martes, 23 de abril de 2013
La caída de las castas
Rebelión
Por Marcos González
Si en ésta sociedad líquida
que nos han creado, no hay
espacio para los débiles,
sólo sobrevivirán los muertos.
El Estado nacional o supranacional ejerce su poder sobre la sociedad. Se va regenerando así mismo. Dirigido por los de arriba, que van utilizando las diferentes crisis, especialmente las sistémicas, para avanzare más rápido en la concentración del poder.
En ese proceso mueren unas castas y nacen otras. El sistema va mutando el régimen donde se reproducía, para seguir reproduciéndose. Identificar en esos momentos el proceso químico/social que se produce, sus debilidades y fortalezas, es sumamente importante para saber si existen posibilidades de espacios desde donde abortar el proceso o hacer que el coste del parto sea tal, que el sistema no tenga más remedio que compartir espacios de poder: sociales, políticos, económicos…con la parte de la sociedad que cuestiona la propia existencia del Estado. La tendencia del Estado siempre va a ser la de garantizar su supervivencia, aunque para ello tenga que mutilarse.
El régimen en el que vivimos en el estado español es el heredero del anterior, fruto de una transición plasmada en la constitución de 1978. La misma que garantizaba formalmente la continuidad del sistema, y la creación de nuevas castas, que ejercerían de guardia pretoriana: partidos, sindicatos, grupos de presión, la monarquía…Eran la élite de ese ejercito, el mismo que cada vez es más cuestionado por la sociedad. En ésta situación es impensable que el Estado no este trabajando para una nueva mutación, un cambio de régimen.
Agotado el pacto social de 1978 y amortizadas las castas surgidas en aquél proceso histórico, es inevitable la entrada de nuevos actores.
Por una parte los invitados por el propio Estado y por la otra, los que han llegado como respuesta de los de abajo.
Pero como en todo proceso social, lo viejo convivirá con lo nuevo y posiblemente, lo viejo deje parte de sus genes en el nuevo cuerpo.
¿Quiénes son los actores nuevos que llegan?¿Qué posibilidades tienen de quedarse? ¿Qué va a hacer el Estado con ellos? ¿Qué elementos químicos existen para determinar el nuevo régimen? ¿Qué posibilidades de convertirse en un híbrido “útil” tiene lo viejo? Esas son algunas incógnitas a despejar.
Nosotros, los de abajo, a pesar del pesimismo al que nos podamos ver inducidos, hemos conseguido avanzar más en tres años que en los últimos treinta y cinco. Estamos determinadando, y todo ello en continuo movimiento, nuestras formas de organización y relación. Vamos diseñando, ya en la práctica, el modelo de sociedad que queremos, y empezado a hablar y actuar en la toma de espacios de poder. Hoy teorizamos y organizamos acciones encaminadas a un nuevo contrato social, el de los de abajo, con los de abajo, que podría empezar en Andalucía y terminar en el universo de este planeta. Nada está cerrado, todo está abierto. La historia nos ofrece la posibilidad de cambiar lo existente, por un mundo más justo y humano y ahí, los más débiles, los más sensibles, tenemos mucho que decir; los demás están muertos.
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