de esta propuesta es profundamente radical y subversiva. Es una propuesta radical porque identifica en el capitalismo y en el extractivismo, las raíces principales de la crisis de reproducción de la vida que enfrenta el planeta. Es una propuesta subversiva porque se propone trastocar el orden capitalista existente, y las ideas hegemónicas sobre el desarrollo, ligadas al progreso, la industrialización, la productividad y el consumismo.

Esta es la utopía que está comenzando a construirse colectivamente desde el sur y que puede poco a poco convertirse en una utopía global.

* La autora es profesora de la Escuela de Economía de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador.

No hay comentarios: