Reunidas durante tres días en la ciudad de Copán Galel, mujeres, niños y niñas de seis pueblos indígenas y negros de Honduras, acompañadas por ancestras y ancestros convocados en el sagrado territorio Maya Chorti, y apoyadas por el trabajo doméstico solidario de nuestros compañeros de lucha, nos encontramos en la Asamblea Constituyente Autoconvocada de Mujeres Indígenas y Negras, en este proceso de Refundación Nacional, construyendo colectivamente a través de nuestra voz y experiencia, el poder desde abajo y desde las mujeres que por siglos hemos vivido la violencia del racismo, el patriarcado y el capitalismo. Opresión a la que nos hemos enfrentado dando luchas con nuestros compañeros y también solas desde nuestra autonomía como mujeres.
Durante estos días hemos compartido la realidad de nuestros territorios, de nuestros cuerpos, de nuestras organizaciones. Entendemos que nuestras maneras de ver y vivir el mundo, la relación con la tierra y los bienes naturales, la espiritualidad, las relaciones con otros pueblos y con el pensamiento y la creatividad es diferente, y que esa diferencia es una riqueza antigua y guardada en la memoria especialmente de las mujeres, y constituye un gran valor para toda Honduras.
Hemos visto que compartimos realidades que tienen que ver con el empobrecimiento y el despojo de tierras de donde alimentarnos y sustentar nuestra forma de vida, la privatización de nuestras aguas, territorios, bosques y suelos porque son usurpados de manera violenta y sistemática por oligarcas y transnacionales a través de sus mecanismos como la banca internacional, organismos y tratados de libre comercio, la ocupación por parte de las tropas gringas, la militarización y represión bajo la protección del actual régimen continuador del golpe de estado. Nuestra realidad como pueblos está caracterizada por la agresiva presencia de megaproyectos como las represas hidroeléctricas, grandes inversiones turísticas, las ciudades modelo, exploración y explotación petrolera, proyectos mineros, saqueo forestal, del conocimiento, la lengua y el arte.
Las mujeres indígenas vivimos el desprecio de nuestros conocimientos y prácticas relacionadas con la salud y las espiritualidades. Las mujeres también expresamos que muchas vivimos violencia de parte de nuestros propios compañeros, así como la marginación de hombres de las comunidades y de afuera de ellas para la participación plena y el mejoramiento de nuestra vida como mujeres. Reconocemos nuestro valor y fuerza para resistir a tanto por tanto tiempo que como decía una compañera: no es fácil, pero tampoco está difícil. No nos rendimos a pesar de que la opresión es brutal en contra de nosotras.
Pensamos que ser indígenas no es sólo vestir un traje, hablar una lengua o comer ciertas comidas, es sobre todo tener dignidad y orgullo de pertenecer desde hace siglos a esta tierra y luchar por ella.
Nos preguntamos: Cuál Honduras es la que soñamos. Respondemos que queremos otra Honduras, sin capitalismo, sin racismo y sin patriarcado. Un país sin golpes de estado, donde no tenga cabida la corrupción, sin violencia de ningún tipo, especialmente para las mujeres, una tierra con alegría, con paz, justicia y dignidad. Una Honduras donde nadie de afuera venga a mandar sino que seamos nosotras y nosotros los que hagamos nuestras leyes y escojamos autoridades. Un país donde se respete la diversidad de nuestras lenguas, espiritualidades, culturas, creaciones, formas de vida, cosmovisiones.
Ratificamos los acuerdos y propuestas de la Asamblea Autoconvocada de pueblos indígenas y negros realizada en febrero del 2011, en San Juan Durugubuty, de la cual muchas fuimos parte. Al mismo tiempo como mujeres proponemos nuestra autonomía y descolonización en lo que se relaciona con nuestro cuerpo, vidas, pensamientos, sexualidad, formas de hacer política. Queremos vivir sin transnacionales, sin proyectos depredadores de las comunidades, sin violencia de ningún tipo y con seguridad y armonía con los demás seres que forman parte de nuestro entorno.
Ratificamos nuestro compromiso con esa Honduras que soñamos, que para la construcción de una nueva sociedad en la que todas y todos estemos decidiendo nuestro destino, particularmente los sectores históricamente mas excluidos, es imprescindible intensificar nuestras luchas, seguir construyendo propuestas, ejerciendo nuestras autonomías en todos los sentidos y fortaleciendo nuestras identidades culturales ancestrales y libertarias.
Con la satisfacción y el profundo aprendizaje de que los hombres pueden cambiar el patriarcado que esclaviza a los hombres y mata a las mujeres y han hecho el trabajo doméstico necesario para que pudiéramos trabajar tranquilas. Con música, poesías, bailes y palabras de ánimo hemos concluido esta jornada, cansadas y esperanzadas en la construcción de este proceso que se inició hace ya varios años en La Esperanza, Intibucá y que tiene como próxima sede el territorio rebelde de La Moskitia.
Finalmente, queremos alertar que el centro de importancia arqueológica, histórica, cultural, espiritual y ceremonial de Copán está amenazado de convertirse en un lugar totalmente privatizado, lo cual es una afrenta para el pueblo hondureño y especialmente para los pueblos indígenas, sobre todo el Maya Chorti, heredero de la espléndida cultura que se guarda en el lugar.
No más una Honduras sin la palabra, la inteligencia y la acción de las mujeres indígenas y negras.
Copán Galel a los 14 días del mes de julio del 2011, 11 I’X día de la Mujer.
Mujeres indígenas y negras de los pueblos: Maya Chortí, Garífuna, Tolupán, Lenca, Pech y Miskitus.
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