De las 88 recomendaciones que deja el reciente informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, se incluye una parte sobre los medios de comunicación, que deja clara la necesidad de establecer mecanismos que garanticen el respeto a la libertad de expresión y el libre acceso a la información. Precisamente de esa recomendación queremos hacer eco, entendiendo que el derecho a la libertad de expresión es fundamental cuando hablamos de un Estado democrático.
Hasta hace algún tiempo se creía que el derecho a la libertad de expresión era exclusivo de los periodistas, de esas personas que con voz de trueno y ropas elegantes, nos decían lo que había pasado en el país. Sin plantearnos las necesidad de al menos dudar de la información que día a día recibíamos.
El Golpe de Estado del 28 de junio, despertó de un porrazo esa necesidad entre un buen sector de la población, por gozar y ejercer ese derecho. Claramente se quedó evidenciado, “cuando los medios callan, las paredes hablan”.
Los Comisionados en sus recomendaciones invitan a los periodistas a replantearse el ejercicio de su profesión basado en el respeto de la dignidad de la persona. Y hace años en el conflicto salvadoreño, Monseñor Romero decía: “Es lástima tener unos medios de comunicación tan vendidos a las situaciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad”
En la línea de las recomendaciones, el Informe también plantea un reto al Estado, que calza con una demanda permanente de Radio Progreso, de emisoras comunitarias, el ERIC y otras organizaciones populares, la de reformar la Ley de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones con el fin romper con el control de las frecuencias a manos de un reducido grupo de empresarios, y que las mismas se otorguen para propiciar un verdadero ejercicio de la libertad de expresión y de información.
En el proceso de buscar consensos mínimos, la democratización de los medios de comunicación, ha de ser una tarea fundamental para que cada uno haga el papel que le corresponde en esta nueva sociedad que soñamos y merecemos.
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