sábado, 13 de abril de 2013

Chávez, lector voraz, humor y revolución




Entrevista de Luis Britto García para Lorena Tasca, El Universal

1.- ¿Cuáles fueron los mejores libros que recomendó Chávez?
- De entrada, El Quijote. De Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, que entregó personalmente al presidente Obama, y que insertó el título en la lista de los más leídos en Estados Unidos. Un libro cimero, Así hablaba Zaratustra, de Federico Nietzche, raro en la biblioteca de un izquierdista porque propone un individualismo y un elitismo extremos, pero que está lleno de expresiones centelleantes. Los miserables,
de Víctor Hugo, un novelón romántico pleno de suspensos y sobresaltos, pero de un maravilloso vigor y de una gran solidaridad con el destino de los desposeídos.  Algunos títulos no eran de primer nivel, como El oráculo del guerrero, pero un lector voraz lee de todo, y Chávez lo era.

2.- ¿Considera que el Presidente logró que el hábito de la lectura se hiciera más común en todos los lectores?
- Sí, es obvio que el Presidente leía vorazmente. Parecía un librero: en cada “Aló Presidente” tenía una pila de volúmenes para presentarlos, pero además los comentaba con entusiasmo, en forma inteligente y a veces crítica, lo cual demuestra que en efecto los leía y  asimilaba. Y cada vez que el Presidente comentaba un libro, despertaba la curiosidad hacia él y aumentaba la venta al extremo de que a veces el título se agotaba. En algunos casos su entusiasmo por un libro era tal que ordenaba ediciones con tirajes cercanos al millón de ejemplares y de repartición gratuita, como ocurrió con el Quijote y con Los miserables.

3.- Los libros recomendados por el Presidente, ¿son los imprescindibles para cualquier izquierdista?
- Sí, teniendo en cuenta que comentó y recomendó la literatura izquierdista sin establecer vetos ni discriminaciones. Igual comentaba a Marx que a Lenin y a Trotzky, al Che Guevara que a Mariátegui, a Abreu de Lima que a Simón Rodríguez, a Gramsci que a Federico Brito Figueroa y Carlos Irazábal, así como los panfletos y manifiestos de la izquierda venezolana, tales como los antologizados en San Carlos Libre. Su voracidad intelectual era inagotable. Se leía los libros ganadores del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, y los comentaba minuciosa y detalladamente. Incluso analizaba detenidamente textos tan abstrusos como Más allá del Capital, de Meszaros, del cual me obsequió personalmente un ejemplar. Creo que con Simón Bolívar, Guzmán Blanco y Rómulo Gallegos, integra el cuarteto de los presidentes venezolanos que más han leído. Bolívar, incluso en los trajines de la Campaña del Sur, se las arregló para acarrear consigo una biblioteca de centenares de títulos, entre los que descollaban las obras de Voltaire, Montesquieu, Locke, Hobbes y Rousseau. Por cierto, debo agradecerle a Chávez que recomendara algunos de mis libros, entre otras América Nuestra: integración y revolución, y El pensamiento del Libertador: economía y sociedad.

4.- ¿Qué impacto dejó Chávez en su discurso cultural?
- Durante muchas décadas algunas publicaciones culturales omitieron casi toda referencia a obras, temas y autores venezolanos, sugiriendo que la cultura era una mercancía exquisita, apolítica, sólo producida en el exterior y que debía ser importada. Esta orientación se replicó en los programas de algunas Escuelas de Letras. Floreció así una cultura de puertos. La prédica de Chávez, sus ediciones masivas, su constante recomendación de autores, incluso sus recitales donde citaba de memoria poemas de Andrés Eloy Blanco, de Arvelo Torrealba y de infinidad de otros autores, estimularon a volver la mirada hacia los problemas y las letras latinoamericanas, caribeñas y venezolanas, a examinar y debatir nuestra realidad, con sus grandezas y sus miserias. Hay que consignar también que los comentarios de Chávez estimularon un gran interés hacia la literatura infantil, pues dedicó extensos comentarios a las lecturas que había hecho cuando niño de la revista Tricolor, dirigida por Rafael Rivero Oramas, y en la cual participaron ilustradores que luego serían conocidos como insignes maestro de nuestra plástica.

5.- ¿Alguna vez usted tuvo la oportunidad de recomendarle algún libro a él? En caso de ser así, ¿cuál? ¿Lo leyó? ¿le dio opiniones?
- Pues sí, El alma del hombre bajo el socialismo, de Oscar Wilde, un texto fundamental para entender el fin y propósito del socialismo. Y  Los desiertos del Ángel, de Alfredo Armas Alfonso, relatos concisos, tensos, sobre la región del Unare. Nos veíamos muy de tanto en tanto y siempre en las turbulencias de alguna prisa, de manera que no sé si los leyó.

Revolución es amor y humor


Entrevista para Clodovaldo Hernández, Ciudad Caraccas CCS
En una conversación, me dijo Hugo Chávez Frías: “Yo no soy humorista. Lo que soy es jodedor”. Vale decir, provocador, zumbón, polémico. La verdad de la afirmación la testimonian algunos dichos memorables. Tras la abrumadora derrota de la rebelión militar del 4-F, reconoce ante los medios que no se han logrado los objetivos, y añade “por ahora”. La   paradoja resultó profecía. En un organismo internacional donde acaba de hablar Bush afirma que “aquí huele a azufre”, y todos saben por qué. Recordemos también la perdurabilidad de los apodos o calificativos que endilgaba. Con motivo de una manifestación rala que no llegaba al centenar de integrantes, llamó a los opositores “escuálidos”, y así se quedaron. Pero también cursó Hugo Rafael el camino del humor en la infinidad de anécdotas que terminaron formando Los cuentos del arañero. Hay historias sobre romances contrariados, sobre sus frustrados sueños de convertirse en  estrella beisbolística como “el látigo Chávez”, sobre los castigos en la Academia Militar por sus reflejos de zurdo. En esta capacidad de convertir contratiempos en añoranzas se revela el humorista, la víctima de su propia lucidez. Atrevámonos a la irreverencia de sospechar que si Hugo llega a ver sus propias exequias, las hubiera tachonado de chistes. Con razón afirmó alguna vez: "Revolución es amor y humor". A quien vive por la alegría ni la muerte  lo rinde.

El cuarto rescate de Hugo Chávez

1
La muerte es nuestra  herencia.  Lo único que nos hermana  es  la despedida. Al irnos dejamos  cenizas y quizá algunas obras.


2
Desde la eternidad no hay actos. La obra sobrevive por el consenso que  suscita. Nuestra carne se extingue, el pensamiento sobrevive.


3
En vano intentaron sofocar el ideario de la izquierda insurrecta del pasado siglo por vías  de exterminio o  claudicación. Hugo Rafael Chávez Frías lo resucita en la centuria que amanece; a él lo salva el pueblo de acechanzas cada vez  más feroces.


4
El primer rescate arranca el 4 de febrero de 1992. Un grupo de jóvenes oficiales indignados por la masacre del 27 de febrero de 1989 fracasa en una rebelión militar. El desconocido teniente coronel que la encabeza admite su responsabilidad y es sepultado en las fauces de una prisión militar, quizá por décadas. El pueblo lo visita en ininterrumpida peregrinación, rodea el cuartel San Carlos y convierte la derrota estratégica en aclamación política. Cuando el presidente Rafael Caldera traslada al incómodo recluso a Yare, el pueblo se indigna al punto de que se teme una nueva insurrección popular, y el padre Arturo Sosa media para conjurarla. Entiende Caldera que no conviene un preso con más respaldo popular que el Presidente, y a través del indulto Hugo Chávez Frías es rescatado por primera vez por su pueblo desarmado de la muerte de una prisión militar interminable.


5
La derrota no tiene amigos. Sale a la calle un ex oficial sin carrera y sin medios, a quien un espionaje minucioso impide ni siquiera soñar en una rebelión. Apenas se le acercan los izquierdistas que antes que él han gustado el sabor de la cárcel y la inminencia de la muerte, el pueblo que lo convence de probar la vía electoral cuando la automatización del sufragio abre por primera vez la perspectiva de unos comicios veraces. Y una avalancha de votos rescata a Hugo Rafael  de la muerte por olvido.


6
El poder atrae oportunistas. A su alrededor pululan aquellos a quienes Manuel Vicente Romero García llamó  Nulidades Engreídas y Mediocridades Consagradas. Toda lealtad tarifada es sospechosa. Al joven Presidente lo asaltan hordas de figurones del populismo que se travisten de bolivarianos para entrar en la comparsa del privilegio, jaurías de  oligarcas dispuestos a manejarlo. Cuando no los obedece, le asestan un golpe de Estado, lo secuestran, lo envían prisionero a la capilla ardiente de La Orchila. Una nueva marejada  popular, esta vez unida con el ejército patriota, rescata a Hugo Rafael de su tercera muerte anunciada y lo devuelve a Miraflores.


7
Sólo ante la muerte comprendemos el valor del instante. Quince veces se juega el todo por el todo Hugo Rafael en la arena del consenso, catorce veces lo rescata el pueblo confiriéndole poderes para lo indispensable. Como si tuviera los segundos contados, en poco más de una década acomete tareas pendientes desde eternidades: rescate de los recursos naturales y de las industrias que los explotan, derrota del analfabetismo y de la exclusión educativa, extensión de  servicios sociales a las grandes mayorías,  drástica reducción de la pobreza,  contundente disminución de la desigualdad, creación de medios de servicio público, alternativos y comunitarios, recuperación de industrias estratégicas, integración latinoamericana y caribeña, mediación a favor de la paz; orientación hacia el socialismo, creación de comunas y  organizaciones sociales, rescate de la identidad,  tradición y orgullo de los venezolanos, expulsión de la misión militar estadounidense, inconmovible unión de pueblo y ejército, constante consulta y aceptación de la voluntad popular;  veto de leyes que privatizaban las aguas y secesionaban la Nación, derrota del ALCA, aurora del ALBA,  rescate de la soberanía vulnerada por Cortes y Tribunales foráneos,  instauración de una diplomacia multipolar. Parecería haber más tareas que instantes de vida: todas las asume hasta que una misteriosa enfermedad lo abate en la plenitud de su poder, sus facultades y sus esperanzas.


8
Triunfó siempre Chávez donde lo acompañó su pueblo, venció siempre el pueblo incluso cuando llegaron a su límite las fuerzas de Chávez.   Ante la pérdida, crecernos. Manteniendo y culminando su obra entre todos lo rescataremos también de esta muerte y lo restituiremos incólume al invulnerable palacio del alma.


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